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domingo, 19 de marzo de 2017

"Ignorados" (Manuel Menor)

Jugar con la ignorancia no es rentable. Mejor una buena educación para todos.

Del cielo al infierno se pasa pronto. El pulso con los ciudadanos y la sensación de desatención son un buen caldo de cultivo para la desafección y el descrédito institucional.

La OCDE ha vuelto a recordar, entre sus medidas neoliberales, déficits, carencias y reiteradas recetas –también neoliberales- entre las que la mejora de la calidad educativa es crucial. Por PISA sabemos mejor de la ambigüedad de las maneras de esta organización económica. Y también, lo bien que le vienen a unos u otros gobernantes para tapar lo que no les interesa,  que digamos a todo que muy bien y que nos declaremos constitutivamente ignorantes: ignorantes per se, a ser posible.

Sofismas
Para no aburrirnos, también vuelve a escena un caso parecido al de “los 5 del Buero”. Ahora, en Leganés, “los 3 del pregón” se enfrentan a ocho años de prisión y a una cuantiosa multa por manifestarse en las fiestas de su barrio. Tres vecinos son acusados de lesiones y atentado –sin matices-, cuando se manifestaban en el momento del pregón de las fiestas del barrio en contra de las preferentes y de la venta de sus viviendas sociales al fondo buitre Goldman Sasch, y a favor de un salario digno y una educación pública de calidad.

Rajoy se explaya, entretanto, en la Europa que tenemos, “una historia de éxito” –dice- pese al Brexit inglés y a que, en Holanda este 15 de marzo y muy pronto en Francia y en la propia Alemania, este triunfalismo está siendo traicionado por la falta de un consistente proyecto compartido de carácter social. No puede decir, por demás, que las políticas que esté aplicando en España puedan ejemplificar un tono mejor. Los asuntos recién conocidos acerca de la privatización de la Sanidad,  la desviación de recursos hacia la enseñanza privada concertada en Cataluña, o lo que las investigaciones sobre corrupción nos está mostrando día tras día, más los recortes que implicarán los compromisos pactados con Bruselas para los presupuestos de 2017 y 2018, no auguran nada positivo para la armonía social, aunque este presidente se muestre impávido.

¿Conscientes y optimistas?
 La cuestión es que, a medida que la prolongada crisis de 2008 nos ha vuelto más lúcidos, conscientes y desesperanzados, el optimismo subjetivo de que hace constantemente gala el poder y sus acólitos se nos antoja cada vez más entontecedor. Lo del entontecimiento colectivo lo cultivan con esmero y no es el menor de los motivos que mueve a entidades particulares –pretextadas como de servicio social- a controlar la enseñanza y, en especial, la de quienes en la desequilibrada vida colectiva aspiran a estar entre sus miembros más selectos y, si se tercia, a dirigirla a su antojo. Entendamos enseñanza en un sentido amplio. No sólo la que se prodiga en centros escolares –especialmente en las versiones concertada y privada del sistema educativo-, sino también en posteriores niveles y grados formales, cuyos másteres, por ejemplo, están creciendo en matrícula al compás de la aceleración de los costes y tasas de la pública y en la medida en que Wert dejó estructurado, en el R.D. 43/2015, de 02 de febrero, una Universidad más elitista. Este cuadro educador de referencia se completa con la educación informal que día a día transfieren a los ciudadanos la prensa, radio, TV y las ubicuas redes sociales, es decir, cuanto hace crecer en los ciudadanos el efecto de que el medio es el masaje, que decía Mac Luhan en 1988.

El qué y el cómo –el currículum- de este amplio espectro educacional parte del supuesto de la desigualdad. Estos enseñantes tratan de mantener una relación con los enseñados de falsa proximidad en el saber: constantemente prolongan su dependencia en la ignorancia. Como en el “continuará” de los TBOS –útil para la marca editora- mantienen siempre a distancia, como ignorantes, a cuantos en su ansiedad de conocimiento no saben cómo desprenderse de esos intermediarios que se autoproclaman detentadores exclusivos del saber y la verdad sin que los enseñados se emancipen nunca de ellos. Por tal motivo, suele ser habitual que los que dicen saber manejen constantemente algún elemento nuevo –muchas veces tecnológico o mítico, casi siempre ligado al poder-, a fin de que nos perdamos más en la torpeza y nos sintamos constantemente inferiores, necesitados de su mediación porque no entendemos bien, no nos manejamos con soltura o no alcanzamos la supuesta profundidad cognitiva que requiera un determinado asunto o situación; especialmente si se siente dolorosa o muy limitadora.

