- Cientos de miles de personas se manifiestan en la capital . Docenas de marchas llenan el país de una marea violeta que culmina la huelga feminista del 8M
- A la marcha de Madrid asisten la vicepresidenta Calvo, numerosas ministras, Irene Montero (Unidos Podemos) o Inés Arrimadas (Ciudadanos)
- Carmen Calvo: "La sociedad española está en el buen camino: el de la igualdad. Las derechas nunca han contado con nosotras y ya no saben dónde colocarnos"
La consigna interna al comienzo de la manifestación era "por favor compañeros, echaos atrás porque hoy somos nosotras las protagonistas". La cabecera ha tenido que salir de Neptuno por la cantidad de asistentes. Irene Robledo, monitora de actividades extraescolares de 24 años marcaba el tono de las participantes: "He venido para reivindicar los derechos de la mujer, romper techo de cristal y mil motivos más. Por la desigualdad del género femenino y para obtener el derecho a un salario digno". Muchas de las manifestantes venían desde los barrios más periféricos después de reivindicar allí por la mañana de esta jornada violeta.
Así dispuestas, además de trabajadoras, estudiantes o mujeres y hombres parados, a la movilización asisten varias ministras, así como las dirigentes políticas de los partidos que han secundado la huelga de este viernes, convocada por sindicatos minoritarios. La marcha en Madrid comenzaba oficialmente a las 19.00 horas en la Estación de Atocha, pero los manifestantes se han ido congregando a lo largo de la tarde y del recorrido.
Por el centro de Madrid, uno de los centros neurálgicos de la movilización vespertina –la marcha recorre las principales arterias, del Paseo del Prado, pasando por la Plaza de Cibeles, calle Alcalá y Gran Vía y concluyendo en la Plaza de España– se manifiestan la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo y las ministras Magdalena Valerio, Isabel Celáa, Reyes Maroto, Dolores Delgado, Maria Luisa Carcedo y Nadia Calviño. También han acudido la portavoz de Unidos Podemos, Irene Montero, la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, o la candidata de Ciudadanos a la alcaldía de Madrid, Begoña Villacís, que se han sumado a otras dirigentes sociales y sindicales en la marea violeta. La mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez se ha unido al grupo. Por la parte masculina del Ejecutivo, detrás de las mujeres, estaban los ministros Grande-Marlaska, Luis Planas y el candidato a la comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo.
La vicepresidenta Calvo, justo antes de arrancar la marcha ha asegurado que "la sociedad española está en el buen camino: el de la igualdad. Las derechas nunca han contado con nosotras y ya no saben dónde colocarnos". Calvo ha añadido que "la derecha siempre pensó que el feminismo era de cuatro radicales y ahora han visto que es la gran corriente para hacer política. Por eso están descolocados y no están aquí. El 8M ha venido para quedarse".
Precisamente las grandes ausencias de la convocatoria son las mujeres del PP, que el miércoles, en el último momento, decidieron no secundar la convocatoria después de que su líder, Pablo Casado, no aceptara el contenido del manifiesto que carga contra los políticos que, como él, han cuestionado el feminismo en las últimas semanas.
La dirigente de Ciudadanos, Inés Arrimadas, ha aprovechado la manifestación para repetir que los naranjas promueven su "feminismo liberal": "Hay muchas maneras de reivindicar la igualdad", ha insistido Arrimadas que ha contrapuesto el "feminismo moderno" (el suyo) con el "caduco que excluye que se dedica a cambiar palabras". La portavoz de Unidos-Podemos, Irene Montero, ha contestado que "se equivocan porque les incomoda el feminismo". Y ha dicho estar "emocionada" al ver "millones de mujeres defendiendo los derechos. Siento mucho orgullo".
La portavoz parlamentaria socialista, Adriana Lastra, ha querido acordarse del más reciente asesinato machista que se ha producido este viernes en Madrid: "Esta manifestación reivindicativa y de alegría se tiñe de negro por la violencia de género". Y luego ha añadido que "ahora no tengo que explicar por qué soy feminista sino que son ellos, el PP, los que tienen que explicar por qué no lo son".
Contra la "política de la mentira y el desprecio"
La manifestación madrileña ya ha adquirido tintes históricos y se ha convertido en destino de feministas de diferentes lugares "siempre siento la necesidad de venir, ha comentado alguna participante". "Nos enfrentamos a quienes hacen su política desde la mentira y el desprecio a las mujeres, desde el miedo, el ocio, la victimización y el resentimiento. Y en el proceso de reconocer, defender y ampliar nuestras libertades y derechos contraponemos la esperanza y desarrollamos lazos de apoyo y solidaridad entre todas", señala el texto en el que se basa la convocatoria.
Entre cánticos como "no es no, lo demás es violación" o "fuera el aborto del Código Penal", Marga Usano, economista de 63 años asegura que "nos sobran los motivos para que, desde la calle, las mujeres tengamos que seguir conquistando los derechos". Esta cordobesa que vive en Madrid está convencida, como muchas compañeras que "tenemos que acabar con esta subordinación" y recuerda que "el aldabonazo del año pasado removió de su sillón a mucha gente sobre todo a muchos hombres".
Elena Díaz, administrativa de 60 años, repite que "hay mucho que hacer y tenemos que hacerlo nosotras porque nadie nos lo va a resolver". También pone el acento en las generaciones del futuro: "Lo que más me gusta la de gente joven que son las que lo tienen que tener claro para el futuro".
En la riada violeta madrileña, Eva Guardo (que es trabajadora social) admite que "hemos avanzado mucho pero no lo suficiente. Mientras no tengamos derechos reconocidos hay motivos para huelga". Inconformista, explica que "ha habido pocos avances desde el año pasado. La violencia de género es lo que más me preocupa".
También "que se visibilice y reconozca el valor y dignidad del trabajo doméstico y de cuidados" que realizan las mujeres y sus derechos, que "las Administraciones Públicas garanticen de forma irrenunciable y prioritaria los servicios públicos y de protección social", o que "se rompa la división sexual del trabajo" que las condena "a la precariedad, la discriminación laboral y los trabajos peor pagados, no remunerados, invisibles e ilegales".
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