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jueves, 30 de abril de 2020

Save the money – Save the children (Ana M. Valencia Herrera y Eduardo Luque Guerrero para Viejo Topo)

Artículo de Ana M. Valencia Herrera y Eduardo Luque Guerrero para Viejo Topo

29-4-2020
El capitalismo es mucho más que una estructura económica, es un sistema que está dando forma permanentemente al mundo y a la forma de pensar de sus gentes, también está alterando las creencias profundas de la sociedad. El capitalismo en curso cambia sus modos, sus leyes y sus imágenes continuamente, en realidad funciona alimentando su propio circuito cultural (medios de comunicación, fundaciones, instituciones, agencias, consultoras, escuelas de negocios, academias etc.) Este circuito tiene como objetivo la creación de opinión pública y también su control. Su nueva cara y negocio se denomina filantrocapitalismo; es la cara oculta de una nueva fase de expansión del capital bajo el disfraz de las instituciones de caridad. La situación es más peligrosa aún porque reemplaza la justicia social y la igualdad por un falso humanitarismo. Las viejas-nuevas ideas filantrópicas-caritativas están ocupando el lugar de las antiguas y descreditadas herramientas de la globalización. En una era en la que la propaganda y el espectáculo han tomado por lo general el lugar del pensamiento y la memoria, y solo prospera la publicidad revestida de información, una estrategia como esta promovida a golpe de talonario solo puede triunfar.
Para  nadie es un secreto que la extensión del COVID 19, como otros desastres que se han producido en la historia reciente de la humanidad, iba a ser aprovechada para adelantar dos,  tres o diez páginas de golpe en la agenda del capitalismo global, sería una ingenuidad pensar  que la crisis actual y sus consecuencias iban a traducirse en un mundo más justo ni más sostenible; por el contrario no es difícil presagiar que de esta saldremos con un capitalismo más reforzado y que habrá encontrado nuevos caminos para engordar a costa del sufrimiento y la miseria de tantos en el planeta.
Uno de estos caminos de enriquecimiento además de la sanidad será la educación. Ya antes de la crisis se estaba convirtiendo merced a la privatización y a la cesión de capital público a manos privadas en uno, sino el mayor, de los negocios más lucrativos del mundo, con unos beneficios astronómicos que debían ascender para el año 2025 a ocho trillones de dólares (según las previsiones de las principales consultoras). Buena parte de los cuales debían proceder del llamado e-learning (educación a distancia o vía dispositivos electrónicos), es decir, condenar a los sistemas educativos de todo el mundo no solo a un devastador consumo de aparatos electrónicos sino también de herramientas y energía, con un resultado sumamente incierto. La educación, mediante esta estrategia, se suma así al también lucrativo negocio de la venta y compra de datos.[1]
Sin embargo, pese a los esfuerzos y la inversión hecha por la amplia y compleja red de fundaciones, empresas y organismos pro-negocio, las cosas no iban tan deprisa como querían. La penetración del nuevo modelo tropezaba con un fuerte rechazo. En nuestro país la presión de los padres había hecho fracasar parcialmente las pruebas de diagnóstico, por ejemplo. El Ministerio de Educación, poco antes de iniciarse la pandemia había propuesto ya un nuevo borrador de Ley Educativa, un calco de la anterior en muchos sentidos. La educación en su conjunto se resistía un tanto a los cambios introducidos, cambios siempre muy veloces y solapándose unos con otros en una espiral a la que es imposible verle más sentido que el del negocio. La vaga promesa de un futuro en el que para triunfar todos los niños y niñas debían de haber crecido pegados a un ordenador haciendo actividades tipo test, no había sido lo suficientemente convincente, y la intuición (o sea lo intelectualmente comprendido sin verbalizar) dictaba que no había absolutamente ninguna certeza, ni evaluación seria y no interesada, de que la introducción masiva de los artefactos, plataformas didácticas y programas electrónicos hubieran  proporcionado ninguna mejora significativa en las aulas. Más bien las encontramos en sentido contrario: enfermedades oculares por las horas frente al ordenador. Además de ojo seco, visión borrosa, irritaciones etc.[2]   Podemos leer estudios rigurosos que plantean los riesgos para la salud de la exposición a la luz led de las pantallas. Por no mencionar otros trastornos mucho más complejos relativos al comportamiento y al aprendizaje; no es este el lugar pero baste con remitirnos a lo que el eminente neuropsiquiatra alemán  Dr Manfred Spitzer resume en su trabajo de divulgación “Demencia digital”[3] en el que reiteradamente expone que la utilización de estos dispositivos dentro del sistema educativo no tiene más que una explicación puramente económica, y que muy contrariamente a lo que se nos quiere hacer creer estos aparatos  dificultan seriamente el aprendizaje y pueden derivar en problemas más serios como el de dificultades cognitivas, déficit de atención o un aumento de la agresividad. En el mismo sentido el profesor Robert Gajewski de la universidad de tecnología de Varsovia termina concluyendo en uno de sus trabajos: “Todas estas trampas y trucos de la e-educación nos llevan a concluir que en absoluto es este el remedio a los problemas de la educación”[4]. Naturalmente podemos seguir desechando argumentos y estudios racionales y sustituirlos por la propaganda o por los estudios financiados por las empresas interesadas en la promoción del e-learning, pero ¿realmente queremos exponer a nuestros niños y jóvenes a estos riesgos?
Naturalmente esta promoción de lo electrónico y la educación a distancia tiene una explicación económica. Las grandes empresas tecnológicas se veían expuestas a algo más que una seria crisis debido al estallido de la burbuja que ellas mismas venían creando. Durante más de una década todas las grandes de las Tic con Microsoft, Google, Facebook, al frente han solicitado créditos para recomprar sus acciones y poder repartir dividendos, una espiral que no puede parar y que estaba a punto de estallar. En otras palabras, pedían créditos para comprarse ellas mismas acciones y hacer que estas subieran para ganar una cantidad exorbitante de dinero y poder repartir beneficios. Están endeudadas hasta las pestañas:
Eran numerosos los medios que se preguntaban si la burbuja de las grandes tecnológicas, de nuevo, no estaría a punto de estallar.
Parece que se ha encontrado una solución al menos provisional, la extensión a escala planetaria de la educación on line pretende asegurar el retorno de las ganancias al sector de las TIC. El modelo experimentado durante el confinamiento es visto por las grandes compañías como un ensayo a gran escala para que ante las previsiones de futuras pandemias se convierta en el modelo educativo triunfante (no es extraño que Bill Gates sea el principal vocero de pandemias mundiales, véase su experimento “Event 201 Pandemic Exercise” , publicado el 4 de noviembre de 2019 por el Centro de Seguridad de la Salud de la Universidad Johns Hopkins y realizado el 18 de octubre de 2019[5]). Hoy, con el 91,2 % de los estudiantes en casa según las estadísticas de la Unesco  y con cincuenta millones  de profesores y profesoras que a las alturas del 28 de marzo se habían descargado ya la aplicación didáctica propuesta por Google[6], según informaba la propia empresa, se están cubriendo las expectativas de estas multinacionales y el que habrá de ser uno de los negocios más rentables y peligrosos  del planeta; la alianza del gigante educativo Pearson con el gigante del control de la información Google  tiene el éxito  garantizado.[7]  Aunque las voces de alarma no han llegado a nuestro país, allí donde el proceso está más avanzado sí lo han hecho.
El interés de estas empresas en la educación viene de antiguo, así como su papel capital en la constitución del entramado de organizaciones que articulan la red mundial del negocio educativo. El modelo utilizado es el del parternariado privado-público, ese invento para que las empresas vayan usurpando el poder poco a poco, mientras minan el estado desde dentro. Su camuflaje filantrópico convenientemente financiado ha ido calando en una sociedad que no dispone de las fuentes de información independientes ni accesibles para comprender lo que sucede. Algunos grupos de investigación, trabajando en las instituciones públicas que van quedando o financiados por los usuarios, están poniendo el acento precisamente en esta compleja red de intereses cuyos vínculos no aparecen con claridad; así la americana Little Sis[8], que se dedica a investigar el complejo mundo de estas relaciones, ha añadido una sección documentada que directamente se denomina “ojo a los vínculos” la cuestión de la peligrosa red de contacto, influencias  e intercambios de dinero entre estos negociantes.
