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martes, 7 de enero de 2020

Estridencias (Manuel Menor)

Estridencias en el Congreso de Diputados

Se adelantan reacciones que hostigarán a la posible Coalición de Gobierno que pueda salir el día siete de enero, una manera de frenar sus iniciativas.

La cabalgata de los Reyes Magos en Madrid, según nos previno el alcalde Almeida, ha evitado este año las “estridencias”, que, a su parecer, había tenido en la etapa de su predecesora. Ha dado por supuesto que, como otras tradiciones esta era inamovible de cómo hubiera sido en su infancia, y que nunca debiera haber tenido otra versión imaginativa.

Invención de la tradición
En su afán de marcar su propio estilo municipal, ha obviado que muchas tradiciones son inventadas, como dijo Eric Hobsbawn en 1983. Esta de los Reyes Magos es variable, no solo según tiempo y países, sino incluso en cuanto al número, oficio y posturas que los personajes adoptan en los distintos relatos, incluidos los de los Evangelios apócrifos o, en España, el Auto toledano, probablemente del siglo XII. Parecería más propio de los fieles católicos de Colonia esta firmeza del munícipe madrileño. Dicen tener sus reliquias auténticas, aunque, para cuando en ese siglo llegan a esta ciudad, el cristianismo, las cruzadas y las peregrinaciones ya tenían una historia nada fácil de contar con transparencia. Ciertamente, el relicario que se les dedicó en la catedral colonesa es uno de los más bellos de Europa, labrado por Nicolás de Verdún en 1180.  Pero por las mismas fechas, también en Santiago de Compostela se empezaron a reivindicar algunos restos del apóstol homónimo.

No obstante, los pasados días cuatro y cinco no hubo reparo alguno en que las estridencias alcanzaran a toda España. Y no se traba de una tradición cultural más o menos firme a cuenta de consumismos culturales colonizadores. Se trataba de algo de mayor importancia, digno de suma atención por su trascendencia. Una investidura de Gobierno no sucede, afortunadamente, con la periodicidad anual del paso del Zodíaco. Los cuatro años que en teoría legal puede durar tienen relevancia en la vida de los ciudadanos. La novedad, en todo caso, era que el Gobierno podría pasar de manera más consistente que la provisional y de trámite, a manos que pudieran ejercerlo en toda la dimensión que le atribuye la CE78, con un carácter distinto del que había tenido hasta que Rajoy hubo de dejarlo en una moción de censura el 01.06.2018. 

Argumentos ad hominem
Esta novedad la explicaron o rebatieron los múltiples grupos con capacidad para decir -o decir de manera provocadora y hasta alarmista- sus maneras de entender o desentender cómo deba ser España y la hipotética convivencia de los españoles. En sus intervenciones -y expresiones de lenguaje corporal-, muchos aprovecharon la libertad parlamentaria para soltar sus soflamas mitineras y provocaciones y que sus partidarios se sientieran felizmente reconocidos. No repararon en si era lo más conveniente y oportuno para los intereses de todos los demás españoles. Buscaron las palmas de quienes les habían votado, garantes exclusivos de sus programas.  De ahí a entrar directamente en el terreno de la pura Herística o arte de tener siempre razón –que diría Schpenhauer- no hubo más que la determinación de estar ahí cayera quien cayera y pasara lo que pasara. La primera gran estridencia del Congreso esos días fue la de una mala pedagogía para los ciudadanos, a muchos de los cuales el barullo producido en algunos momentos habrán pensado que estábamos en vísperas de algo muy distinto de una democracia. La segunda estridencia del propio Congreso fue que algunos de los participantes se creyeron con derecho de excluir a los demás porque ellos y solo ellos tenían la exclusiva de la verdad democrática y, sobre todo, de la “unidad de España”. Esta especie de sortilegio, que con el de “constitucionalista” y “no constitucionalista” sirve para dividir al menos en dos Españas, como dijera Antonio Machado a propósito del guerracivilismo. Parejo a esta antiunidad, sin embargo, fue, una vez más, que la esencia de España apareciera como algo, intangible y esgrimible a voluntad de una determinada bancada, a la que, entre tanta grandilocuencia retórica, la vida de los españoles debe importarles poco. Cuando de problemas concretos se trata, habitualmente no quieren saber nada o, como mucho, afrontándolos desde alguna ingeniosa especie colateral destinada a dejar fuera de juego a quien lo proponga, con el más rancio estilo sofista de llevar la conversación o el debate.

Los argumentos ad hominem sobraron todos. Pero la falsa argumentación se mostró sistémica –y agravó la estridencia- cuando se orquestó con manifestaciones callejeras a destiempo. Ya hay una convocada para el 12 de enero. Y ya hubo un anticipo el propio día cinco -“por la unidad de España”-  ante el propio Congreso, mientras tenía lugar el debate de investidura. Se puede intuir con facilidad que la estrategia seguirá por ese camino de aumentar el ruido y, a ser posible, crear intranquilidad creciente en el resto de los ciudadanos. Es un viejo truco, bien conocido de los años treinta, capaz de hacer creer que el ruido y la incertidumbre le dan a uno la razón para sostener ideas y maneras públicas exclusivas de algunas minorías que le sacarán rentabilidades de todo tipo.

Milagrería política
Lo curioso del vocerío es que, al ritmo que va tamaña estridencia, ya no se sabe bien hasta dónde llegan los cooperantes de las voces más ruidosas. La supuesta derecha, a lo que se ve, no está dispuesta a frenar a los más audaces de su derecha; con tal de que el Gobierno que se forme sea débil, cree que le irá bien. Al que hablaba de las estridencias de la cabalgata municipal de Carmena, no se le ha oído ninguna réplica; tampoco a sus otros socios municipales, ni a su propio jefe de filas en el Congreso o a la sustituta de anterior líder de no se sabe qué centro, una joven que intenta una voz desgarrada y hace signos de colegiala. Para remate, ya tenemos obispos que rezan para que sea verdad lo que esta misma señora insinuó a los diputados del PSOE: facilitar un “tamayazo” como el acaecido en 2003 en la Comunidad de Madrid. En las Redes, además, ha cundido su mensaje y han retwiteado asimismo milagreras incitaciones a rezar, por ver si la Virgen o el Espíritu Santo libraban a España -“la tierra de María”- de que la Coalición progresista forme Gobierno. Especificando más, alguno de estos twits decía: “Te invito a que reces conmigo, por el bien de España, un Ave María a nuestra Madre del Cielo. Ella conseguirá del espíritu Santo, el milagro de cambio de voto en dos o más congresistas españoles de aquí al día siete de enero…”. A Valle-Inclán le hubiera encantado para alguna de sus novelas de la “serie carlista” o de las del “Ruedo ibérico”.

Dicho de otro modo, que con tanta estridencia denotativa, se está queriendo hacer ver que, después de Reyes, podría ser el fin del mundo. Pero quienes con ello desafinan de lo que es la democracia y sus reglas, no están dispuestos a parar sus ansiosas proclamas de “traidores” sobre quienes discrepen de “su” España o “su” bandera. Seguirán gritando que “España no se rompe” y eslóganes similares si esta Coalición de Gobierno sale adelante. Y evidente es que, por mucho tino que pudiera tener en no provocar con decisiones de cariz simbólicamente más radical, la situación de acoso continuado hará que, aparte de las grandes dificultades que el probable Gobierno va a tener para salir adelante en el día a día, algunas soluciones que debería adoptar apara atender problemas urgentes, habrán de demorarse una vez más. Este es el juego. ¡Atentos!

Madrid, 06.01.2019
 Manuel Menor Currás

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