miércoles, 8 de enero de 2014

"Y tú, ¿por qué te manifiestas?" (Eva Garrido)

 nos ha tuiteado el enlace a su artículo publicado en fronterad.com

“Me siento en la obligación de manifestar mi opinión y apoyar una posición contra la injusticia, el clientelismo y la falta de libertad y democracia real en la que vivimos”. “Porque es mi derecho, porque estoy en desacuerdo con las políticas de este país, porque soy una ciudadana que se informa, que cuestiona, reflexiona y actúa en consecuencia… porque si no me muevo para promover el cambio social me siento cómplice de un sistema injusto que provoca cada vez más desigualdad y pobreza”. “Me manifiesto porque, al contrario de lo que dicen, manifestarse sí sirve de algo: sirve para que nos desahoguemos, para que nos expresemos, para que no acatemos órdenes con las que no estamos de acuerdo en silencio y, sobre todo, sirve para que los ciudadanos nos encontremos frente a frente en las calles y descubramos que no estamos solos, que hay otros que se sienten igual que nosotros”
 
Son los testimonios de varios ciudadanos de diferentes puntos de España quienes dan voz al derecho a manifestarse. Lo reconoce la Constitución Española como derecho fundamental y libertad pública (Artículo 21.2.). Una de las principales herramientas para que los ciudadanos intervengan en la actividad política tras votar en unas elecciones y un momento para ser ciudadanos activos. Por ello, para algunos se torna en responsabilidad y obligación. Todos a una para entonar un mismo lema sin olvidar que el derecho constitucional a la libertad de expresión (Artículo 20) también les ampara para hacerlo. En teoría, la fórmula es sencilla.
 
Con la Ley de Seguridad Ciudadana se complica. A lo que hay que añadir la imagen negativa que en numerosas ocasiones se intenta transmitir de las manifestaciones cuando se destacan imágenes de disturbios llevados a cabo normalmente por  un grupo reducido y aislado de personas que no representan a los cientos y miles que asisten a las concentraciones. Aún así, los motivos y las ganas no se agotan, aunque así se pretenda con leyes restrictivas como ésta, porque manifestarse es un derecho al que la ciudadanía no renuncia.
 
Como ellos: “Al manifestarme no me planteo ningún objetivo concreto. Quizás sea el cumplimiento de una responsabilidad como persona y ciudadano, otras veces para intentar revertir alguna situación con la que estoy en desacuerdo”. "El objetivo  general es demostrar el descuerdo con un sistema que sólo persigue el enriquecimiento económico  de unos pocos y generar una conciencia social que contribuya  a cambios que promuevan una democracia real, que considere y garantice los derechos sociales y medioambientales”. “Cuando me manifiesto soy consciente de que, la mayoría de las veces, no voy a detener el proyecto de ley ni la norma que me indigna, ya sé que una pancarta no cambia el parecer de un gobierno, pero la fuerza y la potencia de una masa de ciudadanos que está enfadada y unida es impredecible; a veces, suceden milagros, y no hay más que mirar a la historia para constatarlo. Además, pienso que, al igual que sucede en las relaciones de tú a tú, es muy importante que los ciudadanos seamos sinceros y claros con lo que nos molesta de nuestro gobierno, en vez de callar y tragar como si la cosa no fuera con nosotros o, simplemente, porque estamos convencidos de que no vamos a cambiar nada”

Especial 2013, el año de las movilizaciones

 
#caraC, como homenaje al poder de la acción, dedica su último post de 2013 a algunas de las manifestaciones más simbólicas celebradas en España durante este año. Puedes verlo aquí.

Y tú, cuando te manifiestas, ¿cuál es tu objetivo? #caraC te invita a que lo cuentes en los comentarios de este artículo. ¡Gracias y adelante!

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