Tomemos el ejemplo de los firmantes de la “carta  abierta a la ministra” de la ONG Save the Children[9]. En realidad esta carta sigue la corriente de otras empresas como Microsoft Google-Pearson o instituciones como el Banco Mundial[10] que están agitando el panorama educativo todo lo que pueden para alentar sus negocios. Y lo hacen desde el catastrofismo y la amenaza de siempre, la doctrina del shock, ofreciendo la salvación a través de su propuesta mercantil, así nos va. Entre los firmantes de la carta versión española aparecen todas las triquiñuelas propias de este negocio: para que abulte más aparece de un lado firmando la propuesta la fundación Trilema, institución católica propietaria de varios colegios, y separados de la misma como firmantes el supuestamente independiente filósofo, aficionado a la cuestión educativa, J. A. Marina, que en realidad es uno de los patronos de esta fundación, y su socia Carmen Pellicer, que es a su vez la directora de la misma. Se encuentra también como firmante la fundación Jaume Bofill, una de las promotoras del proyecto privatizador “Escola Nova 21”.  Otro de sus ponentes es Ismael Sanz, un hombre que viene del negocio de las pruebas  PISA  y del grupo de la exconsejera Figar (de los “ultracatólicos” cielinos) en la Consejería de Educación de Madrid, ellos fueron los que promovieron el fiasco de otro de los grandes grupos firmantes “empieza por educar”, la filial española de la controvertida Teach for America; un grupo ultraliberal y conservador que financiado por el Banco de Santander y amadrinado por Ana Patricia Botín lleva tiempo intentando implantar su ideología y el modelo americano entre los colectivos más vulnerables, según el nuevo lenguaje neocon (pobres, que diríamos en castellano). Y así suma y sigue hasta configurar la compleja trama de relaciones, nos encontramos con que también de la firmante plataforma para la infancia forman parte Save the Children,  y por supuesto EDUCO y otras muchas más, tantas que consiguen que la red  se vuelva incomprensible. ¿Reciben sus fondos de los miembros que a su vez reciben fondos de otros terceros? ¿Se trata de un circuito? La palma se la lleva la fundación COTEC[11], presidida por los dos Reyes (el emérito y el nuevo) y de la que forman parte todos los bancos y empresas del país empezando por Telefónica y la Caixa, siguiendo por el BBVA, el Santander  y  terminando por Repsol, Abertis , Facebook etc, etc.  Claro, uno no puede dejar de preguntarse ¿de dónde esta preocupación empresarial por la educación y por el final de curso?  Y sobre todo ¿de dónde viene este interés por los más pobres –perdón, “vulnerables”– que en una gran medida ellos han contribuido a crear? Viene a ser: primero te desahucio o despido a tu padre, y después quiero que los voluntarios de mi fundación te den clase para hacerte resilente. No es de extrañar pues que las aulas el próximo mes de Julio se abran para todas estas ONG y sus voluntarios dispuestos a dar lo mejor de su ideología a las desamparadas criaturas. Tras dos o tres meses de encierro, el pretexto es avanzar en unos temarios que ya venían juzgándose como poco importantes. ¿No decían las autoridades educativas y los “expertos” hace poco que lo importante era educar en valores? ¿Por qué ahora tanto interés por los contenidos y la promoción?
La pregunta previa que es necesario plantear es: ¿Por qué una ONG  y en concreto Save the Children lidera esta propuesta? En torno a las ONGD se edifica una construcción ideológica extremadamente frágil y contradictoria. Por una parte han sido capaces en ocasiones de fijar y modificar las agendas de grandes conferencias internacionales como la Cumbre de Seattle o de la OMC. Alrededor de estas organizaciones se ha creado un entramado de justificaciones morales en una sociedad que cuestiona cada vez más la militancia política. Los medios han creado un nuevo héroe moderno que sirve de justificación moral para casi todos los desastres: el cooperante solidario prototipo de virtudes morales y auténtico “Robin Hood” de la sociedad neoliberal. Las ONGD son presentadas como portadoras de nuevos valores solidarios: mientras, vemos cómo mantienen vivas actuaciones meramente caritativas y asistenciales, cuando no directamente responden a los intereses de gobiernos o grupos de poder. Se nos muestra a las ONGD como agentes autónomos de los estados al margen de la política oficial. Nada más lejos de la realidad. Numerosos dirigentes políticos, entre ellos la realeza europea, han hecho de la solidaridad un medio de justificación de su propio estatus; desde la reina emérita,  a la que tanto vemos en África como en Iberoamérica visitando a cargo del erario público proyectos de solidaridad, como la fallecida  “princesa del pueblo” Lady Di, por dar solo algunos ejemplos. Esta propaganda de fuerte impacto emocional oculta la desaparición de los servicios sociales que debería prestar el estado que, por otra parte cede este campo a las organizaciones “humanitarias”. Así, la promotora de la carta tiene como importante colaborador a MOAS, ligada a Avaaz.org (donó 500.000 € a las operaciones de búsqueda y rescate de MOAS). Avaaz.org actúa como la sucursal europea de Moveon.org, una organización estadounidense propiedad de George Soros. Esta ONG también está financiada   por la Open Society Foundation y está siendo investigada por la Fiscalía italiana, que la relaciona con las mafias de tráfico de inmigrantes[12].  Parece que no tiene mucho sentido que una organización investigada por la fiscalía italiana por tráfico de personas, y que ha protagonizado ya numerosos escándalos, fáciles de seguir por la prensa, se convierta en la líder de las propuestas educativas españolas[13]. Pero la desinformación y la propaganda triunfan, confiamos en cualquiera que ofrezca una buena marca, a ser posible en inglés.
Por otra parte el controvertido informe PISA asegura una y otra vez que las diferencias en el rendimiento escolar proceden de las condiciones socioeconómicas de las familias y no de la escuela. Pero los grandes complejos económicos internacionales, que ignoran esta parte del informe, siguen agravando y ahondando las diferencias sociales. La pobreza generalizada es el caldo de cultivo donde medran los grandes filántropos internacionales. Se abusa del poder, se evaden impuestos de todas las formas posibles y se amasan fortunas obscenas. ¿Hemos de creer que los grandes filántropos que son los que llenan el planeta de transgénicos y pesticidas como Bill Gates y la Monsanto-Bayer son precisamente los más interesados en salvar al mundo?  ¿Que todas estas empresas tecnológicas a través de sus think tanks y fundaciones, quieran sustituir la música y el arte por un cachivache electrónico no debería llenarnos de sospechas? ¿Proporcionar un teléfono móvil o una tablet para hacer los mismos deberes mecánicos y absurdos en Nueva Orleans que en Albacete no es uniformizar y formatear el pensamiento? Se pretende sembrar en las familias más pobres la vaga ilusión de que sus hijos podrán salir de la miseria gracias al progreso que supondrá el e-learning. De este modo no tendrán que enfrentar los peligros de las pandemias en trabajos precarios y podrán quedarse en casa a salvo, entretenidos con las redes sociales.
No se pueden hacer generalizaciones en la educación, no es lo mismo la enseñanza  preescolar que la universitaria, cada una exige una respuesta diferenciada a esta crisis, pero todas han de hacerse en interés del bien común  y con perspectiva social, han de estar promovidas por las instituciones públicas, elaboradas y consensuadas por el profesorado, los sindicatos, las familias y los auténticos especialistas, como los firmantes de esta otra carta que ha pasado casi desapercibida[14]. En este sensato “Manifiesto por otra educación en tiempos de crisis” Se ofrecen veinticinco propuestas racionales y bien ajustadas que van a tener pocas opciones de éxito, de un lado porque no están avaladas por un macropoder del negocio de la educación, y de otro porque proponen regresar desde el modelo de la des-información de vuelta al modelo del conocimiento con una perspectiva eco-social.
La educación no puede caer, ni siquiera en estos tiempos duros y dolorosos, en manos de unos cuantos negociantes deseosos quizás de que seamos todos más tontos, para que estos billonarios versión moderna de las antiguas “damas del ropero” puedan pasar por benefactores de la humanidad, algo muy diferente de lo que en realidad son.

