En un país donde sólo uno de cada tres españoles dice saber algo de inglés me preocupa cada vez más la insuficiencia de los medios que se proporcionan para solucionar el problema.
Soy estudiante universitaria y este año solicité entrar en la Escuela Oficial de Idiomas para estudiar alemán y francés. Aun siendo exalumna de alemán, y después de haber hecho el test de nivel en septiembre, se me denegó la plaza en el segundo sorteo. Y digo segundo sorteo, porque para francés ni siquiera pasé el primero; es decir, ni siquiera tuve acceso a hacer el test de nivel preliminar. Si a esto le sumamos que un curso entero del aprendizaje de una lengua en cualquiera de las universidades públicas españolas cuesta de media casi lo mismo que en una academia privada, la baja competitividad de los alumnos españoles en cuanto a idiomas se presenta como un hándicap francamente difícil de superar.— Bárbara Stanelli Peironcely.
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