Como en muchos patios escolares, en vez de convivencia y lealtad abunda
la idea del “triunfo” defensivo y
ofensivo, dominador y excluyente.
Los patios de recreo, igual que
los alrededores de muchos colegios, escuelas e institutos, tienen, en general,
bastantes problemas. Pese a que siempre ha habido un profesorado interesado en
que contribuyeran a una educación integral del alumnado –como muestran
iniciativas visibles en la exposición Madrid,
ciudad educadora, 1898/1938- , no es infrecuente que sigan siendo reducidos
y no hayan sido pensados sino como espacios residuales, no-lugares incoherentes
y agresivos, y todavía distan mucho de acoger algo más que canchas polideportivas
en que el fútbol o el baloncesto los ocupen al completo. En consecuencia,
tampoco es extraño que estos lugares tan principales de la vida de nuestros
niños y niñas sean, en demasiados casos, muy poco inclusivos. Demasiado
homogéneos para la diversidad social existente, ni están pensados para todos y
todas ni, menos, para quienes tengan alguna incapacidad o minusvalía.
Aspectos importantes como presencia
de la Naturaleza,
agua, tierra o arena, variedad de juegos y participación colaborativa en la
producción y conservación de estos espacios, suelen igualmente estar ausentes.
Pero en este momento, al revés de lo que ha venido siendo displicentemente
común, suscitan la atención de muchas asociaciones de madres y padres,
ayuntamientos y, también, de arquitectos y paisajistas. El proyecto MICOS,
del Ayuntamiento de Madrid, es de especial interés para entender esta
dinámica, paralela a la de algunos movimientos didácticos, preocupados por que
las aulas prosigan con esquemas que hacen
poco educativo el tiempo de muchos niños y niñas en la escuela.
¡Cómo está el patio!
No hace falta volver a ellos para
saber cómo han venido funcionando, y más cuando los casos denunciados en el Teléfono
de acoso escolar entre noviembre de 2017 y octubre de 2018 superan los
5.500, y los patios de recreo y las cercanías de muchos centros han sido
testigos predilectos. Lo atestiguan referencias autobiográficas de algunos
escritores recordando, a veces muy duramente, malos tragos de la infancia escolar.
Y cualquier lector, a poco que no se le hayan olvidado los últimos meses de unos
u otros actores políticos, ni las sesiones de los debates televisivos previos a
las elecciones del 28A, podrá advertir que la mala educación aprendida en aquellos
patios escolares de antaño sigue encontrando ocasión para mostrarse en público
como lo más natural.
Lo sucedido en esa secuencia,
aunque dulcificado
un tanto tras los resultados electorales, no dejará de tener su reflejo en
el Congreso de Diputados que se constituya el 23 de mayo. Los elegidos
cambiarán su fisionomía aproximadamente en un 80%, pero lo que pudo oírse en el
transcurso de la noche electoral –amplificado en los comentarios de algunos
medios- augura frecuentes motivos de desencuentro y, por ende, la repetición de
no pocas peleas estériles, de corte muy similar. Intervenciones habrá en ese
hemiciclo, sobre todo antes de los telediarios, con maneras broncamente transgresoras y
espléndidamente reivindicativas para llamar la atención. Algunas formaciones
políticas se orientarán, más que a convencer, a vencer y, a ser posible, derrotar
al oponente. El éxito de la Herística, o técnicas “para tener siempre razón”, está
garantizado; igual que los expertos en digresiones nominalistas, en
sofisticados cambios semánticos y en sofismas ajenos a la búsqueda de
soluciones para los problemas colectivos.