Notas

[1] En nuestro país  la CRUE (Conferencia  de rectores de las Universidades Españolas) cedió gran parte de sus bases de datos a los grandes bancos españoles (en especial al Santander) La creación por parte del Banco de Santander de una app específica con los datos “voluntariamente” cedidos por los propios alumno y la Universidad coloca a esta entidad en una posición única para ofrecer servicios financieros (créditos estudiantiles) a futuros estudiantes. Una copia del desastre que se vive en EEUU donde más de 4000000 de estudiantes no podrán afrontar los costos de sus préstamos (el salario de los empleos se ha deteriorado tanto que aún con trabajo es muy difícil devolver esas cantidades). El ejemplo explicado incluso por el expresidente Obama para conseguir dinero para sus hijas es muy revelador, considerando que es una familia sin excesivas dificultades económicas.
[2] https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0039625705000093.
[3] Spitzer. M. Demencia digital (El peligro de las nuevas tecnologías).Ediciones B. 2013. Barcelona.
[5] El Evento 201 fue una simulación donde intervenían desde el Banco mundial, la Universidad John Hopkins. la OMS, el FMI, todo financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates, donde se presumía una Pandemia mundial iniciada por “curiosamente” un coronavirus en Latinoamerica y que tenía una alcance planetario, el objetivo era establecer líneas de actuación en ese espacio.
[6] Google Classrom
[8] https://littlesis.org/
[9] https://www.savethechildren.es/actualidad/carta-la-ministra-de-educacion
[12] https://www.opensocietyfoundations.org/newsroom/george-soros-pledges-initial-4-million-quake-relief-haiti Médicos sin fronteras (MSF) tripula varios de estos barcos, como el  AQUARIUS o el Dignidad 1, que pertenecen también a la Open Society Foundation.
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Unanimidad en la comunidad educativa: nadie entiende por qué solo los menores de seis años podrán ir al colegio (Daniel Sánchez Caballero para eldiario.es)

Artículo de Daniel Sánchez Caballero para eldiario.es

miércoles, 29 de abril de 2020

CCOO rechaza la apertura de centros educativos (Federación de Enseñanza de CCOO de Madrid - 29-4-2020)

Consideramos que el plan del Gobierno estatal se ha elaborado sin consultar a profesorado y sindicatos, por tanto pedimos que se articule un plan de vuelta a las aulas y pedimos medidas extraordinarias para la Comunidad de Madrid, “zona 0” de la pandemia.

29/04/2020.

CCOO manifiesta su perplejidad y su oposición a la propuesta de desescalada y de “nueva normalidad” para el sector educativo lanzada por el Gobierno estatal.

Queremos poner de relieve la contradicción que supone, por una parte, dar por concluida la actividad educativa presencial para el curso escolar 2019-2020 y emplazar la actividad docente a septiembre, y al mismo tiempo impulsar la apertura de los centros educativos de todas las etapas y enseñanzas durante las próximas fases de desescalada con criterios que nada tienen que ver con lo educativo, sino fundamentalmente con la necesidad de una conciliación que asegure una vuelta tranquila al trabajo de las familias. “No se trata de que se abran los centros sin garantías para que los escolares tengan un lugar donde pasar el rato mientras sus progenitores trabajan –afirma Isabel Galvín, secretaria general de la Federación de Enseñanza de Madrid. La escuela debe garantizar el derecho a la educación; no debe ser un instrumento para la conciliación”.

En este mismo sentido, lamentamos que este plan de retorno y apertura de los centros educativos no se haya negociado con los auténticos expertos en esta materia, que son el profesorado y los representantes de los sindicatos del sector educativo. “Son ellos quienes deben marcar las pautas para un regreso a las aulas sin riesgos –afirma Galvín, No podemos olvidar que la Comunidad de Madrid sigue siendo la “zona 0” de una pandemia que está remitiendo pero que sigue activa. Reabrir los centros sin las garantías sanitarias podría desatar una intensificación del virus y un ascenso del número de afectados, tal y como ha ocurrido en otros países, como Alemania. Los colegios no deben ni pueden ser focos de repunte del covid-19”.

