domingo, 19 de enero de 2020

¿Visibilizar o aislar a los ultras y “carcas”? (Manuel Menor)

Publicamos este artículo de nuestro compañero Manuel Menor

En Alemania es un debate en toda regla. En España, debiera hacerse pronto, si no se quiere que raíces que vienen de muy atrás prosigan su avance.

Dresde es famosa, entre otras razones, porque la bella panorámica que pintó Canaletto el joven en 1747, desde la margen derecha del río Elba, haya servido para reconstruirla después del bombardeo a que la sometieron los aliados de la IIGM el 13 y 14 de febrero de 1945.

Noticias de Dresde
Quien  pueda pasear por ese área y compararla con el cuadro del sobrino del famoso pintor veneciano,  Vista de Dresde desde el banco derecho debajo del puente Augusto, observará que no solo el puente sino la skyline  urbana actual de la ciudad no difieren. Qué sea lo nuevo y qué lo anterior al nefasto suceso del que muy pronto se cumplirán 75 años, no es fácil de advertir en la vista. Uno de los más emblemáticos, la Frauenkirche, cuya cúpula se yergue de nuevo hasta los 91,24 m. de altura,  se reinauguró el 30.10.2005; la “iglesia de las mujeres”, reconstruida con donativos de todo el mundo, volvió a ser admirada como uno de los edificios más bellos del barroco tardío. En aquel acto se dijeron palabras de reconciliación y de paz.  Según el alcalde de aquel momento, “el sentimiento artístico y el orgullo ciudadano han vencido de nuevo sobre la barbarie y la locura belicista”.

Desde el verano pasado, Dresde ha vuelto a los noticiarios. Primero, al ser desvalijada la Bóveda Verde, una cámara del Palacio Real que albergaba una gran colección de joyas y vasos preciosos. Y en segundo lugar, por el protagonismo de su otro gran museo, el Albertinum, en un conflicto con grupos de ultraderecha envalentonados. Con un 27% de los votos, AfD (Alternativa para Alemania) y el PEGIDA (Patriotas Europeos contra la islamización de Occidente) se convirtieron en Sajonia  en primera fuerza política por delante de los conservadores de Angela Merkel. Con la teoría de que los extranjeros ocupaban los puestos de trabajo, en las elecciones de 2017 lograron un 12,6 de los votos en el conjunto de Alemania, sobre todo porque  en la antigua Alemania del Este alcanzaron un 22% .

La cuestión provocadora fue la multiculturalidad que, a comienzos de enero de 2020, propuso el museo con obra de un escultor alemán de origen sirio. Detrás estaba la cuestión latente de la apertura y difusión del conocimiento y la cultura: si ha de ser libremente universal o se ha de restringir a lo conocido y  más propio.  Con las protestas antiislámicas, el AFD parece haber tomado un carácter etnoreligioso profundo. En lo relativo al arte, defienden conservar y proteger lo alemán oponiéndose a exposiciones que entienden dirigidas a culturas marginales. Algunas de las demandas contra las actividades del museo solapaban, como en todo populismo, otra realidad paralela, consistente en este caso en que, desde la unificación, buena parte de los puestos de trabajo relevantes han ido a parar a alemanes occidentales.

En un gesto valiente, la directora del Albertinum, según relataba hace poco Eliza Apperly, apostó por desactivar a la extrema derecha local. Abrió las puertas de su institución  y convocó a todos a un diálogo abierto acerca del interés de las programaciones multiculturales como la que había provocado protestas. Lo que de fondo se planteaba tiene muchísimo que ver con la educación y la formación cultural debida. Como en los formatos autoritarios, los ultras trataban de imponer una visión cerrada del saber –ocultando los trasvases  de conocimientos entre unos y otros grupos humanos- y la soberbia de proclamarse superiores. No debió ser fácil posicionarse para frenar a quienes gritaban su rechazo a los inmigrantes como parásitos e inferiores, mientras llamaban traidores a quienes proponían abrirse a la pluralidad de la humanidad. Por ello es mencionable la reacción de la directora del Albertinum. Complicada y arriesgada, parece haber producido, entre otros resultados, que algunos pidieran disculpas y que se calmara bastante la situación. Mostró, además, un camino para la función social del arte en una ciudad que, tras su aplastante final en la II G.M y la fuerte pérdida de empleo con la crisis última, necesita caminos de entendimiento y creatividad, tan potentes como los que desarrolló para reconstruir su ser físico.

