Manuel Menor nos envía este artículo:
Las
contradicciones entre lo que se ve y lo que se dice tratan de educar nuestro
escepticismo: “todos son iguales” y la corrupción, como otros enredos, no tiene
enmienda.
Cuando el sistema escolar
estaba vertebrado por el catecismo del P. Astete o del P. Ripalda, la
esquizofrenia moral tenían fuentes variopintas. Una muy frecuente tenía que ver
con lo que prescribía el octavo mandamiento, en que se mandaba “no levantar falso
testimonio ni mentir”. Casi
automáticamente, uno de los insultos de mayor éxito –repetitivo de la glosa
catequética- era el de hipócrita que lanzábamos a cuanto individuo adivináramos
falaz.
Los tres monos sabios
Ha llovido lo suyo desde entonces y ya es señal de modernidad
emprendedora tener la cara suficiente para aguantar el chaparrón si te pillan
en algo gordo. Si además tienes un buen servicio de comunicación a tus espaldas
para lavar la posible mella de imagen que hayas podido sufrir por un percance con
la UDEF, la hipocresía puede lanzarte al estrellato mediático. Todo es bueno
para el convento, decía el fraile. Y todo parece aprovechable con tal de que
hablen de ti. La hipocresía y la mentira ayudan a crear tendencia y hay tendencias
que vienen a ser la piel de asuntos constitutivamente hipócritas.
De esta hipocresía actual forman parte los conflictos cada vez más
graves entre lo que se mira y se ve, entre lo que se oye y se escucha, y entre
lo que se dice y se calla. Tampoco esto es nuevo, claro. Los tres monos sabios
de la tradición moral japonesa –esculpida a comienzos del XVI en un santuario
budista- predicaban no ver, no oír y no decir: una fórmula prudente de no
meterse en problemas y rendirse al sistema por insatisfactorio que fuera. Una
tradición más antigua todavía, y que recorre prácticamente toda la literatura
paremiológicasiempre insistió en esa misma moral morigerada, cauta yconvenienzuda
del siervo. Tópicos son los refranes gallegos en que nunca se sabe “si lo vio o
no lo vio”, ni si se sube o se baja, aunque también los haya expeditivos y
clarificadores, como algunos que dejó ilustrados Castelao del tipo de: Probes dos probes, reveladores de
mentalidades nada uniformes en cuanto a honestidad.
Ejemplaridad
“edificante”
Con el verano y el calor no parece sino que crece el contrapunto
de lo hipócrita como valor en alza. Al menos este año, competir en política
está dando muchas ocasiones para mostrar cualidades en estas lides. Vean, por
ejemplo, lo que ya está pasando en Madrid –prototipo de noticias similares en
otras partes- respecto a políticas educativas. El gobierno actual de esta
Comunidad ha perdido una votación en que se le instaba a retrasar el desarrollo
de la LOMCE en el curso próximo, al tiempo que se le pedía la reducción urgente
de tasas universitarias, en Educación Infantil y Formación Profesional, para
“elaborar una política que permita un acceso a la educación como elemento de compensación social”. Todas venían siendo cuestiones intangibles, desde bastante más atrás
que la tan invocada “crisis”, por cuestiones de moral aseñorada y muy distante
de la plebe.
La hipocresía era más grave todavía en relación con los comedores
escolares desde que se puso en marcha la excusa de la crisis para humillar un
poco más a quienes estaban soportando con más dolor desajustes que no habían
causado. En nombre de la falsa moral de posible mala imagen para el turismo
visitante, no existían niños hambrientos. Ha sido pasar las elecciones del 24
de mayo y han empezado a llover las almas benéficas en pro de niños pobres y
desnutridos, no sólo desde la nueva alcaldía de Madrid, de Manuela Carmena –coherente
con lo que ya había hablado en campaña-, sino de parte de quienes sacaban ahora
esa bandera para tener mayoría relativa
en la Asamblea y lavar imagen.
