Casado&Socios son
viejunos, y más siendo jóvenes
En política está de moda
la envoltura más que el contenido, mientras el votante no piense que le pasa
como a la leña verde o a la mona del refrán.
El divino tesoro de la juventud es muy rentable para los dueños del
gran poder. Hoy esta tendencia alcanza a la política porque la hace más dúctil a
quienes han ganado experiencia en vender lo de siempre como novedad incitante. El
auxilio de las redes sociales juega a su favor. Al narcisismo congénito de gran
parte de sus utilidades le sientan bien los chicos y chicas jóvenes con desparpajo
y buena presencia. La propensión al autoengaño crece y lo demás no entra en ese
juego de apariencias de los influencers:
pronto resulta pesado, anticuado y caduco.
En
Europa
En un panorama tan duro e inestable como el que aventuran el Brexit, Trump, Putin
y otras trazas de la política internacional, el jugueteo ligero y mordaz con la
terminología política y el alarde de lenguaje desinhibido han entrado en el
intercambio informativo de los media, con especial notoriedad en las gamas de
la derecha cuyos nativos digitales copan ya puestos relevantes. M. Le Pen
acaba de presentar al frente de su lista para las elecciones europeas a Jordan Bardella, un joven de 23 años originario de uno de los barrios humildes de
la periferia parisina. Sebastián Kurz, vienés de 32 años y militante del
Partido Popular Austríaco, es canciller de Austria desde diciembre de 2017. No
son una excepción. En el Bundestag alemán, Roman Müller-Böhm,
militante del FDP (Partido Liberal ) tiene 25 años, y Gyde Jensen, del mismo
partido, tiene 28. En Dinamarca, que en 2012 y 2013 fue proclamada por la ONU
el pueblo más feliz del mundo –por su nivel de bienestar social-, lo singular
es la muy joven trayectoria del PPD (Partido Popular), partido ultra y xenófobo que, fundado en 1995, controla
la gobernabilidad del país y, hace poco, ha aumentado su influjo combinando
fuertes restricciones a la inmigración con una política social atenta a los
servicios públicos y el desempleo.
En España
La conjunción de personas jóvenes y formaciones jovencísimas
muestra una movilidad política que tambalea las viejas organizaciones. Los acelerados
cambios que imponen la globalización y la
informática –en permanente innovación competitiva-, han hecho que el
rejuvenecimiento también haya afectado a prácticamente todos los partidos
españoles, acosadas por el pensamiento mágico de poder ganarle la partida a los
malos resultados. Primero, y en
este orden, a Ciudadanos (desde 2006), Podemos (2014), PSOE (2014) Izquierda
Unida (2016), y PP (2018). Ahora, lo último es VOX, que acaba de irrumpir en la
política andaluza condicionándola desde los acuerdos que ha firmado con PP y CS, y que, a corto plazo, es probable
haga lo mismo en el resto del Estado.
Es fenómeno muy vinculado a las organizaciones juveniles de los
partidos, ocupadas en fomentar el emprendimiento político entre cohortes de
edad más bien escépticas a lo político. Para los seniors, son viveros de donde cooptar
a quienes mejor se fogueen ante sus iguales sin perder fidelidad obediente a
los principios fundantes de la organización en su versión más próxima a las
urgencias adaptativas que impongan las cambiantes circunstancias. Puede verse en
el PP, que aparenta de este modo ser ajeno a las convulsiones que le han ocasionado
los muchos casos de corrupción. Su proceso de juvenilización a partir de las
Primarias de junio de 2018 ha puesto ante la opinión pública a dirigentes como Juan
Manuel Moreno, de 40 años, que acaba de acceder a la Presidencia andaluza. El
palentino Pablo Casado apenas hace siete meses que ha iniciado, con 39, la
presidencia de su partido, donde, entre otros u otras, destacan –al calor del
recién elegido para dirigir el neoconservadurismo- dos chicas: Isabel Díaz
Ayuso, cuarentañera que optará a las elecciones de mayo para la Comunidad de
Madrid, y Andrea Levy, de 34 años, vicepresidenta de Proyectos y Programas, una
de las áreas de relieve en la organización, desde donde pasará enseguida a algún puesto ejecutivo.
¿”Banco de pruebas”?
El votante, sin embargo, no debiera confundir rejuvenecimiento con
modernidad; la reposición puede no pasar de eminente disfraz de continuidades
obedientes. De otro modo, estos chicos y chicas no hubieran llegado nunca a
poder ser cooptados ni a ser elegibles. De hecho, ese entrenamiento probado en
la obediencia es el que orienta las responsabilidades que están asumiendo.
Dicen, que Madrid y Andalucía van a ser un “banco de pruebas” para sus programas y políticas pero no cesan de airear sus conexiones originarias con Aznar, Aguirre
y sus adláteres. Los encargados de su argumentario incluso tienden a resucitar supuestos prestigios de fallecidos o retirados de la escena política por sospechas impresentables.
Que esta juvenilidad, unida a la del CS y de VOX, nos quiera
gobernar con estos mimbres, no habla de innovación
sino de cansina repetición. Los modelos de actuación que invoca –por mucha
apariencia que pueda dar una fisonomía joven o un parloteo chillón- ya los
experimentaron sus ascendientes. Lo suyo, más que “banco de pruebas”, es terco
abuso de los abundantes medios que tienen sus patrocinadores para hacer creer
que lo que quisieron hacer sus ancestros fue perversamente torcido, pero que
ahora, si se les vota, arreglará los problemas. Solo ellos serían “la” solución;
garantizada, además, por quienes siempre
les acompañan en esta misión, tan sagrada que hasta del cielo echan mano.
Pese a ello, todo derecho habiente al voto puede calcular -a
partir de lo acordado por VOX-PP-CS para Andalucía- qué se minimiza y a dónde
irán a parar los dineros de todos. Los preocupados por la educación de este
país podrán apreciar cómo saldrá parada
la escuela pública. Y podrá predecir cómo ese programa político aumentará
situaciones como la de un colegio de Aravaca, o la denunciada en Barcelona respecto a la diferencial acogida de
inmigrantes según qué centros. Que las desigualdades que padece el derecho a la educación –igual que muchas otras
de urgente atención- irán en aumento, es fácil de ver.
Viejas estrategias
Lo es, además, caer en la cuenta de que, por mucho o poco que
hagan desde el Ministerio sus actuales directivos, los jóvenes que están
entrando a decidir en las Comunidades reiteran su fe en las viejas políticas. Cómo
las llevarán a cabo ya no es noticia. Sus estrategias, medios e instrumentos
están patentes en el libro de José Luis Pazos: No nos callarán (Madrid, Ediciones ACC, 2018). Si lo que hicieron
en Madrid a la escuela pública Gallardón, Aznar, Aguirre, González y Garrido,
fue malo, la pretenciosa juvenilidad de
Casado & Socios & Cooptados, será pésima. ¡Cuidado con el humo… de la leña verde!
Manuel Menor Currás
17-1-2019
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