Contundentes en las
reglas y más suaves en las formas comunicativas –nuevo logo, nuevas caras-, no
moverán un pelo lo legislado hasta ahora. Al menos en Educación así parece.
Desaparecido el Sr. Wert, el calor del verano trae la proliferación de gurús que parecen
haber descubierto su hueco en Educación. A comienzos de este mes, era el
presidente de Repsol el que se lanzaba a estas procelosas aguas para “dar la
vuelta al sistema
educativo español”. El pasado día 12, lo hacía el de Telefónica, en este
caso para centrarnos la atención en el Big
Data y, supuestamente en el negocio creciente de información a través de su
empresa, porque lo que es su argumento para solucionar el problema del paro es
parecido al del cuento de la lechera
en versión digital. No sería de extrañar que, a este paso -y de proseguir
la evanescencia del Sr. Méndez de Vigo- , se vayan turnando los distintos
presidentes del cogollito del IBEX-35 para contarnos sus particulares versiones
acomodaticias de una ley tan apañadita
como la LOMCE. Ya no se descarta que los asuntos educativos de los españoles
pasen a ser competencia de un negociado exclusivo de la OCDE –en disputa o
reparto con la CEE.
La Bolsa ya está
diciendo que ¡tranquilos! El ejemplo rítmico de los cambios profundos que se pueden ha
quedado claro en Grecia. Los ciudadanos tendrán difícil ser ellos quienes
cuiden de que sus derechos y necesidades –sus intereses- sean atendidos debidamente
de manera distinta a la marcada por el nivel estricto de la cartera individual
de cada cual. Los deberes a cumplir son los que la Unión ha
impuesto a los griegos, con la metodología consiguiente de recortes,
recortes y más recortes. Ni siquiera en Europa está nadie ya seguro de que la
esperanza, la democracia y la prosperidad para todos sean compatibles entre sí
sin la anuencia estricta de quienes controlan
la economía. Tanto tiempo deseando encontrar la solución de atrasos y tropiezos
endémicos en Europa –como deseaba Ortega y Gasset en
1910-, para que pasados ya más de cien años, los españoles llegáramos a
constatar que en todas partes cuecen habas, que no atan los perros con
longanizas, y que cada palo aguante su vela.
El primer gran
aprendizaje a realizar, pues, por un país es el
mismo que suele imponérsele a las personas: el del principio de realidad,
siempre disminuida por múltiples determinaciones y pejiguerías que no estaban
previstas en la ensoñación correspondiente. En este tipo de aprendizajes no se
sabe bien si los españoles somos mejores alumnos para nuestros maestros, prefectos
y rectores europeos, atentos vigilantes de nuestro bien, sobre todo desde
Bruselas y Berlín. O desde Berlín y Bruselas, que parece ya ser este el orden
jerárquico más correcto del itinerario a memorizar. Lo cierto es que todo lo
hacen por nuestro bien y -por lo que se les oye decir cuando no regañan- es
probable que ya estemos perfectamente adiestrados en el adecuado aprendizaje de
tal bondad. Este es, en todo caso, el argumento de autoridad con que se
presentaba Guindos a regir una parte de
este tinglado en los años próximos.
Por nuestro bien –para que aprendamos mejor y no se nos disipe el mensaje educador
que nos venía inculcando el PP, gran intermediario de estos saberes prácticos-,
también acaban de cambiar el logo y algunas caras de disciplinados parlantes
que, en lo que queda de año veremos una y otra vez en nuestras casas. Dentro
del nuevo círculo del emblema, ya se distingue poco la gaviota, para suavizar
los mensajes de la cátedra de Génova en su camino hacia el afecto. Puede que
hayan querido aliviar la voracidad depredadora que los ornitólogos atribuyeron
a la gaviota para poner en solfa el
falso espiritualismo del aleteo místico que le quiso imprimir Juan Salvador
Gaviota en 1970. Había sido un auténtico best-seller
en aquellos años en que en España se estaba estrenando aquella LGE (Ley General
de Educación), en pleno desarrollismo tecnocrático y bajo el impulso de los
preocupaciones de la OCDE para la cuenca mediterránea desde 1961 y 1963. Todavía
no existía el Informe PISA, pero lo que prescribía la organización
internacional acabó pesando mucho en el despacho de Villar Palasí. Ya no éramos
un país estrictamente agrícola y las multinacionales marcaban una nueva
jerarquía de virtudes educativas, por muy asentados que hubieran estado los
valores que habían encontrado acomodo victorioso en 1939.
