"Al final sólo podrán estudiar los ricos", protesta María, madre de dos hijas, a las puertas del colegio Virgen de la Paloma de Madrid. Los libros de texto de Claudia, la mayor, le han costado 150 euros. "Y todavía me faltan tres", suspira. Quedan pocos minutos para que los alumnos de este centro público comiencen sus clases y varios grupos de niños y padres se amontonan delante de la puerta.
"Los libros me han costado 30 euros más que el año pasado", cuenta la madre de Luis, que estudia 3º de Primaria. "Con la subida del IVA, esto es una ruina", protesta mientras el niño vence la vergüenza post-vacacional y empieza a hablar con sus compañeros de clase.
Sara González, madre soltera, no ha tenido que comprar libros de texto porque su hijo cursa Educación Infantil. Su preocupación principal es el comedor. "Hasta ahora, pagaba sólo 60 euros el mes, pero no sé si me van a mantener la beca", explica. La reducción de ayudas para el comedor escolar, que a partir de este curso en la Comunidad de Madrid sólo se concederán a ciertos colectivos, pone en peligro la beca de Sara. "Aún me tengo que informar, pero si no me dan la beca, no puedo. No puedo pagar 90 euros al mes por el comedor, no llego", confiesa.
A las puertas del colegio se habla del famoso tupper, la alternativa que han planteado algunas comunidades, entre ellas la de Madrid, para las familias que no puedan pagar el comedor escolar. "Yo igual lo hago, pero antes quiero saber si habrá alguien que vigile a los niños y les ayude a calentarse la comida", apunta Teresa. Ese es el problema. En el primer día de clase, todavía no se sabe nada sobre la organización de esta nueva medida.
La directora colegio, Nieves Yebes, denuncia la "incertidumbre" que supone para los centros el hecho de que la organización de la comida en tartera dependa de los consejos escolares. "Hubiera sido mejor que la Comunidad elaborara unas normas generales para todos los colegios", señala. Aunque todavía no hay mucha información al respecto, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, sugirió que podrían ser los profesores quienes atendieran a los niños que comieran de tupper. "Eso es imposible porque nosotros tenemos sólo una hora para comer", protesta una maestra del centro."Hoy los niños pueden venir con el tupper, y nosotros no tenemos nada preparado porque la Comunidad ha dejado todo en manos de los Consejos Escolares", explica una profesora de 5º y 6º de Primaria que prefiere no revelar su nombre. "No tenemos las instalaciones adecuadas ni tampoco el personal necesario para atender a los niños que se acojan a esta opción". Además, esta docente alerta del peligro del tupper: "Puede ser que la tartera se convierta en un simple bocata. Y eso es preocupante porque, en algunos casos, lo que comen aquí los niños es la comida más equilibrada que hacen a lo largo del día". Aun así, lo prioritario es el personal. "Solo los alumnos de 5º y 6º podrían calentarse ellos mismos la comida. ¿Pero los pequeños?", se pregunta.
Al margen del caos con el comedor escolar, este colegio, en el que estudian 440 alumnos, afronta el curso con un profesor menos (una jubilación que no se ha cubierto) y con unos pocos alumnos más por clase. En Infantil, pasarán de 25 a 28.
Publicado en publico.es
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