Asimismo, CCOO considera que se incurre de nuevo en una contradicción cuando se decreta la asistencia voluntaria de los estudiantes que están cursando 4º curso de la ESO, Formación Profesional o Educación especial sin haber tenido en cuenta los criterios académicos y organizativos que el profesorado sí ha tenido en cuenta durante todo el periodo de confinamiento para organizar ordenadamente el final del curso académico. “Queda en el aire –continúa Galvín- si la asistencia del profesorado y otros profesionales educativos a los centros también será voluntaria, y hay muchas lagunas en cuanto al modo en que se va a compatibilizar la enseñanza presencial con la telemática”.

En definitiva, exigimos al Gobierno respeto a los profesionales de la educación y rigor a la hora de la planificación de las medidas que definan la vuelta a las aulas. “Empleemos el sentido común, pongamos en marcha los trabajos para elaborar un plan de retorno con garantías sanitarias y académicas que cuente con el criterio de los expertos y tengamos en cuenta que la Comunidad de Madrid precisa medidas especiales debido al grave azote de la pandemia en la región, o la realidad educativa madrileña con una mayoría de aulas masificadas por las altas ratios si queremos que en nuestra comunidad se siga avanzando y podamos superar las distintas fases de desescalada que se han definido”, concluye Isabel Galvín.

Ayuso defiende los menús de Telepizza para niños vulnerables: "Juraría que a la mayoría les encanta" (vídeo de eldiario.es. 29-4-2020)



Vídeo publicado por eldiarioes el 29-4-2020

La oposición ha recriminado a Ayuso los menús de Telepizza, Rodilla o Viena Capellanes que ha ofrecido a los menores de las familias más vulnerables durante la pandemia. Ayuso se ha limitado a defenderlos y afirmar que si estos menús los pusieran en marcha "sus señorías de Podemos" a lo mejor serían "los de Venezuela que es nada". "Que le den a un niño una pizza no creo que sea un problema", ha defendido la dirigente del PP durante su comparecencia en el Pleno de la Asamblea de Madrid. La jefa del Ejecutivo autonómico ha enumerado algunos de los menús que Telepizza ha puesto en marcha: "ensalada mediterránea, pops de pollo, hamburguesa de pollo infantil y otro día pizza... y Coca Cola. Yo juraría que a la mayoría de los niños les encantan".

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Nota de prensa sobre el alumnado con necesidades especiales (Ministerio de Educación y FP. 28-4-2020)

El Ministerio de Educación y Formación Profesional reitera su compromiso con el alumnado con necesidades especiales, tanto en centros ordinarios como especializados (Nota de Prensa 28-4-2020)



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martes, 28 de abril de 2020

Juan Luis Arsuaga: «Una sociedad con peor reparto de la riqueza está menos preparada para superar una crisis» (entrevista realizada por Rosa M. Tristán para ELDIARIODELAEDUCACION.COM)

Reproducimos esta entrevista Publicada en ELDIARIODELAEDUCACION.COM

Juan Luis Arsuaga, uno de los directores de Atapuerca, tiene confianza en el futuro después del confinamiento. Eso sí, hay que sacar algunos aprendizajes que pasan por una apuesta importante por la investigación y la universidad, también por el sistema sanitario y la educación como grandes ejes para evitar, en el futuro, vivir una situación similar a la actual.

Nunca antes en la historia hubo 1.500 millones de seres humanos confinados, con la amenaza de un coronavirus, un microorganismo invisible a nuestros ojos, que se ha hecho fuerte en el espacio exterior y, si bien estamos en una situación no muy distinta a la que ya pasó la Humanidad en otros momentos de la historia, hoy tenemos a la ciencia para ayudarnos y para el biólogo, Juan Luis Arsuaga, codirector del proyecto de Atapuerca, catedrático de Paleontología en la Universidad Complutense y gran divulgador, es la gran baza que, junto con la solidaridad, nos ayudará a ‘reequilibrar el sistema activo’ en el que vivimos. Arsuaga, desde su ‘confinamiento’, continúa investigando entre clase y clase virtual con sus alumnos. Es optimista ante el reto que tenemos por delante y no cree que el sistema, tal como lo conocemos, vaya a sufrir un colapso si nos cuidamos de evitar más crisis a corto plazo.

Leía unas declaraciones suyas en las que comentaba que la pandemia del coronavirus deber ser tratada como un incendio, ir apagando brasas para que no resurja. ¿Nos hemos enfrentado a fuegos similares en el pasado?

Claro que si. La viruela mató a decenas de millones de seres humanos y también el descubrimiento de América dejó a las poblaciones indígenas bajo mínimos debido en buena parte a infecciones a las que sus organismos no estaban adaptados. Desde que el ser humano se hizo sedentario y crecieron las sociedades, agrupando a grandes masas de población en pequeños espacios, ha habido epidemias. De hecho, tenemos enfermedades en la historia reciente, como el paludismo, que matan a muchas personas. Podríamos decir que en el Paleolítico había menos ‘combustible’ para provocar un incendio como éste, porque los humanos vivían en grupos aislados y cuando no tenemos bosques sino grupos de árboles, es más difícil que se propague el fuego. Ahora somos muchos humanos y estamos muy comunicados, además de tener una actividad como no hubo antes. Eso genera un gran incendio que se extiende, pero hay que ir apagando focos y luego las brasas.

Luego los humanos no tenemos tan controlado el entorno como pensamos con nuestra tecnología.

Ah, no, el entorno no está controlado en absoluto. Dependemos de muchos factores, pero también es verdad que hay factores que provocan incendios y no nos son ajenos. Si esta pandemia del coronavirus, como parece, tiene su origen en los mercados de animales vivos en China es antrópica, es decir, que su origen es humano. Tiene que ver con nuestra forma de actuar en un lugar determinado, que resulta que ahora es mucho más fácil que se propague por todo el mundo, porque hay mucha más superpoblación y movimientos que en el pasado.


Si hay más dinero para invertir en la ciencia, las universidades y la educación, habremos aprendido

Con eventos como esté ¿cree que saldremos con alguna lección aprendida?

