martes, 1 de octubre de 2013

La imposición del bilingüismo sin los recursos necesarios es una contraproducente "política de escaparate"

EL PAÍS.COM:  Bilingües a la carrera


Hace ya más de una década que algunas autonomías pusieron en marcha tímidamente proyectos de escuelas públicas con enseñanza bilingüe (normalmente, con algunas asignaturas impartidas en inglés), pero fue a mediados del año 2000 cuando el número de centros y el de autonomías que se subían al carro empezó a crecer exponencialmente, en una carrera que continúa hoy y se extiende con fuerza en comunidades con lengua cooficial a través del trilingüismo (en Baleares, los docentes siguen en pie de guerra contra el proyecto para ponerlo en marcha de manera torpe y apresurada, aseguran).
Y ahora, los Gobiernos de Castilla-La Mancha y Murcia han prometido que todos los centros escolares de sus regiones serán bilingües en un lustro. “En cinco años, posiblemente en cuatro, todos los centros sostenidos con fondos públicos de Castilla-La Mancha tendrán enseñanza bilingüe”, dijo la presidenta de la Junta, María Dolores de Cospedal, a principios de septiembre durante el debate del estado de la región. Lo mismo anunció la semana pasada el consejero de Educación de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, para todos los centros escolares de la región.

La consejería castellano-manchega no ha contestado a este periódico a las preguntas sobre la situación de partida y los recursos que se destinarán a cumplir su objetivo. Pero, según dijo el consejero Marcial Marín el pasado martes en rueda de prensa, este curso hay 326 secciones bilingües y, teniendo en cuenta que hay 1.091 centros públicos y concertados en la región, les faltarían el 70%, es decir, 765.
Nadie discute la imperiosa necesidad de enseñar mejor los idiomas (preferentemente, la lengua franca, el inglés), pero los expertos advierten de que este tipo de vistosas y atractivas iniciativas de centros multilingües, si no se hacen bien, pueden, incluso, llegar a ser contraproducentes para la enseñanza en general. Por ejemplo, si un profesor da clase de Ciencias en inglés sin dominar suficientemente el idioma, se puede resentir el aprendizaje. “Hay algunos estudios que han constatado que una deficiente formación en la segunda lengua por parte del profesor lleva a los alumnos a no entender el contenido y a mostrar una actitud negativa hacia el idioma y hacia el contenido”, asegura la profesora de Filología Inglesa de laUniversidad de Valladolid Pilar Garcés. Además, el cambio al bilingüismo no solo consiste en hacer lo mismo en otra lengua, añade la profesora de la Universidad de Alcalá Ana Halbach. “Si el docente está acostumbrado a dar una clase magistral de cualquier asignatura en español y hace lo mismo en inglés es muy probable que los alumnos tengan grandes dificultades para entender la materia”, asegura. La formación docente, insisten ambas especialistas, es la clave para que el modelo funcione.
En el caso de Murcia, les faltan el 30% de los institutos (34) y el 70% de los colegios (283), explica un portavoz de la consejería. Sobre el presupuesto necesario, aún no lo tienen calculado, pero añade que la mayor parte del esfuerzo será en formación docente, a la que cada año destinan “un millón de euros”. Formarán, asegura, a 5.000 profesores.
Desde la Federación de Enseñanza de CC OO de Murcia, Pedro Manuel Vicente pone en duda la capacidad para llevar a término este proyecto en el actual contexto de recortes. “Es política de escaparate”, se queja. Los centros públicos murcianos perdieron en solo dos cursos más de 1.700 profesores (un 8%). Y Castilla-La Mancha, por su parte, encabeza la estadística de recortes de toda España: 4.400, casi un 15% menos.

“A principios de este año, con motivo de la celebración de un seminario sobre enseñanza bilingüe, el British Council pidió a las comunidades datos sobre sus programas bilingües, y el resultado de la encuesta fue imposible de analizar porque cada una lo interpreta de manera diferente”, ejemplifica Halbach. De hecho, el anterior equipo del Ministerio de Educación con el Gobierno del PSOE formó un grupo de trabajo para poner un poco de orden en esa situación y establecer unos mínimos que se habrían de cumplir para poder colgar el cartel de bilingüe en la fachada del colegio. La comisión murió sin cumplir su cometido, cuando apenas había empezado a discutir sobre el nivel de idioma que, sobre el papel (B1, B2, C1...), habría que exigir a los maestros.
Pero el problema, para empezar, es que no está claro exactamente a qué se refiere la idea de colegio o sección bilingüe, pues cada comunidad autónoma lo define de manera distinta. Por ejemplo, en Madrid los alumnos de estos colegios reciben entre el 30% y el 50% del horario en inglés (cualquier materia excepto Matemáticas y Lengua Castellana). En cuanto a un instituto, es bilingüe si da una hora diaria de inglés y hace extraescolares en ese idioma (la tutoría y alguna otra materia también pueden impartirse en inglés); en una sección bilingüe, aparte de lo anterior, al menos un tercio del horario se da en inglés. En Murcia, es el 25% del horario en primaria, y en secundaria son al menos dos asignaturas en inglés, además de poder ampliar las horas de la clase específica de este idioma.
Halbach dice, sobre el anuncio de Murcia y Castilla-La Mancha, que su éxito depende de los medios que se pongan. Y recalca: “Me permito dudar de que sea conveniente que todos los alumnos sigan una enseñanza bilingüe. Cada alumno es diferente”. Y Garcés añade: “No me parece realista porque se necesita inversión en educación. El aprendizaje de un idioma lleva tiempo y hay que ser serios a la hora de tener un personal competente en el contenido y en la lengua. Asimismo, para que el bilingüismo funcione, tiene que cambiar la actitud de la sociedad con respecto al aprendizaje del inglés. Si se hace un estudio del número de personas que acuden a una sala de cine con versión original subtitulada se comprobará que es mucho menor que el que va a la versión doblada”.

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