La escalada del conflicto educativo desencadenada hace ya más de tres años por los recortes presupuestarios alcanzó ayer un pico máximo. La reforma educativa que promueve el Gobierno, tan dañina para muchos en la escuela pública como la tijera, sacó ayer a la calle a decenas de miles de personas en toda España y volvió a unir en una huelga general por segunda vez en solo un año a todos los niveles educativos —de la escuela infantil a la Universidad—, impulsada por profesores, padres y alumnos.
La sensación generalizada que movilizó ayer a unos y a otros es que el modelo de escuela pública está en grave peligro, ese modelo que busca la equidad e intenta compensar las desigualdades dando oportunidades a todos. “Protesto porque no quiero que se desmantele todo aquello que elegí para mi hijo, porque creo sinceramente que la calidad está en la enseñanza pública”, explicaba Paz Martínez (funcionaria, madre de un alumno de 15 años) a las puertas de un instituto de Madrid.
Las medidas de recorte fijadas el año pasado por el ministro José Ignacio Wert consiguieron unir unas protestas que hasta entonces habían estado muy dispersas no solo entre las comunidades, sino también entre ciclos educativos. Ahora, la reforma educativa lo ha vuelto a hacer. Los convocantes de la movilización, la Plataforma por la Escuela Pública (FETE-UGT, CC OO, STES, CEAPA y el Sindicato de Estudiantes) ven el proyecto (Lomce) como la otra cara de los recortes, que configurará un sistema más barato que separa y selecciona (adelantando itinerarios y recuperando las reválidas), en lugar de ofrecer una atención a la diversidad (con apoyos, refuerzos, etcétera), que es más cara. Además, el texto ha conseguido soliviantar a muchos sectores por muchos frentes: por su apoyo a la Religión, a la enseñanza concertada, por las subvenciones a los colegios que separan por sexo, o por el fortalecimiento de la enseñanza en castellano en Cataluña.
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La Plataforma por la Escuela Pública ya ha anunciado que, si la reforma sigue adelante, las movilizaciones continuarán. Además, independientemente de lo que ocurra con la ley, sigue estando muy presente en las aulas el otro gran motivo de malestar: los recortes.
El tijeretazo ha segado ya más de 6.700 millones de euros de los presupuestos educativos desde 2010, lo que se ha traducido en la pérdida de plantillas (unos 60.000 profesionales, calcula CC OO, en los colegios e institutos públicos) y, con estas, en la desaparición de todo tipo de apoyos y refuerzos para los alumnos con dificultades. En el ámbito universitario, se han endurecido los requisitos académicos para conseguir y mantener las becas y se ha aumentado de manera importante el precio de las matrículas, sobre todo, para los repetidores y en los másteres. También está habiendo recorte de plantillas.
En ese contexto, los alumnos (y los padres, en el caso de los más pequeños, porque son ellos los que deciden no llevarles a clase) tiraron con más fuerza ayer del paro e hicieron que este se sintiera en todo el sistema. Miles de profesores también lo apoyaron, pero probablemente menos que sus compañeros de movilización, castigados por el recorte de sueldo de en torno al 15% y por la acumulación de huelgas en los últimos tres años.
En todo caso, hay lugares en los que se ha notado mucho la huelga y otros, en los que muy poco. Este periódico pudo comprobar ayer que había ejemplos de todo tipo: desde el colegio Eugenia María de Hostos, en Madrid, donde apenas tuvo incidencia; hasta la escuela Can Montllor de Terrassa, en Barcelona, donde no fue ninguno de sus 80 alumnos y solo acudieron los dos profesores que estaban obligados por los servicios mínimos.
En los colegios concertados, que también estaban convocados, el seguimiento en general ha sido reducido; la principal asociación de padres del sector, CONCAPA, se ha opuesto al paro.
La jornada de huelga de ayer fue el colofón de dos semanas de movilización que han incluido centenares de encierros, vigilias y otras protestas en centros escolares y facultades de España. Además, el paro se completó ayer con manifestaciones celebradas en las principales ciudades del país que sumaron decenas de miles de asistentes en Madrid, Barcelona, Sevilla, Palma de Mallorca, Murcia, La Coruña, Vigo, Zaragoza, Valencia o Alicante, entre muchas otras. En todas ellas se escucharon consignas contra los recortes, la reforma, contra “la privatización” de la Universidad.
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