Nos llega este artículo de Marta Serna Medrano
La situación actual que sufre la educación musical obligatoria en España es consecuencia de un planteamiento farragoso y fluctuante. Se enseña “música” pero cada docente con un enfoque diferente. Esta situación debe revisarse a la luz de muchas prácticas y proyectos individuales desarrollados en centros públicos de diversas comunidades autónomas que muestran un panorama bien diferente.
LAS MÚSICAS DE LA EDUCACIÓN OBLIGATORIA
El naufragio actual que sufre la educación musical obligatoria en España es consecuencia
de un planteamiento farragoso y fluctuante del qué, cómo y para qué de la música en dicho
nivel de enseñanza. La variación de los contenidos del currículo, asignaturas y horas de
clase, según con qué leyes educativas se trabaje, obliga a que alumnos y profesores de
música vivamos experiencias desconcertantes en las aulas, sin tener voz ni voto en el
asunto . Son múltiples los problemas e incoherencias que provocan inseguridad en el
profesorado cuando se plantea el itinerario a seguir en la docencia musical, abordando una
carrera cercenada , pero es destacable el hecho de que las leyes manejen distintos
conceptos de realidad sonora bajo el nombre genérico de “música” considerándose
prácticas infinitas cuando parece aludirse a la misma materia. Una de las claves de este
problema complejo está en que no se ha debatido lo suficiente y en profundidad qué
filosofía de la educación musical se desea y esto genera constantes cambios en los objetivos
y competencias a trabajar .
Se enseña “música” pero todos los docentes no hablamos de la misma realidad, porque el
modo de conceptualizar la música en la enseñanza obligatoria adopta para unos profesores
un sesgo espiritual, para otros la música debe ser una actividad casi lúdica o terapéutica.
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