sábado, 6 de octubre de 2012

NI ÉTICA NI ESTÉTICA (Sobre el proyecto de nueva Ley de Educación)

Mucho ha llovido desde que aquel ministro de Franco de nefasta memoria decía altito y claro, con la osadía que solo proporciona la ignorancia, aquello de “más gimnasia y menos Latín”. Mucho ha llovido porque, desde 1969, muchas cosas han cambiado en nuestra arena política. Pasamos de la dictadura que no pedía permiso al pueblo a una democracia que sí que al menos lo tenía en cuenta; a otra en la que el miedo a perder votos limitaba las ambiciones y obligaba a guardar las formas; finalmente, a una extraña forma de gobierno en la que el pueblo ha elegido a unos representantes que no difieren demasiado de aquellos de la dictadura, ni en el fondo ni en los términos.
Claro que las pequeñas diferencias pueden ofender a la ciudadanía que, habiéndolos votado o no, siempre merece un respeto, por simulado que este sea. Y esas pequeñas diferencias residen en la jactancia, en el exhibicionismo de riqueza y poder, en la prepotencia. En el fondo, puesto que a diario nos van privando, uno a uno, de todos los derechos adquiridos en estos años en los que ha llovido tanto; nos van privando de nuestros puestos de trabajo y de nuestros salarios; de nuestra dignidad de profesionales y personas, en resumen.
En la forma: hasta una fecha que podríamos situar en la época en la que ya la democracia estaba ya más que asentada, en la que ya no temía nadie un golpe de estado que nos retrotrajera a tiempos pasados y concluidos, los políticos guardaban las formas. Guardaban las formas porque pensaban que el respeto era imprescindible, o al menos necesario y, también, porque sabían hablar.
Ahora una burda paleta (aunque investida diputada) grita desde el hemiciclo “que se jodan”. Y la polémica está servida. Parece que lo importante es a quién va dirigido el ex-abrupto. Y, en efecto, lo es, es importante, pero no es “lo importante”. A esta señora la apercibieron por el fondo, no por la forma. Y esto es lo primero que resulta intolerable, salvo que la señora fuera víctima de una ofensa y se refiriera al castigo de sus ofensores (siempre en la esfera de lo privado). Y esto solo es un pequeño detalle. Las expresiones de nuestros gobernantes darían para un estudio muy amplio.
No hay formas porque no hay ética, no hay formas porque no hay estética. No hay ética porque no se respeta a los demás (especialmente si los demás son tu electorado o el pueblo cuyos derechos y bienestar tienes el deber de defender). No hay estética porque esos no son modales.
Y, lejos de intentar cultivar ética y estética en nuestros ciudadanos, la LOMCE, la nueva ley de Educación, marca un rumbo contrario a ambos conceptos. Es una ley claramente orientada hacia el materialismo y el desconocimiento, que niega los valores de la creatividad, del humanismo, de la solidaridad y la convivencia equitativa. De valores que se asentaron hace miles de años, gracias a los cuales sus señorías están donde están, en esa posición de privilegio, olvidando que no son otra cosa que servidores del pueblo.
El Arte y el Humanismo son liberadores. El Arte, el único bien que el ser humano deja tras de sí, puesto que por lo demás es la plaga del planeta, lo dignifica, da sentido a su existencia: escuchar buena música, mirar un cuadro largo tiempo, leer poesía, transportarte en el tiempo gracias a un relato o novela, sentir que eres mejor, que eres otra persona, muchas personas…, son placeres simples y gratuitos, carentes de materialismo.
El Humanismo: los griegos sentaron las bases de nuestra convivencia, de nuestra cultura. Ellos y los romanos, de nuestra lengua, que es lo mismo que decir de nuestro pensamiento. El latín es exacto y puro, el griego es escurridizo, bello, inabarcable: la lengua de la filosofía. Saber algo de ambas lenguas es comprender mejor el mundo, mirar de otra manera al ser humano.
Al lado de estas enseñanzas, o en su misma base, la Ética y la Ciudadanía no deberían siquiera proponerse como opciones. La esencia de la educación es formar seres humanos capaces de vivir y convivir con dignidad, siendo razonablemente felices y haciendo razonablemente felices a los demás, queriendo y teniendo lo justo y necesario.
Pues bien, la nueva ley elimina el bachillerato de Artes Escénicas, Música y Danza, manteniendo un único Bachillerato de Artes que no incluye ni una sola materia de estas especialidades, sino sólo de artes plásticas, imagen y diseño. Sin ningún motivo, puesto que, como dice el presidente de FEDADI1, José Antonio Martínez: “Son bachilleratos muy rentables, la demanda supera con mucho la oferta en los institutos que los imparten y además el alumnado tiene un rendimiento por encima de la media. No son especialmente costosos porque son pocos institutos los que ofertan esa vía, pero resultan exitosos social y académicamente”.
Supone también un grave perjuicio para las Lenguas Clásicas: La Cultura Clásica de 3º / 4º de E.S.O. desaparece. El Griego queda relegado a la categoría de materia optativa de oferta no obligada para el Bachillerato de Humanidades. También sin un motivo aparente.
También desparece del currículo cualquier rastro de Educación para la Ciudadanía. Una decisión puramente ideológica conllevará la eliminación de la Ciudadanía de primaria, Ética y Ciudadanía de cuarto de ESO y la desaparición del apellido de Ciudadanía a la Filosofía de primero de bachiller.
¿Qué tipo de ciudadanos pretende formar la nueva ley? La educación, cada vez más, queda relegada a las aulas. Los padres delegan en los educadores, la sociedad en su conjunto no cumple ningún papel formativo. Los medios lanzan mensajes contrarios al valor del esfuerzo, del trabajo, del conocimiento. Los triunfadores que la televisión nos presenta son tipos y tipas zafios, desfachatados, sin noción alguna de lo que pueda ser un código moral o de decencia. Triunfan los trepas, los que se acuestan o dicen acostarse con, los que solo saben dar una patada a un balón, los estafadores o los enchufados… Triunfa y aplasta el señor dinero.
Y creo que lo que se pretende es formar no a ciudadanos, sino a adoradores y esclavos de ese “bien” supremo.
Meli San Martín
Sevilla, 4 de Octubre de 2012

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