Eso lo veremos en los próximos Presupuestos Generales del Estado. Si hay más dinero para invertir en la ciencia, las universidades y la educación, habremos aprendido. Vamos a saber pronto si sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Ahora, la ciencia está en una situación de precariedad y las universidades están infrafinanciadas, cuando es donde se realiza la mayor parte de la investigación. Esas son las lecciones que más me interesan, más que las morales que relacionan la pandemia con la culpa sobre nuestra forma de actuar hasta ahora, como si se tratara de un pecado. Ahora, lo que veo es que mientras estamos inmersos en la crisis somos muy conscientes de las carencias del sistema. Por ejemplo, vemos que teníamos una sanidad pública que no estaba dimensionada para enfrentarse a un virus así. Sí lo estaba para la gripe, pero no para un virus que es un poco más contagioso, un poco más letal y que afecta a las personas mayores. Desde luego, lo que sí hemos aprendido todos es mucho de epidemiología.

¿Nos volverá a pasar?

No tiene por qué volver a pasar si aprendemos. Si mantenemos errores cometidos, pasará, pero creo que no sucederá. Esta crisis tiene que ver con cuestiones culturales de China, con un origen conocido. Creo que es una crisis pasajera y no supondrá un antes y un después histórico; será como una ola que perturba y altera a su paso. El problema es que pueda haber una ola como esta cada cinco años, porque eso no hay sistema que lo soporte. En este caso, como tiene que ver con hábitos sociales, temas hospitalarios o de movilidad, es decir, con factores controlables, soy optimista y pienso que no conoceremos otra igual.

¿Cambiará en algo nuestro comportamiento?

Tampoco lo creo. Evidentemente, marcará nuestras vidas en España porque está teniendo una incidencia mucho más grande que en otros países, como Portugal; y los efectos se van a notar según las pérdidas humanas en el entorno más cercano o los impactos económicos que se provocarán, pero para desestabilizar el sistema global y generar grandes cambios hace falta muchas crisis. Los imperios del pasado cayeron cuando las crisis se sucedían una detrás de otra. Esas son las que realmente pueden desestabilizar el sistema. Pero, desde luego, la pandemia no es un castigo divino, ni ha sido provocada por el impacto de un meteorito, sino que detrás de ella están nuestros comportamientos humanos y estoy convencido de que intentaremos evitar que se reproduzcan pandemias así. En el futuro, nos habremos vacunado contra este tipo de crisis víricas. También puede ser que tengamos una crisis de otro tipo y eso nos impida recuperar el sistema, el equilibrio. Como biólogo creo que tenemos que reforzar la homeostasis, es decir, los mecanismos que permiten reequilibrar un sistema dinámico con algunos reajustes. Es un equilibrio, como el biológico, en el que si quitas un pilar aparece otro o se compensa por otro lado, pero es difícil que se derrumbe del todo porque es activo; no es un acueducto estático que se cae al perder un soporte.

¿Y qué reajustes debemos poner en marcha?

Desde luego, los sanitarios, que deben mejorar porque en ello va el estado de nuestro sistema inmunológico, pero no sólo. Es necesario que haya menos desequilibrios económicos y sociales, porque una sociedad con peor reparto de la riqueza está peor preparada para afrontar una crisis. De igual modo, una sociedad en la que no haya consensos en torno a temas fundamentales está peor preparada para soportar medidas tan sacrificadas como puede ser el confinamiento. El que estamos viviendo, de hecho, no es el resultado de la acción de la policía. No estamos en casa porque las fuerzas de seguridad nos lo imponga, sino porque estamos todos de acuerdo. Sin consenso social al respecto, sería imposible. Todo el país, al margen de la ideología política, nos hemos puesto detrás del Gobierno y no salimos de nuestras casas porque nos parece justo. Otro mecanismo es la educación porque una sociedad mal educada afrontará peor una crisis de este tipo.

Siendo una especie tan viajera, hemos aceptado bien ese confinamiento.

Sí, y es una cuestión de conocimiento. Hoy sale alguien por la televisión y nos dice que hay un virus que es dañino y le creemos. Aceptamos no salir porque confiamos en la ciencia, mientras que en la época medieval, cuando la peste negra, la gente se encerraba en sus casas por terror a lo que se pensaba que era una maldición. En la historia de la Humanidad no hemos visto antes este grado de conocimiento general que tenemos ahora. En general, hemos incorporado la ciencia.

¿Cómo imagina el regreso a la normalidad? ¿Reforzará lazos entre las personas o aumentará el distanciamiento?

Lo que vemos estos días son imágenes de una solidaridad y compromiso como no se han vivido nunca antes en la historia. Ahora lo vemos cada día a las ocho de la tarde, cuando todos salimos a aplaudir juntos a nuestras ventanas. Hemos tenidos dos guerras mundiales, una guerra civil en España y nunca se ha visto nada comparable con ver a toda la población unida en una crisis, sin enfrentamientos.

¿Cambiará nuestra relación con la naturaleza?

La naturaleza hay que respetarla con y sin coronavirus. Estos días oigo mucho hablar de este asunto, pero esta pandemia no es una venganza de la naturaleza. Estamos igual que hace unos meses respecto al medio ambiente. Ni mejor ni peor que entonces. El problema con el coronavirus ha surgido en el interior de las sociedades humanas, pero no como resultado de la actividad en el medio natural. Dicho lo cual, no hay ninguna duda de que tenemos un serio problema con la contaminación ambiental y los daños a la biodiversidad. Incluso hay estudios que dicen que en las zonas más contaminadas afecta más la letalidad del coronavirus, pero la pandemia no es el resultado de esa polución. No necesitamos invocar ‘pecados’ porque venga un virus para así ser más conscientes de lo que estamos haciendo con ese medio ambiente porque es algo fundamental siempre. Es lo mismo que decir que ahora hemos descubierto el valor de la familia, el cariño a los hijos… Tampoco hay que necesitar un coronavirus para ello. Lo que si es importante es entender que hay que repartir las consecuencias de la emergencia por igual. Si lo hacemos así vamos bien, pero si al final resulta que afecta poco a unos pocos, que el reparto es desigual, sí que puede ser explosivo. Y eso es algo que no tiene que ver con la naturaleza, sino con la política.

lunes, 27 de abril de 2020

CCOO denuncia la situación de las escuelas infantiles en la Comunidad de Madrid (Federación de Enseñanza de CCOO de Madrid - 26-4-2020)

Las empresas acogidas a ERTE que han obligado al profesorado a seguir trabajando se están beneficiando de un incremento patrimonial ilícito, ya que se están ahorrando todos los costes de personal.

26/04/2020

CCOO denuncia la situación que están atravesando las escuelas infantiles por causa de la pandemia del covid-19. El sindicato ha denunciado los ERTE que se han llevado a cabo en situación de fraude de ley. Pese a que las escuelas infantiles solicitaron acogerse a la medida de expediente de regulación temporal de empleo con carácter retroactivo desde el 11 de marzo, los trabajadores han continuado prestando servicios a las empresas, teletrabajando, celebrando reuniones y claustros y manteniendo el contacto con las familias muchas semanas después de la declaración del expediente de regulación temporal.

