Asamblea IES Rosa Chacel nos envía este artículo y estas fotos:
Que no se vuelva a apagar la voz de Rosa Chacel[1]
Que no se vuelva a apagar la voz de Rosa Chacel[1]
La administración ha decidido que el
IES Rosa Chacel, un centro público histórico del madrileño barrio de Hortaleza,
no es apto para ofrecer la ESO y Bachillerato. Los argumentos que se esgrimen
son un símbolo del daño que se está haciendo a la educación pública; toda una
maraña de despropósitos, despreocupación por las familias del barrio,
pragmatismo cínico y cortoplacista y, sobre todo, disfrazada ideología
neoliberal. Así, grosso modo, se
trata de que no hay demanda suficiente, que tenemos en un barrio seis centros
que ofertan ESO (de ellos tres concertados).
La cuestión es que un centro con
instalaciones suficientes y posibilidades enormes va camino de ser
infrautilizado, que una parte importante del barrio se queda sin los servicios
de ESO y Bachillerato, y que la alumnas y alumnos a los que les correspondería
el IES Rosa Chacel tendrán que hacer kilómetros para recibir la educación
que quieren y necesitan.
Las familias del barrio, el alumnado y
los docentes, está claro, no queremos que se “reconvierta” y hemos tratado de
explicar las cosas desde que anunciaron el sacrificio de una parte vital del
centro: el derecho a recibir una educación pública de calidad no puede depender
de que haya mucha o poca demanda (si las cosas se hicieran bien, pues no haría
falta recordar que la administración tiene la obligación de asegurar la
educación de las familias; cuestión de derechos humanos); pero, más importante
aún, es que no podemos olvidar que la cacareada demanda no nace, sino que se
hace. No hace falta que nos vayamos a Marx para defender eso que explicaba Adam
Smith de que la demanda depende de la oferta.
Y ese es el cuento con el que nos
encontramos, si al final la administración no es la que cuida, promociona, mima
y defiende la enseñanza pública, entonces se va a deteriorar, no tendrá el
prestigio y la categoría que le corresponde y desde la inmediatez será más
difícil defenderla.
Madrid como capital del Estado tiene
una responsabilidad enorme, y esa es su gloria y su condena. En la cruzada
contra lo público a la que se han lanzado los gobiernos del neoliberalismo y
que tanto ha aplaudido el status quo, pocas comunidades como Madrid han sufrido
tanto. Es modelo para el resto del Estado y la lucha de la misma marea verde
para evitar esa apuesta por lo privado ha tenido que ser mucho más heroica que
en ningún otros sitio. Posiblemente de lo que nos sintamos más orgullosas, es
precisamente de pertenecer a ese grupo de combatientes (docentes, familias y
alumnado) que se han dejado la piel por la enseñanza pública. Y que nadie dude
que hemos conseguido cosas muy grandes.
En fin, en Madrid ya hace mucho tiempo
que se abrió el melón del negocio privado en los servicios públicos. Los
argumentos a favor los hemos oído – los seguimos oyendo – mil veces: las
familias tienen derecho a decidir qué educación reciben sus hijas e hijos, el
sector de la privada/concertada no va a eliminar la educación pública, va a
aligerar la carga de la pública, que quedará para quienes verdaderamente lo
necesiten, los proyectos educativos innovadores no tienen cabida en la
educación pública, hay que dejar espacio a la iniciativa privada…
Las únicas familias que verdaderamente
“eligen” la educación de su prole pagan carísimos colegios privados que
garantizan que su descendencia esté bien relacionada de por vida. El resto,
como mucho, aspira a que no se junten niñas y niños (anticonstitucional) o a
que descienda el número de inmigrantes y alumnado con problemas en las aulas.
Eso sí, estos últimos financiados con dinero público.
La innovación educativa y las nuevas
metodologías deberían poder ser dentro de la pública, pero es imposible con
25-30 estudiantes por aula. Así que eso de que se garantiza la calidad de la
educación pese a los recortes... ¿En serio se puede justificar eso?
Los centros de nuevas pedagogías se
cuentan con los dedos de una mano, probad a contar los centros religiosos
concertados, a ver cuántos salen.
Pero veamos las cosas de otra manera:
vamos a llenar los centros de profesionales y recursos; vamos a hacer que el
IES Rosa Chacel (como ejemplo) no tenga dos ordenadores y una impresora para el
trabajo de todos los docentes, y que la calefacción funcione en todas las
clases, y que todo el alumnado pueda acceder sin problema a las Tecnologías de
la Información, y promocionar proyectos que vinculen el centro al barrio...
Otra cosa que no habría que decir, pero esa es la responsabilidad de la
administración.
El descuido de lo público podría ser
considerado como negligencia, pero la cosa es mucho más grave porque de lo que
se trata no es de descuido, sino que hay una carga de intencionalidad tremenda.
Lo que está en juego al final son dos modelos de educación y, al final, dos
modelos de sociedad. Aquella que protege y defiende la cultura para todas y
todos, y aquella que cree que no todos tienen derecho a recibirla.
Defender la educación pública
significa defender la igualdad de oportunidades, defender el sistema de becas,
o mejor, una educación gratuita desde el inicio al término (eso no ha llegado a
pasar nunca en este país), esto es lo único que garantiza que puedas
desarrollar al máximo tus capacidades, vengas del entorno socioeconómico del
que vengas.
Y una cosa más, no hay que olvidar que
la idea de los conciertos fue una solución cortoplacista al problema de tener
que construir muchos centros educativos de golpe en todo el Estado. Ahora que
la presión demográfica es menor no tiene sentido que se abra más concertada, y
no solo se conciertan más centros, sino
que, como vemos en Hortaleza, se cierran los públicos, que son de todas
y todos, y se mantienen abiertos los concertados, pagados con dinero público,
pero cerrados a las familias con menos posibilidades económicas.
En fin. Que cuando se habla de ataque
neoliberal, de agrandamiento de la brecha entre ricos y pobres, de bolsas de
pobreza… No hay que pensar sólo en la tasa de paro. Porque si es así hoy,
imaginad cuando todas nuestras niñas y nuestros niños salgan de sus pobres
escuelas públicas (abarrotadas, con pocos docentes sobrecargados, sin
presupuesto), sin título y sin reválida, sin dinero para estudiar una carrera,
ni en formación profesional ni en universidad. Entonces sí que será un planazo:
nada de oferta laboral y una enorme bolsa de mano de obra disponible, poco cualificada
y pobre. ¿Os suena?
Y al final seguimos estando en la
trinchera, porque nos vamos a seguir dejando la piel por eso que consideramos
tan nuestro y tan importante: la cultura. La defensa de la cultura en el día a
día es nuestro trabajo; pero quizás lo
mejor que podemos enseñarles a nuestras alumnas y nuestros alumnos, a nuestras
compañeras y a las familias, es que hay que luchar por lo que uno quiere, que la justicia es nuestra meta, que no hay
que tirar la toalla y que las batallas hay que librarlas, porque ya estamos
ganando al luchar, porque más pronto que tarde ganaremos y porque, como decía
Silvio Rodríguez, “nos va la vida en ello”.
Sergio Avilés Rico. Profesor de Filosofía
del IES Rosa Chacel
Asúnción López Manjón. Presidenta del Ampa del
IES Rosa Chacel y Profesora de
Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid
Maria José Puerta Ibáñez. Profesora de
Informática del IES Rosa Chacel
[1] Rosa Chacel fue una
escritora de la generación del 27, al igual que muchos tuvo que exiliarse
huyendo del franquismo, como muchas, su voz fue acallada
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