LA LOMCE ME PRODUCE INSOMNIO (Comparte por favor)
26 DE MAYO · PÚBLICO
Hoy hemos tenido la reunión típica de fin de curso con el tutor. Soy una madre de una niña de tercero de primaria.
A la mitad de la reunión, nos ha interrumpido el director, para explicarnos que se va a llevar a cabo la prueba de reválida. Su discurso ha comenzado haciendo hincapié, en un tono despectivo, en las comunidades que no acatan este exámen; por supuesto, Castilla y León lo acata, faltaría más, porque Castilla y León es la mejor, y aquí se acata todo, por eso somos la comunidad autónoma europea más despoblada, la que más población ha perdido en la última década y por eso estamos como estamos, aquí atamos los perros con chorizos (pero no con chorizos de comer, con chorizos de los otros).
En este punto, un par de madres, (educadamente y en tono tranquilo) le hemos informado de nuestra intención de objetar y que nuestros hijos no realicen esta prueba. Su reacción inmediata ha sido, a mi entender, desproporcionada. Textualmente nos ha dicho que estábamos reventando la reunión, que veníamos a eso, lo que me ha dejado de piedra. La verdad, no me lo esperaba. Entre las “perlas” que ha soltado, nos ha acusado de utilizar a nuestros hijos políticamente, (sin atender a nuestras razones), dice que le hemos presentado un escrito MUY AGRESIVO en el que atacábamos al Gobierno y a la LOMCE, documento que adjunto, no vaya a ser que no me haya dado yo cuenta y este señor tenga razón, si alguien encuentra agresividad o algún tipo de ataque en él, por favor, que me abra los ojos; este papelito lo facilita la Confederación española de asociaciones de padres y madres de alumnos, no me lo he sacado de la manga. Ha dejado bien claro que nuestros hijos harán el exámen, y que tienen la obligación de firmarlo, que sino contestan a las preguntas tendrán un cero. No sé si se ha liado, o nos ha intentado liar, pero ha dejado caer que se le hará media a los niños con ese cero. Cuando hemos protestado nos ha acusado de no oír bien, que en realidad el cero es para el centro, que es al que estamos perjudicando muchísimo, poniéndonos en contra de los demás padres asistentes a la reunión. Somos el demonio y por nuestra culpa nuestro cole tendrá un cero.
Después de oír su demagogia, su posicionamiento hostil, y como nos ha descrito ante los demás, inventándose nuestra agresividad, como reventamos las reunión, lo malos que somos y como perjudicamos a los pobres niños, además de ser padres desalmados que utilizamos a nuestros hijos para atacar al gobierno, me he sentido como una terrorista que va a hacer explotar el colegio de un momento a otro, y no he dudado en tranquilizarle, aclarándole que solo soy una madre y que no voy armada, que no tengo intención de incendiar el colegio, entre otras cosas porque lo pago con mis impuestos y sería una estupidez por mi parte.
En este punto, he pensado para mí misma que a este señor que me ataca, que se toma atribuciones que no le corresponden, que amenaza con presionar a mi hija de ocho años y obligarla a hacer el exámen diga yo lo que diga, a este, también le pago el sueldo, pero parece ser que de esto el buen señor no se percata. Se lo deben pagar de su bolsillo aquellos a los que defiende tan apasionadamente.
Nuestro delito es salirnos del redil, no digo que con razón, que a lo mejor no la tengo, pero sí digo que tengo derecho a no tener razón; respeto profundamente la decisión de los padres que lleven a sus hijos al exámen, pero parece que yo no tengo derecho a ser respetada.
Paradójicamente, nuestros hijos aprenderán en la escuela pública que las palabras “derechos” o “Democracia” les traerán serios problemas, y que es mejor olvidarlas y dejarlas de lado.
Por desgracia, después de releer este escrito, me doy cuenta de que no es la bendita LOMCE la que me tiene sin dormir. En realidad es el miedo. Después de ver la actitud del director del centro, no tengo ni una millonésima parte de gramo de confianza en él. Sé que va a obligar a mi hija a hacer el exámen, sé que va a darle un disgusto, sé que, como es de lágrima fácil, me la va a hacer llorar. Y además sé que lo va a hacer sin pudor, porque está en poder de la verdad absoluta. El miedo lo tengo también a las represalias, me temo que de una manera u otra las habrá. El miedo no lo tengo por mí, lo tengo por mi hija. El miedo de ver como algunos padres harán que sus hijos hagan la prueba por miedo a las consecuencias si no lo hacen. El miedo que me da llevarla a un centro en el que hay un director del que desconfío, porque como lo lleva todo a lo personal y a lo político, ya nos tiene fichadas. El miedo a ver como nos quedamos mirando como vacas al tren mientras la educación pública agoniza. El miedo a que además estoy indefensa, porque aquellos que deberían defenderme, a los que también les pago el sueldo, son los mismos a los que el director sirve fielmente. Entre unos y otros, lo único que me queda es el miedo.
Espero que, por lo menos, en Panamá tengan el detalle de ponerle a sus escuelas públicas el nombre de algún escritor español.
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