Los murmullos del verano pueden ser lamentables
Tras la Covid-19, pueden crecer y ser más persistentes, hasta amargarnos bastantes relaciones.
Se rebaja la tensión de la Covid-19. Los datos estadísticos parecen inclinar la balanza de la tensión de la pandemia; se relajan las medidas de protección, y el día 26 se entra oficialmente en una nueva normalidad, no exenta de precauciones de signo menor si se tienen en cuenta los picos aestadísticos que, al menos en tres ocasiones, dieron pie al más denso desánimo. Que se esté llegando a los 15 millones de personas vacunadas, tiene mucho que ver y, al tiempo, que en general haya habido una respuesta relativamente sensata de la mayoría ciudadana. Por ese lado, el rumor dominante es el de la renovación pacífica de las ilusiones veraniegas, la playa, el sol, el senderismo o lo que sea, para recrear la sensación de normalidad no atosigada y marcar una vuelta decidida a cómo eran las cosas.
Abejas y cigarras
En otros planos, sin embargo, el paisaje sonoro hegemónico seguirá polarizado por tonadas que, contradictorias como en la fábula de la cigarra y la abeja, pueden ser molestas. Es la época de las cigarras o cicadidae, de sonido incesante en esta etapa cálida del año y, al anochecer, muy intenso; el propio nombre de estos insectos en unas u otras regiones tiende a reproducir, como onomatopeya, la calidad sonora que se entiende que emiten. Por seguir el símil de la cigarra –la abeja trabajadora no pega con lo que publicitan los paquetes turísticos-, puede que el de este verano propicie el crecimiento de la ya larga serie de tribus o especies de cigarras, chiquilichis o coyuyos que rondarán nuestros oídos.
Va a ser muy ruidoso, por ejemplo, lo que den de sí los indultos a los políticos catalanes. Mentar este asunto en la mayoría de encuentros a que podamos asistir, será motivo de disensos; la amplia banda sonora que ya genera en conversaciones e intercambios de Redes sociales, abarca desde la bondad del perdón, el diálogo y la convivencia, hasta las más sesudas referencias constitucionales. Estas, a su vez, se expanden en otra gama no menos compleja que ya transmite sonoridades con de muchos decibelios; de un lado, las que apelan a la esencia del ser nacional –con su campo semántico inclinado a la intransigencia- y, de otra parte, las que toman la CE78 como escudo para superar el trance las generosas potestades que atribuye al Gobierno. En esta danza de culturas tan opuestas se añadirán, para acrecentar el ruido, historias del pasado/presente; todos han sido pródigos en indultos e, incluso, en imprecisas amnistías, mientras la memoria histórica ha seguido siendo una fuente de desacuerdos. La amnesia histórica como argumento tiene muchas bazas en este desconcierto y, en especial, unas cuantas medidas del alcalde Almeida en Madrid inspiradas por Vox. Y con tal premiosidad de ilícitos y reversiones de penas, la supuesta placidez del verano puede agriarse; por algo las añejas normas de urbanidad decían que era de mala educación hablar de política en reuniones de carácter festivo y, sobre todo, en comidas con invitados.
El nivel de la EVAU
En el ámbito educativo, algunos otros sonidos poblarán el paisaje veraniego de desasosiego. En los encuentros entre profesores o maestros, e incluso en muchas conversaciones de apariencia anodina, el circuito escolar de este curso tan anómalo, y en particular las pruebas de la EVAU (Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad) con sus baremos, harán recordar a algunos el PREU, y a bastantes más el COU posterior a 1970. Entre quienes más ruido generarán en tales situaciones están quienes no cesarán de repetir que la suya sí que era una selectividad fetén, con una exigencia que no ha vuelto a existir. Tanta melancolía provocará gran ahínco en otra versión, que incidirá en la dureza que haya tenido la selectividad de su quinta y, sobre todo, la sufrida por los hijos o hijas que acaben de pasar por este ritual de paso a la mayoría de edad.
Qué sea verdad en tales casos es aleatorio, como lo era la feria para cada cual, cuando existía en el medio rural, y a unos les había ido bien y a otros mal. Pero esta especie veraniega seguramente traerá a colación, en esta ocasión, que haya habido un 96,41% de aprobados en la EVAU, lo que producirá el efecto de aquellas votaciones a la búlgara, frecuentes en las Cortes franquistas y en parlamentos de igual corte. Tampoco faltarán quienes, para afianzar su versión de esta historia en la mejor adaptación a su propios recuerdos, llamarán la atención sobre la decisión de algunas Comunidades (Valencia, Castilla-La Mancha, La Rioja, Extremadura, Baleares y Canarias) respecto a quienes han accedido este año a esta prueba arrastrando algún suspenso del Bachillerato; norma que soportaron en el Real Decreto-ley 31/2020, de 29 de septiembre, con medidas que permitían modificar las condiciones de titulación del Bachillerato, requisito previo para la EVAU.
Las dos evidencias son las que más rumores inquietantes traerán a muchas conversaciones; con historias individuales detrás, y algún litigio personal pendiente, harán difícil un punto de encuentro. Quienes quieran encontrar alguno pueden recordar que, cuando en 1953 Joaquín Ruiz-Giménez reformó la ley que había hecho Sainz Rodríguez en 1938, para convencer a las Cortes franquistas de la necesidad de abrir aquel cerrado plan de estudios, les dijo: “Basta hacer un ligero examen de conciencia para darse cuenta de si los alumnos de Enseñanza Media salen sabiendo griego…, hasta qué punto saben redactar, hasta qué punto son capaces ante las lecciones de un profesor de Universidad en los primeros años de hacer una sinopsis, una síntesis, o dar la adecuada redacción a cualquier tema”.
Quien no quiera caer en la tentación de que este runrún lo achicharre –verbo acorde con la acción sonora de las cigarras-, también le será de interés un libro de dos sociólogos, Baudelot y Establet, quienes en 1990 –ante la rumorología interesada en que todo iba a peor, publicaron un exitoso estudio titulado: El nivel educativo sube (Madrid: Morata). A muchos no les liberó de sus convicciones prejuiciadas, aunque los datos documentales eran pertinentes; tampoco suelen mencionar una pugna generacional tan antigua que, ya en las tablillas cuneiformes de Mesopotamia, carga las tintas sobre las meteduras de pata de quienes vienen detrás, una tendencia también muy visible en un libro didáctico de la Biblia, como el Eclesiástico, cuando alecciona a los padres sobre cómo tratar a los hijos.
Madrid, 21.06.2021
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