Sonrían, por favor
No olviden el panorama casposo del comienzo de esta columna, y  verán la cantidad de sapiencia ocultista que encierra –inalcanzable para la gran mayoría de ciudadanos- que asuntos como el del autobús de “HAZTE OÍR” y sus sesgadas perogrulladas sobre los humanos, haya tenido facilidades para moverse cuando la conversación social en torno al día 8 de marzo,  el Día Internacional de la Mujer, reclamaba igualdad y no diferencia de género o sexual. El autobús en cuestión no ha tenido obstáculo en desviar hacia sí la atención, y han sido muchos los anuentes entre responsables educativos y entre los colegios católicos: los silencios, matices  y tardanzas también son maneras de hablar. Y nada bueno dice que haya sido apoyada con subvenciones a esta organización después de haberla considerado “de utilidad pública” por Orden INT 904/del 07.05.2013 (BOE 24.05.2013). No olviden tampoco al anfibológico Méndez de Vigo, proclamando sonriente  que “el Gobierno apuesta por libertad, inclusión y respeto a las diferencias”.  Y para remate, no echen en saco roto la denuncia que estos individuos han puesto contra quienes les han llamado la atención.

Abundan lecciones de este cariz. Como la de la ministra Dolores Montserrat proclamando desde la ONU lo que otras veces ha calificado como de “responsabilidad” moral de todos, pero no de un proyecto político. Y otra que sólo los más sabios del lugar comprenden, es que bajo la atenta  mirada acomodaticia de la presidenta de la Asociación de la Prensa Madrileña (APM), los de Podemos son quienes coartan la libertad de expresión de nuestros periodistas. Ha levantado así la veda a cuantos tenían encomendado frenar a estos jóvenes políticos. Y ha   desviado la atención de asuntos de bastante más enjundia como la renovada investigación de la Caja B de los del PP que, en Madrid, tiene sustancial consistencia.

De paso, ha puesto en evidencia los enormes déficits que estas estrategias para el atontamiento colectivo dejan en el aire, cuando el oficio de periodista está dando tantos vuelcos y no digamos la prensa. En España, ya ni nos acordamos de cuando no haya sido miedosa, controlada y de escasa apertura de criterio, incluso cuando ha pretendido ejercer de “intelectual colectivo” independiente. En estos años últimos ya ni es infrecuente que periódicos principales  titulen o editorialicen igual. Mientras, las domesticadas televisiones, incluidas  autonómicas y TVE, son ejemplo continuo de disparates, malversación, de purgas de sus mejores profesionales, y, cómo no, de modelo a seguir: los más sumisos son los bien pagados. Con tanta mugre, ¡menuda ventana para que la ciudanía mire el mundo!

Del cielo al infierno
El colmo de esta agresiva dinámica del entontecimiento, de todos modos, es que Esperanza Aguirre se sienta ahora como la “principal víctima” de los múltiples fenómenos de corrupción que, hasta donde alcanzamos, solo hemos visto a su alrededor. Es un milagro zarzuelero: siendo ella una cazatalentos a sueldo, resulta inexplicable su desacierto in eligendo y, sobre todo, in vigilando. Como si lo del “tamayazo” la persiguiera, Granados que en otro tiempo fue su mano derecha y se dedicó a ser el cerebro de la Púnica, reclama ahora a su juez para que llame a declarar a esta “engañada” mujer y que indique lo poco que podía representar él en relación con otros imputados en esta red y quién tenía realmente “la superioridad jerárquica”.