VOX populi
En la noche del 28A, los
comentarios de Ortega y Abascal a propósito de su “hazaña” de haber conseguido
llevar por primera vez al Congreso a 24 diputados,
dejó amplias señales de que el estilo político como competición dura, y no
como dialogo para limar diferencias, va a ser frecuente en la Legislatura que
está a punto de iniciarse. Su homólogo en Valencia habló explícitamente de la
“guerra que iban a dar en las Corts” autonómicas, supuestamente igual a la
que ya libran en Andalucía. En la celebración de la plaza madrileña de Margaret
Thatcher –al lado de Colón-, definieron, con una puesta en escena que recordaba
películas del Oeste, cuál sería el papel de sus diputados patriotas y cuáles
sus objetivos –siempre “accidentales”- en una batalla que, por el tono, parecía
arengar a los asistentes a “reconquistar” valores perdidos. En un
imaginario de “resistencia”, cada uno de los diputados electos sería como “un
torbellino” contra “la izquierda”, a la que se le habría “acabado la fiesta”;
incluso los resultados del PSOE, serían “una victoria efímera”. Y tras la
posición a batir, no faltaron alusiones da los supuestos que defienden sus
amigos de “Hazte oír y, también, el
grupo de obispos más próximos a sus tesis.
Las guerras púnicas
El lenguaje político –y en particular, el
electoral- no abandona el lado bélicamente competitivo con que fue forjado, en
que “vencer”, “ganar” y “ser derrotado” aluden a un combate en que resuenan las
estrategias defensivas y ofensivas de las legiones romanas. No se ha constatado
que el Arte de la guerra –bastante anterior en el tiempo, y de muy distinto origen cultural- hubiera sido incorporado, aunque tenga
afinidades. Sí está claro, en cambio, que se le ha superpuesto el lenguaje
apologético del “triunfo” en que los eclesiásticos fueron adiestrados para
imponer, sobre todo desde el siglo IV d. C., su monoteísmo frente a otras
creencias que estigmatizaron como “paganas”. Añádasele la secularización que Maquiavelo
preceptuaba en El Príncipe y se
tendrán los hábitos a cultivar para mantener el poder. La idea del combate, en
todo caso, es visible en cómo los jesuitas estimularon a quienes deberían ser propagadores
contrarreformistas: su
Ratio Studiorum -formulada entre 1584
y 1599, y todavía imitada en la primera
mitad del siglo XX- estipulaba la ficción combativa entre “Romanos” y “Cartagineses”
para aprender cualquier disciplina. Cada
bando tenía su cursus honorum
particular, en la pretensión de animar a los más estudiosos a intensificar el
aprendizaje derrotando a un contrario. Esta simulación bélica –que, como
disciplina, todos los presentes en el aula habían de admitir- se repetía en
algunas “academias” públicas y, sobre todo, en la estructura didáctica de
muchos temas a estudiar como “defensa” de alguna tesis prefijada como
verdadera. Era un sistema altamente
competitivo por la exclusividad que solían tener los colegios, pero dejaba
fuera a cuantos no veían atractiva la fórmula pedagógica, ni lo que hubiera que
estudiar preceptivamente como saber a memorizar y reproducir sin más. Sin
embargo, cuando la LOMCE pregonó en 2013 la competitividad como objetivo
educador, muchos colegios actuales de jesuitas
se habían convertido a
metodologías colaborativas que han roto las dinámicas ensimismadas, para lograr aulas con aprendizaje
más sólido y atractivo por descubrimiento.
La
inclusión
Esperemos que -como las
metodologías educativas y los patios escolares- el lenguaje y maneras que
predominen tras la inminente “contienda electoral” que se inicia el día 10 de
este mes corrijan los aires frentistas. Para los necesarios acuerdos y
consensos respecto a los potentes problemas que esperan atención, será
bienvenido un ambiente de conciliación en que lo relevante sea la cuidada
atención a los intereses generales de la gente común, por encima de privilegios
particulares y de partidismos propensos al simplismo totalitario. Priorizar lo
importante por encima de costumbres malhadadas del pasado, en un momento en que
el panorama internacional es preocupante, será clave para alcanzar acuerdos en
aspectos que los “viernes sociales” de estos últimos meses solo dejaron
mencionados. Por ejemplo, en la digna
ejecución de la Ley que deroga la LOMCE, que los sindicatos del sector demandan con
urgencia. Sería penoso ver políticos
mirándose a sí mismos en el Parlamento como guardianes entretenidos del cielo,
burocráticamente ajenos –a imitación de muchos teólogos- a los problemas de los mortales.
TEMAS: Lenguaje político. VOX. Patios escolares. Organización del
aula. Metodologías educativas. Historia de la educación.
Manuel Menor Currás
Madrid, 01.05.2019
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