Aquí tenemos ahora esta
nueva fórmula comunicativa de los genoveses, más
retro que innovadora, tratando de dulcificar una gestión cargada de excesiva
distancia y una correspondiente reacción ciudadana, para intentar recuperar
sensaciones de buenas expectativas electorales. Y al compás de la suavidad que impone la nueva estrategia comunicativa,
han de entenderse los fervores de cuantos cargos intervienen en público, por
descargarse de cuanto pudiera resultar negativo a cualquier oyente incauto. Se
supone que, a base de repetir, las bondades existentes en España –y las
diferencias con otros- y contando, además, con la infinita capacidad para
reiterar subliminarmente que son muy buenos gestores y enseñárnoslo con mil
datos estadísticos que no conocíamos hasta ahora, se dulcificará el posible mal
criterio que tenga la ciudadanía. Llevará lo suyo, pero ahí están con esa
renovada labor tan patrióticamente educativa.
Una maestra del mensaje
edulcorado es Dña. Fátima Báñez, que acaba de
anunciar que los datos de empleo del segundo trimestre son “históricos”: hace
unas horas ya ha dicho que lo iba a decir y seguramente lo haya dicho cuando
usted esté leyendo esta columna. También fue ella quien invocó a la Virgen del
Rocío para arreglarlo, y la que vino a
decir que lo de nuestros jóvenes emigrantes era “movilidad exterior” –algo así
como que qué jaraneros eran- ; aquello en 2012 y esto en 2013 (16/04). Y todo
sin la más mínima mención al deterioro que haya supuesto su “reforma laboral”
de febrero de 2012, y callándose siempre que habla DE SUS predilectos
“autónomos”, que son casi en su totalidad gran expresión del rebajamiento del
trabajo a los niveles de defensa jurídica más deteriorados que recordamos. La
inmensa mayoría son “falsos autónomos”: lo saben muy bien en Hacienda cuando
observan a quienes facturan uno y otro mes, el mejor testimonio de que son
trabajadores “flexibles” de la misma empresa.
Báñez es toda una experta en dulcificar la realidad de la que ella misma
es responsable, a base de darle la vuelta a las palabras hasta que no
significan nada. Lo último que se le podrá oír oír en este sentido tendrá que
ver justamente con la baratura de los salarios, asunto que –como seguramente
dirá si no lo ha dicho ya-, no tiene que ver con su gestión, ya que son los
sindicatos los que firman los convenios… Probablemente no dirá casi nada tampoco de los
más de 30.000 millones sacados de la hucha de la Seguridad Social para tapar
agujeros diversos, como si no fuera cosa suya. Pero sí ha empezado a repetir urbi et orbi –para que entendamos bien
el objetivo de la suavidad comunicativa del nuevo logo- lo necesaria que es la
estabilidad del Gobierno para poder seguir creando empleo. Quien quiera
entender que entienda. Lo dijo el 5 de abril y lo ha vuelto a repetir el 8 de
junio. Y probablemente lo haya dicho más veces, pues para eso está: a ver si
consiguen modificar la tendencia de voto previsible en este momento.
Por mucho que lo quieran
dulcificar, los oyentes no debieran olvidar -a
modo de ejemplo- que la inversión en el
sistema educativo está peor que estaba cuando empezaron y que va a peor. ¡Ojo, pues, con el principio de realidad que
estos maestros nos quieren imponer! El que imponen –no lo olviden- es el que
estos días nos han mostrado con Grecia. Pero si quieren atenerse a los datos
objetivos de lo que de verdad están haciendo, observen los datos últimos acerca
del real comportamiento de este Gobierno con la universidad. Y es que la “recuperación
económica” –que tanto nos pregonan- se olvida de que nuestros centros de
educación superior han perdido el 5% de su personal en estos
tres años últimos, lo que equivale a un ERE de 7.776 puestos de trabajo. No
merece mucho la pena discutir acerca de la pertinencia o novedad del logo, pero
¡estén atentos a la suavidad de los mensajes del novísimo PP!
Manuel Menor Currás
Madrid, 13/07/2015
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