En este desolado teatrillo de esperpentos, ignorantes como somos –y seducidos por la ignorancia como excusa de los pillados in fraganti de alta alcurnia- falta la escena en que se nos explique bien qué pintaban los de la Púnica lavando la imagen de Lucía Fígar en las redes sociales a cambio de 72.000 euros de dinero público. El juez Velasco sabe más de esta señora que sus mentores cielinos, quienes parece la impulsaban a privatizar tanto y tan bien, que ya en diciembre pidió a la Consejería que había regentado los expedientes de 17 “colegios púnicos”. En esta corte milagrera, la calidad educativa pregonada por Esperanza Aguirre desde que tomara posesión del Ministerio de Educación en 1996 -y ejecutada con pasión desde el ya mentado “tamayazo” en 2003- también la comprenderemos mejor, seguramente sin entenderla, cuando explique la contribución a la misma de los benéficos púnicos para ningunear y atacar mejor las reivindicaciones que, a favor de la enseñanza pública y de la profesionalidad del profesorado le hacía la Mareaverde.

El Maestro Ignorante
Muchos otros misterios no entenderemos nunca, porque –a juicio de muchos que mandan-  somos tan ignorantes que nos dejamos entontecer buenamente con cualquier explicación. No cuentan con que algún día podamos entender alguna cosa y, de ahí, empecemos a hilar todo lo demás que nos sucede, porque, como decía Rancière en El Maestro ignorante, “todo está en todo” y, además, estamos dotados con capacidad para enterarnos y “emanciparnos” de cuantos nos quieren amaestrar, adoctrinar y manipular como si fuéramos súbditos inferiores suyos. De desterrar la falsa creencia en la inferioridad de nuestras inteligencias, y de estar atentos para emanciparnos de tan falso proteccionismo atontador, será una pena que cientos de opinadores y tertulianos –amén de otros especialistas-, dedicados a comer el coco a los ciudadanos con distraídas monsergas e interpretaciones, se queden en ese momento crucial sin trabajo. Será una lástima que leyes como la del Honor, la de Libertad de Expresión y la propia “Ley mordaza” -que tanto obligan a escribir o decir “presunto” delante de nombres mafiosos, machistas o prepotentes- se queden entonces sin sentido en lo que tienen de pretexto desinformador. En compensación, posible será que periódicos y medios empiecen a tener ganas de comunicar algo de verdad, y que los kioskos vuelvan a revitalizarse porque los lectores nos hayamos acostumbrado a leer algo más que rápidos e incompletos titulares, generalmente amarillos, y pasado a muy segundo plano los de taimado tema deportivo y tanto body encantado de haberse conocido.

De momento, no será mañana: no teman. Cuando los votantes más conspicuos decidan abandonar las seguridades inmovilistas del centro bien centrado,  el PSOE deje de cantar lo de cuatro esquinitas tiene mi cama y nadie acuse a nadie de “populista”, todos comeremos perdices… Solo entonces será cuando el PP, al fin, deje de ascender en las encuestas y –si los otros no le consienten equívocos- llamará “pacto educativo” a un compromiso serio en lo que importa, sin los malabarismos de su actual diálogo monologante acerca de la LOMCE y de que siga disminuyendo el papel crucial de la enseñanza pública.  

Para cuando lleguen esas kalendas graecas, Méndez de Vigo y sus mandados habrán debido reconocer, sin sofismas, que la huelga del pasado día nueve no sólo no fue inoportuna sino necesaria y hasta providencial, pues se habrá “convertido” en portavoz de que la ciudadanía, si se la trata como ignorante, acaba por hartarse y ser imprevisible. No es improbable que haya empezado a sospechar que Nigel Farage –el del brexit- y Trump no han surgido por generación espontánea, como tampoco Geet Wilders, el eurodiputado polaco Korwin-Mikke, Marine Le Pen o los ultras alemanes. Si todos los conversos son imprevisibles, cualquier día  reorienta su Ministerio educador –y también el cultural e incluso deportivo- y reinterpreta a la OCDE en la convicción de que jugar con la ignorancia no facilita la creencia en la bondad de las instituciones democráticas que tanto nos ha costado tener. Sí, sí, es complicado, pero sólo entonces nos será dado comprobar que hemos  abandonado la santísima ansiedad de volver a dónde solíamos los europeos en los años 30. Al tiempo….



Manuel Menor Currás

Madrid, 16.03.2017

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