En estos días, nuestros alumnos e hijos van a realizar unas pruebas de evaluación externas, pero ¿qué se evalúa de verdad en los centros de enseñanza? las capacidades, las competencias clave (7), los estándares de aprendizaje (entre 40 a 70 por nivel y asignatura), las rúbricas, ¡uf!, esto es demasiado, en general se reduce a evaluar lecciones o contenidos elaborados por otros en editoriales.
Somos generalizando, buenos aplicadores de un currículo que casi nadie cuestiona, ni en coherencia , ni en organización y estructura , ni en cantidad, por cierto excesivos los contenidos, estándares… para los tiempos de dedicación horaria de cada asignatura ( “voy fatal, no llego a dar el temario o la programación”), no atiende a la madurez de los alumnos ( la redacción y tecnicismos no se ajustan a las edades a los que va dirigido, “no comprenden lo leído”), no atiende a la diversidad proponiendo niveles de complejidad a veces asimilables en general por los chicos más avanzados, de capacidades altas y buena memoria ( “da lo mismo así el próximo año irán más sueltos”), esto no hay pacto educativo que lo arregle.
Los servicios de inspección nos indican que centremos la evaluación en competencias y que trabajemos en equipo, estableciendo contenidos comunes o transversales y que eliminemos los repetitivos, pero ni se “tala” los contenidos ni se trabaja en equipo, ni se selecciona los estándares básicos o imprescindibles, aplicando el mismo rasero para todos, incluyendo a los alumnos con dificultades, acnees y acneaes.
En los coles e institutos, los Directores ya les han aleccionado para que no transmitan “ideología” en relación a las pruebas y estarán estrechamente vigilados para que el absentismo a las mismas, no supere el 10 %.
Los maestros y profesores ya entrenan las pruebas en sus clases, mandan deberes que son antiguos controles de los CDI de Madrid, etc…, todo vale para sobrevivir al sistema y salir bien en la “foto” (los ranking, clasificaciones…).
Las familias y alumnos, gastan recursos económicos en profes particulares, academias de todo tipo, tutores todo terreno, o sacrificando familiares…”para no perder el hilo y no quedarse atrás…”, en definitiva, posicionar a nuestros hijos y alumnos lo mejor posible, para un futuro más esperanzador y de rebote favorecer un aprendizaje paralelo a la escuela pública, en honor a la calidad.
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