Desmontando mitos sobre el informe PISA y el fracaso escolar
El presidente Mariano Rajoy, el opositor Alfredo Pérez Rubalcaba, los sindicatos, la confederación de asociaciones de progenitores de alumnos, la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico, el común de los mortales… Todos están de acuerdo en que una buena esperanza de futuro para un país pasa por una educación de calidad, pero el problema es que ahí se acaba el consenso. Como el sistema educativo es el único en el que prácticamente toda la población, primero como estudiantes y luego como padres, puede llegar a estar vinculada diariamente un mínimo de 22 años, todos creen tener una opinión formada pero que muchas veces cae en lugares comunes que no acaban de ser correctos.
España está fatal en PISA. Elaborado desde el año 2000, el informe trianual del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes se considera el gran oráculo del estado de un sistema escolar. Y cada trienio, cuando se publican los resultados, la prensa y los tertulianos de Ana Rosa se llenan la boca de frases tan grandilocuentes como fatalistas ¿Por qué España fracasa año tras año en el Informe Pisa?, ¿Por qué salen tan malparados los alumnos españoles en PISA? o España ‘suspende’ en Educación y Andalucía saca las peores notas, afirmaciones que vienen del desconocimiento de cómo se realiza la clasificación.
En el informe PISA de 2009, último realizado, España saca 484 puntos tras ponderar los resultados de Matemáticas, Ciencia y Compresión Lectora mientras que la media de los países está en 494. ¿Estos 10 puntos significan que el sistema educativo español “fracasa”, “suspende” o sale “mal parado”? Si se tiene en cuenta que la puntuación se establece por definición en 500 y tiene una desviación típica (cuanto se suele salir los participantes por encima y por debajo) de 100, resulta que diferencias de 10-20 puntos resultan casi anecdóticas. Si haciendo las cuentas de la abuela decimos que Finlandia, el gran sistema educativo al que todo el mundo admira, saca con su 543 un 10, el 484 de España se convierte 8,9.
A más ‘pasta’ en educación, mejores resultados. De nuevo con el informe PISA en la mano se observa que una ecuación que parece tan lógica en la realidad no ocurre. Aunque es innegable que se requiere de unos mínimos para que un sistema funcione, a partir de esa base la incidencia estadística del dinero en la educación es pequeña. Según los datos de la OCDE, España y sus 484 puntos gasta por alumno 8.800 dólares, unos 500-600 más que los cabeza de lista: Finlandia y Korea; y prácticamente lo mismo que Canada (526), Alemania(510), Francia (497) e Italia (486). Entre los dispendios menos rentables estarían, de menor a mayor, EE UU, con sus 11.000 dólares y sus 496 puntos; los 11.600 dólares de Suiza para sus 486 puntos y Luxemburgo, que logra 481 puntos gastando 18.000 billetes verdes. El mejor ejemplo de aprovechamiento serían repúblicas ex-soviéticas como Estonia, República Checa, Hungría o Polonia que con un mínimo de 2.000 dólares menos por alumno están en la media de la OCDE.
En España no paran de hacerse reformas escolares. Aunque si nos fijamos en la cantidad de leyes promulgadas sobre educación media en los últimos 40 años el resultado es de siete cambios, las reformas de calado no son más que dos. La primera fue la Ley General de Educación de 1970, en la que se instauraba la EGB y se reformaba la Ley Moyano que en 1857 promulgó el gobierno moderado de Isabel II. La siguiente es la Ley de Ley de Ordenación General del Sistema Educativo de 1991, que introdujo la ESO. El resto son pequeños cambios y algunas, como la LOCE del Partido Popular en 2003 no llegaron ni a entrar en vigor. A estas dos importantes habría que sumar ahora la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa o Ley Wert quetan cabreada tiene a la mayor parte del profesorado público y que tantos tachan de retroceso.
El fracaso escolar en España es estructural. En España uno de cada tres jóvenes-el doble de la Unión Europea- deja sus estudios antes de terminar la educación obligatoria. Pero, ¿cuál es el origen de este problema? ¿España siempre ha encabezado estas estadísticas? Fue con la citada Ley General de Educación cuando el fracaso escolar se redujo desde el 30% de sus inicios hasta un 15% a principios de los 90. La LGE establecía una educación obligatoria verdadera y hasta los 14 años, quedando dos años libres hasta la edad legal de trabajar. Aquellos alumnos que no lograban aprobar la EGB recibían un Certificado de Escolaridad, que permitía el acceso a una Formación Profesional de Primer Grado de dos años y cuya finalización más un pequeño examen posterior daba un título equivalente al Graduado Escolar. Durante los años siguientes esta FP1 escolarizó al sector de la población que le era natural, sobre un 20%, aunque encaró grandes problemas como salidas laborales no muy buenas o un prestigio bastante bajo por no decir nulo.
Un caldo de cultivo perfecto para que las propuestas de reforma constantes tomaran forma con la Ley Orgánica General del Sistema Educativo de 1991 y que con el objetivo de “dignificar la FP escolar y aumentar su calidad y adecuación al mercado de trabajo”, mantuviese a estos alumnos dentro de la escolarización obligatoria, abocándolos a la salida del sistema. Estos estudiantes fueron a alimentar el abandono escolar temprano, además del aumento del fracaso escolar debido al incremento tanto de la edad de escolarización obligatoria, hasta los 16 años, como del número de alumnos. Estos chavales eran absorbidos por un mercado de trabajo que en los años de la explosión inmobiliaria tenía una inmensa demanda de obra no cualificada.
La educación va siempre a peor. Decía el reciente fichaje de El Mundo Enric González, cuando jugaba durante 2009 en su anterior equipo, “puede que la juventud de hoy sea tan malcriada, inculta y violenta como nos la pintan: si no fuera así, no llevaríamos veintitantos siglos diciendo que la juventud de hoy no vale nada”, pensamiento que entronca con los sociólogos franceses Baudelot y Establet, que dedican un capítulo de uno de sus estudios a grandes personalidades francesas que desde el siglo XVII advierten sobre la bajada de calidad en educación. Como dijo Alejandro Tiana, historiador de la educación, en un artículo anterior en Yorokobu, “imagínate de ser cierto” donde estaría el sistema educativo.
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