domingo, 19 de febrero de 2017

La hora del municipalismo (Jaume Carbonell)

Reproducimos este artículo de EL DIARIO DE LA EDUCACIÓN




“Los países europeos que más han reforzado el peso de los gobiernos locales en las políticas de bienestar (como la educación y la sanidad), son los que mejor están aguantando el cambio de época”. Lo sostiene Joan Subirats en El poder de lo próximo (Catarata, 2006), un alegato sólido bien argumentado a favor de las virtudes del municipalismo. Y, más en concreto, del nuevo municipalismo progresista surgido en algunas ciudades tras las elecciones del 2015 que, frente a las políticas de austeridad, recortes y recentralización de Partido Popular, trata de reforzar la inclusión y la cohesión social asumiendo, en la práctica, más atribuciones que las que le corresponden por ley, al hilo de la máxima tan citada como certera del exalcalde de Vitoria, José Ángel Cuerda: “Donde acaban mis competencias empiezan mis incumbencias”.

En efecto, el compromiso político municipal rebasa la estrechez y fragilidad legal, tal como ha ocurrido en otros momentos de nuestra historia. Sin el protagonismo dinamizador de los ayuntamientos no se entendería ni la reforma educativa republicana ni los avances en el derecho a la educación logrados durante las primeras décadas democráticas: con la construcción de centros públicos y de diversos servicios y equipamientos educativos.

Hay al menos tres razones que justifican, según Subirats y otros científicos sociales, el creciente poder local. La primera tiene que ver con el espacio de la proximidad, donde se visualizan con más claridad los procesos más complicados, se dirimen los problemas cotidianos y se ejercen los derechos básicos de la ciudadanía en el acceso y uso equitativo de la vivienda, la alimentación, la energía, la sanidad, la educación y otros bienes comunes. Jordi Plana, gerente de servicios educativos de la Diputación de Barcelona, se pregunta: “Si los ayuntamientos se ocupan de aquello más próximo a los ciudadanos, ¿qué hay más próximo que la educación? (“El propòsit i les pràctiques d´educació local”, Diari de l´Educació, 21-10-2016).

La segunda se refiere a la mayor facilidad para repensar y fortalecer la democracia, generando mecanismos más cercanos, intensos y flexibles de colaboración, a través de un amplio ecosistema de redes horizontales y consejos representativos de las distintas organizaciones sociales, servicios públicos y entidades ligadas al territorio. Una dinámica democrática donde se activan las sinergias entre el gobierno local y el tejido social, entre lo que se debate y construye dentro del ámbito institucional y lo que se hace fuera de él, manteniendo la autonomía de ambas instancias. Y la tercera hay que buscarla en la crisis de las instituciones políticas tradicionales en un mundo globalizado donde las decisiones importantes se desplazan de los Estados nacionales -cada vez más debilitados y desintegrados- a los centros financieros. Así, las lógicas globales encuentran un mayor cobijo en la proximidad. De ahí la necesidad de pensar globalmente y actuar localmente, pero también al revés.

Esta apuesta de presente-futuro convierte el territorio en un lugar privilegiado para desarrollar las potencialidades educativas; para construir saberes relacionados con las experiencias vitales de cada persona y del entorno urbano; para desarrollar aprendizajes de alto voltaje social y democrático; y para tejer y enriquecer las redes educativas. Son muchos los encuentros que se celebran periódicamente en diversas comunidades autónomas para poner en común este enorme capital acumulado. Este es el caso, por ejemplo, de la “XV Jornada de bones pràctiques. Innovació educativa a les escoles municipals”, que tuvo lugar a principios de febrero en Barcelona organizada por el Àrea de Cultura, Educación y Deportes de la Diputación de Barcelona. Tras un diálogo inicial sobre algunas propuestas formativas, se presentaron experiencias centradas en tres servicios educativos municipales de largo recorrido: escuelas infantiles, escuelas de música y centros de educación de personas adultas.

Así, en una intensa mañana, se explicó el sentido y funcionamiento de una bebeteca: un espacio de sueños e ilusiones, abierto a la participación de las familias, que nace del deseo de estimular la creatividad y la imaginación de los más pequeños, convirtiendo los cuentos y libros en objetos cotidianos y compañeros de juegos; de un proyecto de escuela verde infantil en colaboración con un centro ocupacional, donde se genera un amplio elenco de vínculos, ayudas mutuas y aprendizajes en el huerto escolar; de una iniciativa de inclusión social para hacer llegar la música, con la utilización de diversos instrumentos, a todas las escuelas de la ciudad; o del programa que consiste en llevar a un artista a un centro de educación de personas adultas, para conocer su obra, trabajarla y exponerla dentro del recinto escolar.

He aquí algunas reflexiones, deseos y conclusiones de la jornada en forma de tuits: “No hay cambio sin reflexión”; “Sacar tiempo al tiempo, sobre todo para la reflexión”; “Abrir la mirada a partir de la propia práctica”; “Ya basta de llorar, ahora hay que construir y lanzarse a la piscina”; “Incorporar las emociones en el proceso de enseñanza”; “Innovación y equidad andan a la par”; “Crear redes y más redes, para empoderar el trabajo horizontal y cooperativo”, y, “conviene que la acción educativa del municipio sea más sistémica, ordenada, conectada con los diversos agentes y escenarios educativos y que tenga más impacto”. Deseos que comprometen y corresponsabilizan a todos los agentes educativos y sociales en un proyecto común: llámese proyecto educativo de ciudad, proyecto formativo integrado o ciudad educadora (Julio Rogero El reto de construir una ciudad educadora, Diario de la Educación, 21-1-2017). En cualquier caso, el reto es idéntico: movilizar y conectar el activo social y cultural del territorio al servicio de toda la ciudadanía: de la cuna a la tumba. Porque la educación a lo largo de toda la vida no es una mera consigna sino una necesidad de supervivencia y dignificación personal y colectiva en la sociedad de la información tan velozmente cambiante.

Un reto ambicioso pero hermoso que supone multiplicar, conectar, enriquecer y hacer accesibles a todas las personas, de cualquier condición social o cultural, las oportunidades, espacios y tiempos educativos para garantizar el pleno derecho a la educación. Más allá de la mera escolarización y durante todo el día, para que el alumnado crezca y se eduque, simultáneamente, en la escuela, en la familia, en las llamadas actividades extraescolares y en los entornos natural, urbano y virtual.

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