La
atención social es la gran cuestión subyacente
Prosigue la perspectiva de intemperie
para 2019, salvo que el voto de los ciudadanos sea más proclive a la hegemonía del bien común sobre el privado.
Una reciente sentencia del TSJM frente a una demanda sobre la recién
inaugurada medida municipal que restringe el tráfico automovilístico en Madrid
Centro, arguye que "existe un indudable
interés público en la aplicación inmediata de las normas que la componen".
Según este tribunal, los querellantes, el PP y Comunidad de Madrid, no detallan
en qué consistan los prejuicios que calificaban de irreparables si se aplicaba
esta norma; “una mera invocación genérica" no es suficiente. Por otra
parte, no serían procedentes “medidas cautelares” en contra salvo que las
consecuencias derivadas del proceso resultaran “irreparables”. No sucediendo
así, aplicarlas sería “un enjuiciamiento
sobre el fondo del proceso".
Esta
sentencia tiene indudable interés en el terreno de las políticas educativas,
por la similitud de posibles conflictos entre
bien general e intereses individuales. Una de las pugnas que protagoniza
la posible reforma de la LOMCE es la relativa a una supuesta “demanda social” (art. 109.2), el motivo en que se apoyaría la “libertad de
elección de centros” potenciando su libre creación con concierto de por medio.
Esa supuesta “demanda social” es proclive a fragmentar el sistema educativo por
razones ajenas a los derechos fundamentales de los ciudadanos, soportando
asimismo particularidades que, a gusto de los consumidores y bajo amparo de
dinero público, facilitaría el negocio privado de la educación. Esta hábil
maniobra que Wert introdujo en la ley orgánica todavía vigente, faculta la
interpretación neoliberal del derecho universal a la educación lesiva para una
educación igual de todos los españoles.
La versión neoliberal
Si
hubiera dudas, José Luis Pazos ha mostrado en ¡No nos callarán! la interpretación práctica que, con sus decisiones
sistémicas, haya dado la Consejería de
Educación de la Comunidad de Madrid a esa presunta “demanda social” y a su
tutelada libertad de negocio educativo. Ese abanico de medidas ha facilitado
que su sistema educativo fuera cambiando de signo –cada vez más favorable al
subsistema privado y privado-concertado- a cuenta de detraer recursos a su
parte pública, dificultando innecesariamente que pueda haber un sistema de
cohesión compartido por toda la población en nombre de supuestos idearios
particulares. No es casual, además, que
cuando algunas de estas decisiones han sido recurridas y ganadas ante los
tribunales, hayan tenido poco recorrido efectivo; qué destino aguarde a algunos
de los implicados en diversas investigaciones judiciales sobre corrupción está
por ver. Después de 9 años, a la Gürtel le falta mucho por decir en sus
conexiones con políticas educativas, igual que al caso Lezo y al de los usos y
abusos a que –según indicios- haya sido
sometida la “Agencia Informática y de Comunicaciones de la Comunidad de Madrid” para
presuntamente pagar a proveedores del PP.
Entre
2010 y 2014, sobre todo, muchos gestores de la autonomía madrileña favorecieron
los intereses privados con el pretexto de servir a los intereses públicos. No
solo en Educación, sino también en Sanidad y, entre otras actividades, las de la sociedad pública de Arrendamientos y Promociones, donde –¿para ahorrar?- se vendieron edificios céntricos a
compradores con los que se había estipulado que se les alquilarían para sede de
diversos organismos. La misma técnica, por otra parte, del “capitalismo
extractivo” que se ha empleado en más de 100 solares municipales para instalar colegios
concertados de entidades amigas.
Los exégetas
En
este contexto, se puede entender mejor buena parte del cabreo constante que
teatralizan Casado y Rivera respecto ante los posibles aciertos que pueda tener la gestión de Sánchez en
Cataluña y en otros frentes políticos. Estando por medio los Presupuestos,
protestan por no poder gestionarlos ellos y su clientela. También es más
inteligible el sermonario de Aznar cuando se erige en hacedor de la constitucionalidad de los demás sin mirarse
a sí mismo, su trayectoria y la de sus dilectos seguidores. Este exclusivo sentido
patrimonialista, aplicado al artículo 27 y a cómo deba ser la educación de los
españoles, transpiran quienes proclaman que la pretensión de Isabel Celáa con el anteproyecto que presentará en enero al Congreso de
Diputados, es “una ley contra la enseñanza y contra el país”.
Borroso 2019
La
discordancia entre el bien común y el muy estrictamente privado hace recordar
cómo casi siempre media en nuestras opiniones una bruma de historia difícil de
compartir. A un símbolo tan importante como el de la Navidad le sucede igual: sin
dejarse seducir por sus versiones más pegajosas, no solo contiene interpretaciones
enfrentadas, sino que ejemplifica desajustes en que nuestro propio pasado de lo
actual nos resulta borroso y deformado. Mircea
Cartarescu, en el prólogo de su gran trilogía, Cegador, cuenta cómo “el vivaz y absurdo hoy” versa “sobre la tensión y
la falta de entendimiento entre mi mente de ahora, la de hace un instante y la
de hace diez años; sobre su interacción, sobre la injerencia de una en la
imaginería y las emociones de la otra. […] ¡Cuanta fascinación por la ruina y
la putrefacción!”. Bueno sería terminar 2018 con la ambición de que tanto
manoseo, y tanta fascinación por un pasado desigual como está aflorando, no sea
lo más deseable para un venturoso 2019.
Manuel Menor Currás
Madrid, 23.12.2018
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