YO
SOY…
Yo soy maestro de escuela. Y estoy muy orgulloso de serlo. Porque es
uno de los oficios más importantes que hay. Porque de mí depende el futuro de
mi gente. Porque de mí tienen que nacer las próximas generaciones de hombres y
mujeres. Y lo digo bien fuerte y bien alto.
Yo soy maestro de escuela, y me gusta mi trabajo. Me gusta ver chispas
en los ojos de mi alumnado cuando les cuento una historia. O cómo se ríen si
hago un dibujo en la pizarra. O cómo sus neuronas despiertan en dejar en el
aire una buena pregunta. Me gusta ver su gesto cuando les felicito. Cómo forman
un debate de cualquier comentario. Cómo discuten para crear. Me gusta cómo
construyen su saber, cómo descubren el mundo, cómo sueñan con sus incipientes
escritos.
Yo soy maestro de escuela y no manipulo. Ni adoctrino. Porque mis
pequeños no entienden de política. Porque si oyen hablar de ella se deben
aburrir. Yo les hago pensar. Que sean críticos y autocríticos. Que aprendan a
dudar. Que se cuestionen lo que les rodea. Que aprendan a no conformarse con un
planeta humano inhumano.
Porque si piensan, nadie les engañará.
Yo soy maestro de escuela y no soy un vago, porque mi oficio es duro.
Trabajo mucho, hago seis horas de clase diarias. Trabajo mucho, corrijo por las
tardes trabajos, escritos, actividades, redacciones, pruebas. Si en cada
alumno/a invierto 10 minutos, para terminar las correcciones necesito 250
minutos. Trabajo mucho, porque tengo que preparar las clases, y hacer las
programaciones, y redactar las unidades didácticas.
Trabajo mucho, porque busco información, y realizo adaptaciones, y
estudio cómo hacer avanzar los proyectos de clase, y hago material atractivo...
Y no, no soy un privilegiado por tener vacaciones y puentes. Porque este
trabajo es duro. He trabajado cargando y descargando camiones a 40 grados, y
ser maestro es bien parecido. Y te vas a la cama con la cabeza llena de
preocupaciones: si uno no ha traído bocadillo, si el otro está muy agresivo, si
ella no tiene para comprar los libros o si la otra no consigue mejorar. No soy
un privilegiado, porque nadie me ha regalado nada. Porque un privilegio es un
ventaja que se concede a alguien. Y a mí nadie me ha concedido nada.
He hecho una carrera universitaria. He hecho unas cuantas oposiciones
hasta que pude ser funcionario. Y quien quiera ser maestro, está abierto a todo
el mundo. Sólo tienen que hacer lo mismo que hice yo y así comprobarán que no
te dan ventajas, y que se trabaja duro.
Yo soy maestro de escuela y no he tenido una buena formación. En las
universidades se debe enseñar mejor, porque este oficio es fundamental para la
humanidad. Y la formación permanente también debe ser mejor, ya que es clave.
El mundo cambia y nosotros tenemos que cambiar con él. Y las administraciones
deben procurar que las dos formaciones, la inicial y la continua, sean de
calidad. Esta no puede depender de las inquietudes de los maestros, sino de
unos correctos planes formativos. Y que el mes de julio no es de vacaciones,
porque estamos a disposición de la administración. ¿Por qué no nos forman? ¿Por
qué no nos dan cursos de reciclaje o de planes de mejoras educativas o de
innovaciones metodológicas? Sencillo, porque a los diferentes gobiernos les
sale más barato enviarnos a casa que pagarnos la formación.
Yo soy maestro de escuela y digo, como profesional de la educación,
que el TIL no es un proyecto pedagógico,
es una obsesión. Es la forma de colgarse una medalla política. Y de castigar la
ya castigada lengua propia. Y que nadie me ha preguntado a mí, ni a mi gente,
profesionales de la educación, cómo se debería llevar a cabo este proyecto. Que
es un desbarajuste que pone en jaque mate toda una generación de pequeños y pequeñas.
Y yo seré maestro toda mi vida. Y estos gobernantes durarán muy poco. Yo continuaré
cuando de ellos no se oiga ni hablar. Y por ello afirmo que no se puede jugar ni
experimentar con el futuro de nuestros hijos. Ni amenazar a quienes han de
llevar a cabo esta tarea. Ni menospreciarlos. Ni insultarlos. ¿En qué país
desarrollado y democrático se ha visto esto?
Yo soy maestro de escuela y tengo compañeros que no hacen bien su
trabajo. Y que no se esfuerzan lo necesario. Por suerte, sin embargo, son
minoría. Y de estos hay en todos los trabajos. Y no les criticaré. Yo también
hago muchas cosas mal. Intentaré, desde mi humilde posición, darles un ejemplo
de profesionalidad. Y un ejemplo de continua formación, de querer mejorar
siempre, y de amar mi trabajo. Y a ver si se suben al carro. Por ello, cada uno
de los maestros debe ser consciente de que tenemos que ser un ejemplo, un
modelo a seguir. Y que no lo sabemos todo: debemos estar abiertos y atentos a
cada consejo, a cada novedad, a cada innovación.
Yo soy maestro de escuela y seguiré aprendiendo, porque mi oficio es
de los más importantes del mundo. Seguiré haciendo pensar mientras hago
autocrítica. Seguiré enseñando a mi alumnado y aprendiendo de él. Seguiré
formando y formándome. Y amando a mi alumnado. Y siendo respetado por él.
Seguiré despertando su imaginación y que fomenten la mía. Seguiré haciendo reír
y dejando que me hagan reír.
Y seguiré luchando por la escuela pública. Orgulloso lo digo. Porque
sí, porque yo, soy maestro de escuela.
Joan Amorós Salinas
Enhorabuena Joan, se puede decir más alto pero no más claro. Yo también soy MAESTRA, pero jubilada, y comparto contigo cada uno de los puntos y te digo que después de dos años de no trabajar sigo añorando mi trabajo. Un saludo
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