Las cabalgatas de Reyes son un indiscutible elemento
del folklore español, pero como la igualdad escolar, un signo equívoco para
adultos. Igual que cuando se habla de “recuperación económica”.
Creer, lo que se dice creer en los Reyes magos, suele considerarse un
signo de infancia. A pesar de que los rituales de regalos en el cambio de año
son bastante más abiertos que antaño, y también más plurales a causa de la
americanización de las costumbres después de 1953, es habitual decir de los
ingenuos de edad indefinida, entre la niñez y la adolescencia, que “todavía
creen en los Reyes de Oriente”. Por otro lado, tampoco es desdeñable recordar
que no es un asunto de fe estricta la monarquía de los presuntos visitantes de
Herodes, en Jerusalén, a la búsqueda del “Rey de los judíos”. El único
evangelista canónico que habla de estos buscadores del Jesús-Mesías, guiados
por una estrella, es Mateo, en el versículo 1 del capítulo 2, hablando de unos
“magos”. Ha de acudirse a los llamados evangelios apócrifos –no canónicos y
bastante más tardíos, del siglo II- para encontrar detalles más específicos: si eran tres –en la
tradición armenia eran 12-, cómo se llamaban o si eran reyes y cuál fuera su procedencia.
Roza más con la especulación -más o menos piadosa-, la carga simbólica que las
sucesivas tradiciones han ido incorporando a esta leyenda, de que es prueba
adicional la secuencia de reliquias más o menos preciosas –pero dudosísimas de
origen- que la creencia fue generando. Ejemplo bien significativo es, en
Colonia, una preciosa arqueta -en realidad un triple sarcófago de 2,20 m. de
largo por 1,53 de alto y 1,10 de ancho- recubierta de plata dorada, gran
cantidad de estatuillas decorativas y una cantidad bastante mayor de piedras
preciosas, obra todo ello del siglo XII. La razón de la construcción de la
magnífica catedral gótica de Colonia tendría su origen en estas presuntas
reliquias, a las que Otón IV había enriquecido con tres coronas de oro. No
menos interesante es la prodigalidad del tema de la “Adoración de los magos”
–preferentemente al de “La Epifanía” con que se conocía antes la celebración
litúrgica católica del día seis de enero- en la historia del arte europeo, con
eminentes representaciones también en España, donde una de sus primeras obras
literarias en castellano les fue dedicada: 147 versos polimétricos del siglo
XII, conocidos como Auto de los Reyes
Magos.
Según los intérpretes de esta tradición, al
nombre de “mago” parece irle mejor el significado de sabio o buscador de la
verdad, que el que habitualmente solemos aplicarle como hacedor de simulacros
engañosos para nuestros sentidos que, al parecer, tenía poco prestigio ya
cuando se redactaron los Evangelios. Lo hacemos en nuestro trato con la
infancia, al insistir en esa crédula ilusión que conviene a la ocultación
pautada de que solemos hacer uso con los niños. Más o menos –y salvadas las
distancias- lo mismo que acostumbran a hacer por desgracia muchos de nuestros
representantes políticos al tratarnos como votantes: magia potagia. Con el
agravante de que, una vez que les votamos, no generan preciosidades como la del
relicario alemán citado, sino que no es infrecuente que nos dejen burlados: de
similar modo a cuando, por Reyes, nos daban carbón en vez de juguetes. Este
juego de prestidigitación se hace particularmente amargo en asuntos que atañen
a nuestras escuelas, colegios e institutos, como el funcionamiento de la
presunta igualdad educativa o -por hablar de algo más contradictorio todavía
con lo que las cabalgatas del día seis trataron de cubrir con su brillante
parafernalia-, que muchos niños cuando fallan los comedores escolares pasen
hambre. Dicho de otro modo, que, por bonitos que sean los caramelos y juguetes
de esta fiesta de Reyes, tan arraigada todavía en nuestras costumbres, no
debieran tapar serios problemas de fondo que tenemos en nuestra organización
social cotidiana. En el colmo del oropel y la ficción del pasado día seis, a
algún rey mago municipal ante las cámaras pude oír en esa cabalgata un “feliz
mensaje” subliminal dirigido a tapar s nuestras conciencias tan frívolamente que parecía un insulto a la
razón.
Cáritas, Cruz Roja y
Save the Children –entre muchas otras
organizaciones- vienen denunciando desde
hace tiempo cómo tenemos muchas familias con problemas serios por razón del
paro laboral en que se encuentran los padres, y sin perspectiva de salir de esa
situación; cómo se están precarizando más las condiciones de los trabajos existentes
en muchos otros hogares; cómo no tenemos una cultura tan potentemente arraigada
como para que los niños y sus estudios escolares sean objeto preferente de
atención familiar. Y se acumulan todos estos problemas justo en esas zonas de
la población donde la pauperización es creciente a pesar de los atisbos
macroeconómicos que puedan mostrarnos como signo de la recuperación. La
consecuencia es que, a la hora de estudiar, esas carencias de los elementos
nutritivos indispensables para un buen desarrollo personal y, en particular,
para prestar atención al sentido positivo que pueda tener la escolaridad, hace
que se pierdan inútilmente esos tiempos y esfuerzos, y corran grave riesgo las
vidas de estos niños. La hipocresía de la dura situación en que se encuentran hace,
de este modo, que se cumpla tristemente el viejo refrán del obsesivo primum vivere…
La Federación de Padres
y Madres “Giner de los Ríos” ha promovido, por
todo ello, una campaña para que se abran los comedores escolares los 365 días
del año, porque hay Comunidades que consideran un descrédito para su imagen
sostener este servicio, razón por la que o no existe o lo dotan miserablemente.
Es más, consideran populismo llamar la atención sobre un problema de fondo tan
grave. No tienen inconveniente alguno, sin embargo, en patrocinar por todo lo
alto alegrías que –en la otra versión de “populismo” a cuenta de los
presupuestos de todos- enaltezcan una gestión absolutamente discutible que
beneficie en exclusiva a unos pocos del percentil alto del PIB. La FAPA madrileña, al tanto de los problemas
de muchos escolares, ha enviado un documento para discusión a todos los
diputados de la Asamblea de Madrid, y otro complementario a la Fiscalía de
Menores. E invita a todos los ciudadanos, además, a que firmen su petición, no
a los Reyes Magos, sino al Presidente de la Comunidad madrileña, con el fin de
que este colectivo ciudadano de los más débiles, y en grave riesgo de salud,
pueda encontrar un atisbo de esperanza a sus vidas: no piden una limosna sino
algo que es de justicia distributiva primordial. Inquitémosnos por lo que está
pasando, si buscamos la verdad y no la ilusa apariencia, y demos más humanidad
a nuestra convivencia colectiva. Éste es el enlace: https://www.change.org/p/presidente-de-la-comunidad-de-madrid-apertura-de-los-comedores-escolares-los-365-d%C3%ADas-del-a%C3%B1o
Manuel Menor Currás
Madrid, 08/02/2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario