El último Informe PISA (para adultos) no justifica que la LOMCE vaya a mejorar la educación española
El propio MEC ha cambiado el argumento. Han pasado de decir que “la LOGSE hunde el sistema” a reconocer que “hemos avanzado, pero no lo suficiente”.
Si bien se mira, no es extraño que el PIAAC (Informe PISA para adultos) haya detectado un bajo nivel comprensivo en las competencias lectoras de los españoles. Lo sabíamos por otros indicadores, por la historia de nuestra educación y sus limitaciones –desde la Ley Moyano en 1857, hasta la LOCE de 2002- y por los datos que proporciona periódicamente el Censo, testigo fidedigno tanto del bajo nivel educativo medio de los españoles como de las sensibles mejoras de los últimos treinta años. Evidencia éste que no es idéntica la situación de los mayores de 55 años que la de quienes andan entre los 16 y 24. Con ser mejorables los sistemas que han vivido los nacidos después de 1988, infinitamente más mediocres fueron los padecidos por quienes nacieron en los 40 y 50, con mucho más analfabetismo absoluto e, igualmente, con muchas menos universitarios. Es verdad que el Censo sólo registra los títulos académicos, pero sus variaciones no son ajenas a la historia educativa de los españoles. El PIAAC, más explícito en cuanto a qué saben hacer los encuestados, permite comparaciones con otros países de la OCDE y nos advierte un poco más acerca del panorama educacional de nuestra población. Pero no vale para argumentar la conveniencia de la LOMCE. Hacerlo es, sencillamente, un atropello, ya que PISA muestra que las generaciones últimas de estudiantes de nuestro país no están tan alejadas de los promedios internacionales -como viene repitiendo, insistente, el sociólogo José Saturnino Martínez (@mandarrian), entre otros.
En nada mejoran las capacidades de nuestros estudiantes –ni las de la población en general- cuando oficialmente, desde el MEC y muchas Comunidades, se emplean sin rubor estos y otros datos para lo contrario de lo que debieran, dando a entender que con esta nueva ley pronto cambiará sustancialmente el panorama. Ahora que han recortado el presupuesto, han multiplicado el duro trabajo de los docentes residuales y tratan de introducir en el sistema asuntos, controles y materias de otra época -sin más consenso que el de su solitaria mayoría parlamentaria-, los grandes principios de la LOMCE sólo empeorarán los datos de PISA/OCDE. Salvo manipulación, todo induce a pensar que declinarán más esas capacidades lectoras y matemáticas genéricas.
En boca de algunos eximios políticos, “mejorar” casi siempre es un eufemismo huero y equívoco, tan reiterado que no podemos fiarnos de una supuesta honestidad y decencia en el decir. Suena más a trampantojo verbal, a consigna anticiudadana afanada en tapar la ineptitud o el ansia de que todo se vuelva un poco más trágico. No vamos a exigirles que sean unos exquisitos académicos, pero sí que sean rigurosos y honestos en el significado que denotan sus mensajes. La de su palabra es la mínima pedagogía que pueden ejercer. Debieran saber que a nadie anima a leer y entender lo que sucede –ni menos lo que presuntamente hacen ellos como representantes nuestros en lo público- si les vemos empeñados en tergiversar y anular el aire semántico de las palabras que nos son más queridas: democracia, justicia, servicios sociales dignos, igualdad, y tantas otras que componen el campo primordial sobre el que se estructura un sistema educativo coherente.
Todos los días hay grandes novedades en este terreno del Logos político, que diría D. Emilio Lledó, pero ha sido significativo, este martes pasado, que un relevante parlamentario dijera que oponerse o discutir leyes como la LOMCE –u otras que nacen marcadas con similar cariz reformista- era “conservador”. Y también tuvimos que oír que era “progresista” enseñar a las madres en situación abortiva una ecografía de su feto... Que nadie se extrañe de si, ante tales abusos del lenguaje, la gente opta por la asiduidad a telebasuras varias: ¿es ese el objetivo? De proseguir este ritmo de antipatía, habría que exigir al Sr. Wert que retire a España de los trabajos de PISA, pues sólo parece que valgan para que su propio círculo hermenéutico ofenda la inteligencia de los ciudadanos. Usado para el monólogo exclusivo, no para el entendimiento y la convivencia en lo que importa, nos sale costoso.
Madrid, 19/10/2013
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