Noticias de España
En España asoman problemas similares, sobre todo desde que, en diciembre de 2018, VOX alcanzó 12 escaños en las elecciones andaluzas. En abril de 2019, logró el 10,26% en las elecciones generales, y 3.640.063 españoles -el 15,09%-  lo votaron en noviembre proporcionándole 52 escaños en  el Congreso. Su presencia política, relevante también en algunos ayuntamientos y en varias comunidades, hace que los medios confieran gran visibilidad a sus protestas y proclamas. Esto hace que el gesto de la directora del Albertinum sea de interés en España como incentivo para reaccionar ante esta presencia creciente. Más pronto o más tarde, de poco servirá callar y  será preciso estar entrenados para los asuntos que a diario sacarán a relucir. Habrá que  argumentar mejor, estar bien informados y saber dónde hay trampa, falsedad o tergiversación. No valdrá cualquier tópico para desinflar infundios y prejuicios, ni para superar la disputa frentista de unos contra otros sin avanzar.

Ante cuantos se crean las consignas del victimismo, habrá que saber más Historia y más de todo, saber hablar y no simplemente vocear. Tenemos un conflicto en toda regla ante el que el silencio no vale, pero en que la conversación ha de iniciarse conscientes de que hay “carcas” –apelativo viejo-, ultras y nostálgicos cómplices de que ese terreno resbaladizo se siga agrandando. Como antídoto, el andar y ver, junto al leer, suelen ser fuente de recursos preventivos. Pero iniciativas como las de Educación para la Convivencia (1983-87), Educadores para la Paz (1986) o Educación para la Ciudadanía (2004) –tan denostadas por los reaccionarios- son vitales para la salud democrática en sociedades plurales. Las competencias no estrictamente útiles y los saberes no competitivos que potencien la empatía y el aprecio por la variedad de la vida, no se improvisan. No es sencillo aceptar lo que proclamaba la fundadora de Save the Children, Englantyne Jebb: ”un niño es un niño, sea rojo, blanco o negro”, o dar sentido práctico al sentimiento de que “cada generación de niños ofrece a la humanidad la posibilidad de reconstruir  al mundo de su ruina”. Esta actitud nace del trabajo de educadores que  alertan de las simplistas certezas cerradas, y que transmiten curiosidad por saber. Las personas tolerantes no existen sin la paciente y creativa actividad educadora de un sistema educativo bien cuidado.

En la Legislatura que comienza, ya han empezado a llover iniciativas que paralicen en los tribunales toda decisión gubernamental que merezca la pena. Cuando se acerca la derogación de la LOMCE, crecerán. Es el momento de advertir que la gota malaya de algunos obispos reivindicando de continuo su poder privilegiado de antes de la CE78  no parece que sea el mejor camino para “una sociedad plural y tolerante”; su contribución al derecho a la educación no es precisamente un ejemplo de la fraternidad que debe inspirar un sistema educativo actual. En el pasado, inclinados a la avidez privatizadora, desde los años setenta y ochenta no han propiciado esa sociedad integrada en que todos –con su diversidad- pudieran reconocerse en igualdad; y tampoco en libertad, si nos atenemos a cómo, según contaba Pepe Chao Rego en sus crónicas de 1978 sobre postfranquismo e Iglesia -una “sociedad perfecta pero clasista”-, fueron “guardianes y beneficiarios de una enseñanza que no admitía pluralismo alguno”. Y en el presente, a tiempo está  la CEE para, en vez de recitar otra vez la Divini illius Magistri (1929), enmendar lo  que acontece en el 90% de los colegios que controla desde sus asociaciones confesionales.

Manuel Menor Currás
Madrid, 17.01.2020

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