La derecha utiliza mundialmente la palabra libertad en un sentido clasista y queriendo dar la vuelta al concepto. Lo que quieren decir en realidad es que eres más libre cuanto más dinero tienes.
El pasado miércoles en la Asamblea de Madrid, la después elegida presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, pronunciaba un discurso lleno de la palabra libertad. Libertad para elegir a qué colegio llevar a tus hijos, libertad para elegir de qué modo queremos que aprendan, libertad de horarios, libertad.
Un detalle que nos quieren hacer olvidar es lo que Iñigo Errejón expuso: “Un reponedor, ¿puede llevar a sus hijos al colegio británico? No, porque cuesta 1.000 euros al mes. Las libertades que están mediadas por el dinero no son libertades, son privilegios”, dijo ante la cámara.
Nadie le rebatió esta cuestión porque es innegable. Con un sueldo de 1.200 euros al mes (el más común de España), puedes elegir que tus hijos vayan a la escuela pública, a la concertada o quizá a algún privado de poco prestigio. Con un sueldo de 5.000 euros al mes y negándote a hacer de la escuela pública la escuela de mayor calidad —como debería ser—, estás negando la libertad al resto. Libertad para que mis hijos, estudiantes de la pública, puedan llegar tan lejos como los tuyos, que estudian en el colegio británico.
Tu libertad no se basa en que elijas qué tipo de contenidos dará tu hijo en su colegio, ya que para algo existe el sistema educativo común, nos guste más o menos. Este argumento es capcioso porque atañe, precisamente, a la falta de libertades del resto. Una educación no basada en la igualdad, solidaridad y respeto a la diversidad, dará como resultado individuos que crean que tienen carta blanca para discriminar a otros por renta, condición sexual o pensamiento. Será una educación que jamás condenará el fascismo.
Siempre se oye hablar de libertad a quien después esgrime los argumentos más insolidarios. Libertad para elegir sanidad pública o privada, libertad para que gracias al dinero que pagas con tu seguro privado, no tengas listas de espera. Si tienes un problema gordo, te derivan a la pública, ya parasitada con gestión de hospitales a manos de fondos buitre, como el de Puerta de Hierro en Majadahonda.
Cuando Ayuso dice que en Madrid tenemos la mejor sanidad de España, no solo miente, sino que insulta. Soy de otra región de España y he vivido el trato en varias sanidades diferentes. En Madrid funciona muy bien la atención primaria, pero si quieres ir al especialista tienes plazos desde los tres meses en adelante. Alguna vez me ha pasado que me llamen para una cita que ni recordaba, ni ya necesitaba.
Es más, la gente que ellos llaman “clase media” siempre comenta en Madrid que tienen un seguro privado, que combinan con la atención pública, no porque no confíen en la pública, sino porque es a lo que se ven abocados tras la política de recortes masivos en sanidad que se ha hecho estos últimos años en la Comunidad de Madrid.
Es bastante evidente que Isabel Díaz Ayuso no es usuaria del metro de Madrid. La libertad no se basa en elegir si ir en coche o en transporte público, sino en tener una buena y eficiente red de transporte público que te dé libertad para poder dejar tu coche en casa y le dé la libertad a la ciudadanía para poder respirar un aire más limpio. Libertad no es que yo tenga que ir en metro por motivos socioeconómicos y debido a eso me tenga que tragar retrasos e ir hacinada en el vagón con los otros “desheredados” de la sociedad, sino que quiera ir en metro porque, pudiendo usar el coche, elijo un transporte más sostenible y menos dañino con el medio ambiente.
Libertad es que una anciana pueda elegir, en base a sus necesidades físicas, si enciende la calefacción o no ese día, no que la tenga apagada por sistema y que un día la encienda brevemente o se ponga cuatro mantas para no morir congelada. De pequeña me sorprendía ver ancianos en las estaciones de tren arrimados a radiadores. Son escenarios que el nuevo gobierno de la Comunidad de Madrid no se plantea porque le pillan muy lejanos.
Hay diferencias sustanciales entre liberalismo y libertad, pero una sociedad desigual jamás podrá ser una sociedad libre.
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