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domingo, 2 de septiembre de 2018

El Valle de los Caídos (Manuel Menor)

Al Valle de los Caídos le ha llegado el cambio de hora

El cambio de huso horario ni sintonizaba con la idea de Franco, ni reducía el gasto energético. Tampoco los usos de su cripta se avienen con un relato democrático.


El uso que del pasado suele hacerse, ajeno con lo acontecido y casi siempre dependiente de lo que nos malenseñaron en la escuela, fue muy advertido por Luis Carandell: “más que una historia de hechos, era una historia de héroes”. De Pelayo a Franco, de Isabel la Católica a Agustina de Aragón, evitaba cuanto pudiera enturbiar el redentor modelo imperial de los vencedores y  se saltaban casi todo el siglo XVIII y XIX para meterse de lleno en la exaltación de la santa Cruzada. “El amor a Dios y el amor a la patria, tal como nos eran contados –aseguraba el autor de Celtiberia Show-, constituía el eje de la educación de los niños de aquella época” (Ver: Carandell, L., Las habas contadas, Espasa, 1998, pgs. 20-21).

Pero comienza el curso 2018-2019 y seguimos con aquellos andares. Las páginas que ha ocupado el Valle de los Caídos todo el verano sin decaer, junto a lo dicho y rectificado en torno a la futura dedicación de ese espacio fúnebre, han dado cancha a interpretaciones de todo tipo, en que lo menos relevante parecen ya las historias penosas que muchos tuvieron que soportar y que sus deudos aguantan, mientras la simplificación y la demagogia copan el primer plano. Como casi siempre en lo que atañe a nuestro pasado reciente, para los equilibristas del término medio siempre hay problemas más urgentes que resolver y no se deben“reabrir heridas”. Los más pugnaces lamentan que aquella historia triunfal no tenga protegido su futuro. Otros estiman que la Iglesia –que ha custodiado aquel lugar con el apoyo de Patrimonio Nacional- debiera frenar este final, mientras la familia de quien mandó hacer el mausoleo pone trabas.

Tan prolífica reacción tiene más de visceral que de racional y, si bien debiera haberse encontrado alguna solución para ese espacio, hoy tampoco es mal momento para intentarlo. Lo dramático es que, después de 40 años, este asunto siga produciendo rasgamiento de vestiduras. Tal vez no hubiera sido tanto si lo que denunció Fernando Hernández –en: El bulldozer negro de Franco (Pasado&Presente, 2015)- hubiera sido corregido a tiempo y la Historia que se enseña en nuestros centros educativos tuviera otra calidad. Si sigue igual –cuando la tendencia es a que desaparezca-, su valor para entender el presente será nulo.

El bulldozer negro

Lo viejuno no es caer en la cuenta de ello sino olvidar que ya está ocurriendo lo que la metáfora del “bulldozer” sugiere. El uso más frecuente que ya tiene la Historia es el que le proporcionan conmemoraciones oportunistas y el que le dan muchos guías turísticos, que tampoco van a la zaga. Las primeras pretenden asegurar lo existente y que todo siga bien controlado, y las segundas que crezca el flujo de visitantes: no hay pueblo que no se precie de tener una iglesia, muralla, castillo o monasterio “puesto en valor”, y a todo turista –no al viajero ansioso de aprender- le encanta que le adornen sus selfies con relatos mitificados en que fechas y personajes tengan facultades propias de la ficción cinematográfica. En ambas circunstancias, predomina la estela de lo que contaba la Historia de España contada con sencillez, que escribió Pemán (1939) como modelo de lo que había que enseñar; lo de menos es si lo teatrero que se cuenta a –o se representa con fiestas de inventadas tradiciones- permiten conocer el sentido del pasado. En estas ocasiones, las preguntas suelen ser como en los concursos de TV, y tanto los libros conmemorativos como los guías de espacios museizados suelen obviar otras cuestiones. Lo peor es que ya es norma que, en muchos lugares –incluidos los escolares- perduran filtros del “olvido interesado”, como Emilio Castillejo ha estudiado reiteradas veces analizando lo que cuentan los libros de texto de nuestros hijos.

A punto de empezar otro curso académico, la pregunta pertinente es qué historia van a estudiar nuestros vástagos y si esta del Valle de los Caídos -sean cuales sean los episodios que le resten- les servirá para algo. Esto sería lo irónico: que tan pregonado cambio no les valiera para nada.

Manuel Menor Currás
Madrid, 01.09.2018


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