Igualmente, CCOO denuncia los ceses de contratos que los ayuntamientos y la Comunidad de Madrid han llevado a cabo en las escuelas infantiles, así como los ERTE posteriores derivados de estos ceses. Las empresas que tienen contratos con las administraciones recibirán el importe de los daños y perjuicios sufridos durante la suspensión de la actividad, incluidos los gastos salariales. Por lo tanto, estas empresas estarían beneficiándose de un incremento patrimonial ilícito, ya que se están ahorrando todos los costes de personal, tales como los salarios, las cotizaciones y los impuestos.

CCOO exige de nuevo que la Administración garantice el derecho a la no discriminación de la etapa de educación infantil, tanto a los escolares como a sus educadores. Este sindicato va a seguir reclamando que se reviertan los agravios comparativos con respecto a otras etapas educativas que se están cometiendo, y que se anulen las suspensiones de contratos con las empresas y las administraciones que gestionan las escuelas infantiles.

Fuente: feccoo-madrid.org

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La FP ve imposible dar clases prácticas a distancia: "No se puede aprender a conducir sin tocar el volante" (Pau Rodríguez para eldiario.es)

Artículo de Pau Rodríguez para eldiario.es
  • La Administración cambia las prácticas en empresa por proyectos, pero los profesores advierten que muchas enseñanzas no se pueden dar a distancia
26/04/2020

El sistema educativo en España se ha aferrado a las clases a distancia para no dar el curso por perdido. En Primaria y Secundaria, los profesores hacen propuestas didácticas a sus alumnos a la espera de cerrar un curso en el que, salvo excepciones, nadie va a repetir; en la universidad, el debate se centra sobre todo en los modelos de evaluación a distancia. Pero, ¿y la Formación Profesional? Su naturaleza más práctica hace casi imposible buena parte de la docencia en estos momentos, lo que aumenta la inquietud entre alumnos y profesores. El Ministerio de Educación ha suspendido las prácticas en empresas, que se sustituirán por un proyecto sin que cuente para la nota final, pero el resto queda en manos de las comunidades autónomas.

Miguel Otero es uno de los 838.764 estudiantes españoles de Formación Profesional. En su caso cursa un Grado Medio en Operaciones Subacuáticas e Hiperbáricas en A Illa de Arousa, en Galicia. "Un tercio del contenido que damos a la semana son horas de estar en el agua... No hay mucha alternativa", se lamenta. Desde que se suspendieron las clases, el pasado 13 de marzo, desconoce cómo se les va a evaluar si no pueden volver al instituto y enfundarse de nuevo el neopreno. "Hay profesores que a título personal nos han mandado trabajos, pero de una asignatura no hemos tenido noticia", comenta este joven.

Casi todos los grados de Formación Profesional tienen un elevado componente presencial. La docencia se imparte en clases, pero también en cocinas, obradores y talleres de todo tipo. Como el de Enric Farré, profesor de Mecanización y Mantenimiento de Maquinaria en el instituto Alfons Costafreda de Tàrrega (Lleida). "Yo me dedico a aplicar la teoría en el taller con los alumnos, no tiene más. Usamos tornos, fresadoras, cizallas, soldadura... Ahora les busco vídeos de Youtube para que vayan fabricando piezas, pero para nada es lo mismo", sostiene.

Proyectos en lugar de prácticas de empresa
Los estudios de FP constan de unas 2.000 horas de clase, entre primero y segundo, de las cuales entre 300 y 400 son prácticas de empresa. La llamada Formación en Centros de Trabajo (FCT) se lleva a cabo casi siempre en el tercer trimestre del último curso, es decir, ahora. En un decreto para flexibilizar las enseñanzas y facilitar así la titulación de los estudiantes pese a la epidemia, el Ministerio permite sustituir la estancia en las empresas por "una propuesta de actividades asociadas al entorno laboral".

La evaluación del módulo correspondiente a esta parte de la formación, establece el texto, no requiere la participación del tutor de la empresa ni se tendrá en cuenta para calcular la nota media del expediente académico. Solamente se recogerá como apto o no apto. De esta forma, si no se pueden retomar finalmente las clases, el alumnado de segundo de FP podrá obtener el título igualmente.

Esta alternativa genera sin embargo algunas dudas entre el profesorado, que considera que las prácticas en centros de trabajo son indispensables sobre todo para aquellos alumnos que quieren saltar directamente al mundo laboral (no tanto para los que quieren seguir estudiando). "Entendemos la situación y no nos parece mal el proyecto compensatorio, pero esto no debe impedir que los estudiantes que quieran puedan realizar las prácticas en el futuro", expone José Reina, presidente de la Asociación de Profesores de Formación Profesional.

Este docente plantea que, aunque se le apruebe en junio, el alumnado que lo desee debe tener la oportunidad de realizar las prácticas en septiembre, con todas las garantías legales y de seguridad. En buena medida también porque en la FP se adquieren competencias profesionales concretas y reconocidas administrativamente sin las cuales puede ser complicado desempeñar según qué tareas. "Es como aprender a conducir solo con teoría, sin tocar el volante no se puede", resume David Vallverdú, profesor de Instalaciones Eléctricas y Sistemas Automáticos en un instituto de Valls (Tarragona).
¿Si no hay clases en julio... en septiembre?
Con la puerta cerrada a alargar el curso a julio, en principio también para los estudios de FP, las comunidades autónomas se plantean cómo solucionar también la situación de aquellos estudiantes que deben pasar de primero a segundo sin haber aprendido todo lo necesario este trimestre.

Un ejemplo muy evidente es el de Miguel, que está ahora en primero, y que cuenta cómo todas las inmersiones subacuáticas que se va a perder estas semanas le van a suponer un problema. "En segundo ya se trabajan soldaduras debajo del agua y reflotamientos, y deberíamos llegar a ello con unas tablas que no tendremos", se lamenta este joven, indignado porque nadie se haya planteado alargar las clases en verano como medida excepcional este año. "Nos negamos a asumir que ser la promoción del coronavirus implique ser la más inepta que ha salido del centro", protesta.

En Catalunya, el Departamento de Educación ha enviado una instrucción sobre evaluaciones en la que asume que habrá una parte de aprendizajes de FP que no se podrán lograr este trimestre. Estos contenidos, resume el documento, "tendrán que tenerse en consideración en la planificación del curso siguiente". "El equipo docente podrá incorporarlos, si es necesario, en los módulos profesionales del siguiente curso", incide el texto firmado por el conseller Josep Bargalló.
La FP Dual, congelada en la práctica
Si la FP ya suelen ser muy práctica, todavía lo son más los estudios que se llevan a cabo en la modalidad Dual, lo que significa que los estudiantes alternan toda la formación entre el instituto y una empresa. En estos casos, el Ministerio permite a las administraciones autonómicas extinguir los convenios y "realizar los cambios oportunos" en matrículas y evaluaciones, sin dar más detalle.