Imagen online
Esta historia de la hipocresía en la Comunidad de Madrid tiene,
además,algunos ejemplos extraordinarios en quienes pasaron por la Consejería de
Educación, la Sra. Fígar y quien le sucedió en el cargo,ManuelPérez. Ambos, imputados en la Operación Púnica –ejemplo extra para entender
los entresijos de algunos emprendedores modélicos en entresijos de hipocresía rentable-,
porque pagaban con dinero público -con “pagos encubiertos”, claro-, servicios
para mejorar la imagen online. Estaban
quedando mal ante los ciudadanos con muchas de sus decisiones y pagaban para
que no se notara y que, además, cundiera la idea de que eran muchísimos siempre
los que estaban contentos de su gestión. En el Archivo documental de los
comunicados de prensa del gobierno autonómico anterior, deberá figurar esta
cláusula correctora: léase todo con lupa. Probablemente, también en muchos
otros del pasado, presente y futuro.
No es lo último. La prensa nos da muchísimos ejemplos de
“transparencia” todos los días. Ahí está Rajoy presumiendo el pasado día 22 de
que “lideramos la creación de empleo sinocurrencias”, gozoso de anunciar lo que aparentaba ser un récord de la EPA,
con datos “no coyunturales sino estructurales”. Curiosamente, también el
presidente de la CEOE estaba muy alborozado porque, a su muy personal parecer,
era el signo de una “firme recuperación”. Se olvidaban del 22,37% de parados que
ahí siguen, y de las formas estadísticas de contar qué sea paro o no en este
momento en España, y todo vale para el cómputo “excelente” –cómo disfrutan con
este adjetivo- aunque sólo se trate de
una hora trabajada o se sume la inmensa cantidad de falsos autónomos como si realmente
estuvieran haciendo algo. Muchos preferirían que hubiera comentado la “Encuesta
del INE sobre niveles de vida 2014”. Que hablara de cuántos hogares hay en
España en que ningún miembro percibe salario ni prestación social alguna. Que,
a continuación, mostrara la incidencia que en tales hogares -y otros- tiene la
reducción de becas de todo tipo, incluidas las de comedor y de libros, porque en
estos últimos años se disminuyó su importe global -en Madrid un 66%- o casi
desapareció, como en el caso de Castilla la Mancha. Si, además, hablara alguna
vez de la cantidad de niños que no pueden comer en las condiciones que
cualquier nutricionista infantil estima básicas para su buen desarrollo
corporal, o con las necesidades básicas de tipo educativo cubiertas, podría
liberarsee de la acusación de hipocresía politiquera. Todavía está a tiempo de
documentarse acerca de lo que ha hecho su Gobierno si lee algo del Informe de protección social en España 2015,
que CCOO publicó el pasado día nueve. No es rentable ante sus potenciales votantes,
pero se reconciliaría con muchos otros. La veracidad tiene esa capacidad: la
mentira y la triquiñuela son otra cosa.
Y contrapunto
Para colmo, si se contraviene la habitual hipocresía, y se
pretende restablecer la regla del bien común, la justicia distributiva y sus
consecuencias en el buen uso de lo público, surge de inmediato la afectación de
escándalo por parte de presuntos ofendidos que han ofendido a muchos otros con
sus gestos torticeros. Vean, si no, a la Sra. Colau renunciando a la prebenda
de un palco en el Liceu, que le venía costando al Ayuntamiento de Barcelona
108.000 euros. La bella petición de los dirigentes de la encumbrada entidad
musical, no puede expresar mejor la clásica “restricción mental”, siempre más
mentirosa cuanto más exquisita. Podría emplearse –dicen- para “un uso social” (el palco, no el dinero). Todavía no se han enterado de que
tanto maquillaje genera suspicacias, mientras crece la masa crítica de los
hartos de decir que “chove”.
Manuel Menor Currás
Madrid, 25/07/2015.
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