En Catalunya, una de las comunidades con más presencia de este tipo de formación junto con el País Vasco, se ha ordenado que las juntas de evaluación de los centros puedan reducir las horas de estada en la empresa hasta un mínimo de 660, que supone un tercio de las habituales. Para los que vayan a acabar el curso con incluso menos horas realizadas, Educación plantea que se puedan convalidar por las prácticas de una FP ordinaria y pasarse a esta modalidad.

“Que educación y sanidad ganen peso es una de las pocas noticias ilusionantes de esta devastación” (entrevista a Daniel Innerarity por Víctor Saura en ELDIARIODELAEDUCACIÓN.COM)

Reproducimos esta entrevista publicada en ELDIARIODELAEDUCACION.COM


En un contexto de enorme incertidumbre es cuando más falta hacen mentes lúcidas como las de Daniel Innerarity, catedrático de filosofía política de la Universidad del País Vasco y colaborador en varios medios de comunicación. “De las ruinas no surge necesariamente el nuevo orden y el cambio puede ser a peor”, nos advierte.

La especie humana debe su supervivencia a la inteligencia adaptativa, compatible con que en muchos aspectos sigamos instintivamente aferrados a lo que hasta ahora había funcionado”. Daniel Innerarity no es especialmente optimista sobre las lecciones que como humanidad saquemos de la pandemia del Covid-19. “Ningún acontecimiento natural nos va a ahorrar el trabajo transformador”, advierte, por lo que considera que seguir con nuestro anterior estilo de vida nos convertiría en un especie de sociedad zombi. Tiene la esperanza de que la agenda política cambie, y que con ello se revalorice la educación a distancia pero también la escuela como institución y que, por supuesto, se revalorice la sanidad, que pasará a estar asociada a la seguridad.

¿Cómo le ha pillado esta situación?

Seguramente como a todos: desprevenido. Me consuela pensar que aprenderemos más de ella quienes no sabíamos que iba a venir y todavía tampoco tenemos del todo claro qué va a cambiar después. Nuestro mundo se caracteriza porque, además de cambios graduales o previsibles, cada vez hay más lo que se viene llamando cambios discontinuos, repentinos, no anticipados, y que modifican las sociedades de un modo catastrófico. Una pandemia es un caso típico de esta clase de acontecimientos. La dificultad de predecir estas irrupciones no es solo acerca de cuándo van a suceder sino incluso sobre su naturaleza, de manera que no sabemos exactamente qué va a suceder (o qué ha sucedido y qué va a cambiar después). Este es un territorio que desconocemos, también quienes tienen que gestionarlo, expertos y políticos. De ahí que las decisiones para hacer frente a la crisis tengan un cierto carácter de improvisación y experimento, e incluso estén llenas de errores, especialmente cuando no se ha identificado bien la naturaleza del problema. La mayor parte de estas equivocaciones prácticas obedecen a falta de conocimiento, bien porque no se ha hecho el esfuerzo correspondiente (generación de saber experto, deliberación colectiva, previsión y estrategia), bien debido a que la propia naturaleza de estos fenómenos los pone fuera del alcance de nuestro conocimiento.

Los efectos de esta crisis aún se desconocen, pero ¿podemos empezar a sacar algunas conclusiones, algunas lecciones?

Las catástrofes proporcionan evidencias del daño, pero no de la sanación. Esa idea que algunos defienden de que del sacrificio procede la emancipación es tan increíble como asegurar que de esa conmoción vayan a beneficiarse los que más lo necesitan. Hay en esta expectativa, al menos, dos supuestos difíciles de creer: que lo negativo produzca lo positivo y que esa nueva positividad se vaya a repartir con equidad. De las ruinas no surge necesariamente el nuevo orden y el cambio puede ser a peor. Los tiempos de crisis pueden llevar a ciertas formas de desestabilización que representen una oportunidad para los autoritarismos y populismos iliberales. Nuestra realidad social y política tiene muy poco que ver con el tipo de alteraciones de otra época, la de las revoluciones clásicas, las implosiones de regímenes, el hundimiento de las civilizaciones y los pronunciamientos o golpes de estado. Las democracias liberales son los espacios políticos en los que las expectativas de cambio están equilibradas -en ocasiones, mal equilibradas- por las resistencias a cambiar y donde esa voluntad de transformación se canaliza en vías incrementalistas. No hay ningún acontecimiento natural que nos vaya a ahorrar el trabajo transformador. Este no es un argumento contra el cambio, pues no hay cosa menos transformadora que la nostalgia de lo completamente otro.

En términos de organización social, ¿es de los que piensa que cuando esto termine nada volverá a ser igual, o que todo volverá a su cauce?

Repiten los libros de autoayuda que no debemos malgastar una buena crisis, que son momentos de oportunidad. Las crisis son momentos de cambio por las mismas razones que pueden serlo de conservación o de retroceso. Que nos decidamos por lo uno o lo otro es algo que no nos enseña ningún manual para salir de las crisis, sino que depende de las decisiones que adoptemos. Nada nos asegura el aprendizaje tras las crisis. Podría ocurrir que un mundo se hubiera acabado y que lo siguiéramos pensando con categorías de otro tiempo y gestionándolo como si nada hubiera pasado. La especie humana debe su supervivencia a la inteligencia adaptativa, compatible con que en muchos aspectos sigamos instintivamente aferrados a lo que hasta ahora había funcionado. En ese caso andaríamos como zombis en medio de serias advertencias que no terminamos de tomarnos suficientemente en serio, como si la situación natural del ser humano fuera el despiste y la sociedad el lugar en el que se realiza esa enorme distracción colectiva.

Desde hace un mes, el debate patriótico parece haber desaparecido de la agenda mediática. ¿Es un fenómeno momentáneo o a partir de ahora los temas sociales, como la sanidad o la educación, ganarán peso en la política y los medios?

A una crisis sanitaria de estas dimensiones, que continuará con una crisis económica, inevitablemente tiene que seguirle una crisis política, por la cual no deberíamos entender un cambio de gobierno (que no tiene por qué suceder) sino algo más radical: un cambio en las agendas políticas debido a un reordenamiento de las prioridades. Esto no significa que vayan a desaparecer o disolverse por arte de magia algunos problemas (como ha profetizado alguno en relación con la cuestión territorial, seguramente porque lo desea, no tanto porque así se constate), sino que van a quedar condicionados a otros problemas o van a ser enfocados de otro modo. Que la educación y la sanidad ganen peso en la nueva agenda política es una de las pocas noticias ilusionantes de esta devastación. Mejoraremos las tecnologías de la educación a distancia, pero también revalorizaremos a la escuela como espacio físico e institución que iguala más que las familias. Y la sanidad pasará a ser considerada como un asunto que tiene que ver también con la seguridad.

¿Nos empezaremos a respetar más a partir de ahora o seguiremos insultándonos en las redes?

Una catástrofe no cambia la condición humana y los que son proclives al insulto puede que encuentren ahora y después más motivos para hacerlo. Otra cosa es el pluralismo político, que seguirá existiendo después de la crisis y que se pondrá de manifiesto en cuestiones como que no estamos de acuerdo ni en cómo abordar la crisis ni en cómo debería ser el mundo después de ella. Por supuesto que hay salidas que parecen más razonables que otras e, incluso, algunas decisiones que se acercan mucho a lo indiscutible. Pero no deberíamos olvidar que hay una pluralidad de opiniones sobre lo deseable y que el único modo de decidir acerca de cuál es la dirección adecuada de ese cambio enfático que por todas partes se proclama es el debate democrático. Incluso donde algo se desmorona no siempre es evidente qué debe reemplazarlo y el diálogo democrático es lo que debe ponerse en marcha cuando algo no está del todo claro.

¿Los ‘pactos de la Moncloa 2.0’ son posibles y necesarios?

Pienso que la dimensión competitiva, electoralista y cortoplacista es excesiva en nuestro sistema político. De qué modo puede corregirse esto es una cuestión a la que pueden darse varias respuestas, pero algo habrá que inventar a este respecto. Y me gustaría advertir que la puesta en marcha de un proceso de acuerdo en esta línea debería incluir a más agentes políticos de los que podían gestionar una transformación de esa envergadura en 1977, pero también que las relaciones entre esos agentes deben ser más horizontales e integradoras. Por decirlo gráficamente (y todo el mundo entenderá a qué me refiero), ahora, por así decirlo, el que se mueve sí que sale en la foto…

En Italia cobra fuerza la idea del aprobado general en la educación superior. En España esta opción no parece estar sobre la mesa, aunque algunas voces la reclaman. ¿Cómo lo ve?

El confinamiento está poniendo de manifiesto que la escuela, con todas sus limitaciones, es un instrumento de igualdad. Un aprobado general sería una caricatura de igualdad, pero tenemos que pensar algún instrumento de calificación que tenga en cuenta las circunstancias extraordinarias en las que nos encontramos, que no regale nada pero que tampoco castigue el esfuerzo.

Han enfermado muchos políticos, gente famosa, ricos, personas que habitualmente no usan (y seguramente no valoran) la sanidad pública. De alguna manera, la percepción de determinadas capas sociales sobre lo público debería variar, ¿no cree?

No comparto ese argumento porque da a entender que todos los políticos son necesariamente una casta alejada e insensible a las inquietudes de los demás. Es verdad que hay políticos sin empatía, pero creo que en general nos representan bastante bien, incluidas nuestras miserias. Oponer una élite inepta e insensible a un pueblo sabio y generoso es un autoengaño que sirve para situar a la ciudadanía fuera de cualquier horizonte de responsabilidad.

Escribía usted en un reciente artículo que ahora nos sentimos más desprotegidos y vulnerables, porque ni el Estado ni la UE nos ha protegido. Eso podría reforzar las actitudes individualistas y egoístas. Pero, sin embargo, por primera vez en muchos años muchos gobiernos, entre ellos el español, están renunciando al mantra de la austeridad presupuestaria…

La crisis del coronavirus ha llegado a una Europa desprevenida, cacofónica, y dispuestas las tensiones entre los clásicos alineamientos de sus estados miembros, básicamente entre el Norte y el Sur. Recogidas estas críticas, me gustaría señalar alguna inconsecuencia de este poner el foco en las instituciones europeas como el clásico ejercicio de “echar las culpas a Bruselas”, que en ocasiones no es muy riguroso. ¿Por qué hablamos de Europa cuando queremos decir Alemania u Holanda? Hacemos culpable a Europa cuando no hemos querido dotarla del nivel de integración que sería necesario para hacer frente a una crisis como esta. Una vez pasado el primer momento de urgencia e instalada la crisis entre nosotros, el debate gira en torno a qué medidas tomar en una crisis que va a ser duradera. No hay vía libre a los eurobonos (como querían los países del Sur y rechazaban los del Norte) pero tampoco habrá condiciones para los préstamos, de manera que ni unos países ni otros han conseguido exactamente lo que querían, como es corriente en las negociaciones que caracterizan a esa entidad política tan peculiar que es la UE.

¿Las medidas económicas que ha tomado el Gobierno de Pedro Sánchez son las adecuadas?

Todos los partidos tienen responsabilidades en alguna institución, por lo que el reproche al que vamos a asistir en los próximos meses, siendo inevitable, me parece de las cosas menos beneficiosas de esta crisis. Cuando hay que juzgar a nuestros representantes, me acuerdo de una anécdota del gran Thoreau, un ecologista norteamericano que vivió mucho tiempo en una cabaña perdida en el bosque. Se cuenta que un sacerdote fue a verle cuando estaba moribundo para aportarle los consuelos de la religión y evocarle otro mundo, el del más allá. A lo que Thoreau, sonriendo levemente, le habría respondido: “Por favor, un solo mundo a la vez”.

Al margen del asunto religioso, una cuestión inquietante se nos plantea en la vida con frecuencia: ¿a cuántos mundos pertenecemos? ¿Cuántas cosas tenemos que tener en cuenta a la vez? ¿Cómo compatibilizamos las diversas perspectivas posibles sobre la realidad? La figura del payaso de circo teniendo que mantener en movimiento varios platos al mismo tiempo es una buena ilustración del lío de la vida y del dramatismo de algunas decisiones que equivalen a dejar caer uno de esos platos. Momentos como las crisis nos ponen delante esta diversidad de perspectivas de una manera trágica. Quienes han tenido que tomar las decisiones más importantes para hacer frente a la crisis del coronavirus no podían permitirse el lujo de ocuparse de un solo mundo, sino que tenían que atender a varios al mismo tiempo y con valores e intereses divergentes: el imperativo de la salud pública, en primer lugar, pero también el funcionamiento de la economía, las necesidades de la escolarización, la importancia de la cultura precisamente en estos momentos… Me imagino en su piel decidiendo a favor de algún objetivo que consideraban prioritario y sabiendo que con ello dañaban gravemente a otro. Que haya varias perspectivas sobre un mismo asunto no nos exime de la obligación de acertar con la que es más importante en cada caso; sirve para que caigamos en la cuenta del dramatismo de las decisiones en un entorno de complejidad, como lo es especialmente una crisis. A diferencia de Thoreau, que pasó buena parte de su vida en una cabaña de un bosque, tenemos la suerte y la desgracia de vivir en varios mundos a la vez.