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martes, 17 de enero de 2017

"Los diálogos de Méndez" (Manuel Menor)

Reproducimos este artículo de Manuel Menor:




Según Méndez de Vigo, nada de “hacer políticas de otros”. Tampoco en Educación.

2017 ha empezado con malos síntomas educativos. Predomina el mal ejemplo y la oxitocina, esa hormona causante de la agresividad entre nuestros primos los chimpancés.

Hace 60 años que se terminó de construir el Arco de la Victoria situado en terrenos de la Complutense, muy cerca de La Moncloa. Celebra que, hace 77, los victoriosos golpistas ganaron la guerra de España, como dicen sus dos inscripciones en latín, lengua de la que José Pemartín -jefe del Servicio Nacional de Enseñanza Superior y Media del Ministerio de Educación Nacional en 1938- era un forofo: “Fundada por la generosidad del Rey / Restaurada por el Caudillo de los Españoles / La sede de los estudios matritenses / florece en la presencia de Dios”. Y en la otra: “A los ejércitos, aquí victoriosos / la inteligencia / que siempre es vencedora / dedico este monumento”. Todo un programa, bastante más que una declaración, que sigue ahí.



Desmemoria y turismo
Nadie sabe bien qué hacer con esta construcción conmemorativa a día de hoy. En época romana, o habría desaparecido o, en todo caso, hace tiempo que hubiera sido reaprovechada después de una damnatio memoriae. En el lado opuesto de Madrid, la Puerta de Toledo también luce una cartela marmórea en latín, dedicada “a Fernando VII el Deseado, padre de la Patria”, como “monumento de fidelidad, de triunfo y de alegría”. La puso el Ayuntamiento madrileño en 1827, cuatro años después de que fuera restituido en el absolutismo por soldados enviados por la Santa Alianza. Y ahí sigue también.


La memoria no es nuestro fuerte como asunto de unanimidad democrática, y la turistificación del pasado está lejos de suscitar entusiasmo entre los investigadores honestos. Se pude ver en la “festa da historia”, de Rivadavia (Ourense), en que lo hebreo es instrumentado desde 1990 con gran interés por el negocio que puede representar la visita de más de 100.000 personas (en 2005) a finales de septiembre. En cambio, la pureza de algunas de las reconstrucciones teatralizadas que se realizan esos días -como la ceremonia de una boda judía-, es lo de menos. Al fin, es ante todo, una “fiesta de interés turístico nacional”. Pero Judith Cohen, etnomusicóloga canadiense que en 2003 ayudó a preparar las canciones sefardíes que en esa fiesta se cantan, precisó que “es algo completamente inventado, emplean el referente judío para construir una pseudoidentidad de grupo”. Algo similar sucede con la conmemoración de “La Toma” de Granada por los Reyes Católicos, que motiva una profunda división de opiniones, expresiva de proyecciones particulares de los partidismos actuales sobre el pasado.



Irresponsabilidad
Es evidente que 2017 no se estrena bien en cuanto al interés educativo de la Historia. Se ha podido confirmar con lo acecido hace apenas 13 años: el accidente del YAK-42 en que se estrellaron 62 militares españoles procedentes de Afganistán. Después de que el Consejo de Estado culpara al ejecutivo de entonces, con las consiguientes demandas de explicaciones y del cese de Trillo en la embajada de Londres, enseguida brotaron las excusas oficiales. La de Rajoy permite entender el valor real que confiere a las responsabilidades contraídas: “Eso ya está sustanciado judicialmente lo que había que sustanciar. Ocurrió hace muchísimos años”. La de Pablo Casado emite en la misma sintonía: “La labor que puede desempeñar ahora como embajador en Reino Unido es distinta a la que estuviera desempeñando hace 20 años”.


Lo que ha venido después, hasta la renuncia de Trillo a la embajada londinense –sin pedir perdón ni disculpas- y la explicación del portavoz del Gobierno en su comparecencia del pasado 13 de enero, no deja de ser bastante esperpéntico. Cuestiones como esta son básicas en cuanto a cómo cualquier Gobierno que se precie de democrático ha de gestionar su responsabilidad y respeto a los ciudadanos. El quedarse en que “cada uno es responsable de sus actos” es salirse por la tangente de modo nada edificante. La “absoluta normalidad y claridad” con que Méndez de Vigo concluyó su referencia escapista a esta secuencia de mala pedagogía no ha convencido a los familiares, que ya habían entregado 137.000 firmas pidiendo “el cese” del exministro. No es lo mismo. Temen que, si pasa al nuevo puesto administrativo que, al parecer, le habían preparado, -¿como segundo premio?- seguirá ejerciendo con similar desfachatez. Estos piadosos políticos que tanto predican debieran saber que la falta de ética no se suple sin más, con una confesión sin las condiciones adecuadas, especialmente cuando de asuntos públicos se trata. El P. Arregui lo decía muy claro a propósito de la contrición y del propósito de la enmienda (Summarium Theologiae Moralis, pgs. 394-397), amén de su análisis sobre las peculiaridades de las acciones y omisiones implicadas.



Oxitocina
De aquí al pasado más remoto no hay más que un paso si se mira la Historia a escala de la vida en la Tierra. Si el aumento de la oxitocina es culpable de que los chimpancés desarrollen su agresividad en situaciones conflictivas, es altamente probable que el nivel de esta hormona de comportamiento ambiguo sea la causa de la desmemoria que mostramos respecto a la falta de concordia y armonía en los asuntos públicos que nos conciernen. Como nuestros primos los chimpancés, nosotros somos capaces de la amistad y de todo lo contrario, como ha mostrado hace bastantes años Jane Goodall. Y bien evidente es que no todo es genética en el ser humano, sino también cultura y educación. Razón por la cual Guadalupe Jover recordaba hace poco que un maestro uruguayo del siglo XIX, José Pedro Varela, decía que “sólo se mira como iguales a aquellos con los que se ha compartido pupitre en la escuela”. Una situación que, en nuestro país, no suele darse y hace que haya selectos que miran a los demás desde arriba. Como el rey que aparece en El Principito, enseguida están dispuestos a proclamar: “¡Ah, aquí tenemos un súbdito!” (cap. X).


El muy risueño Méndez de Vigo -el de los mensajes y masajes- trata de hacernos creer que esta es la Legislatura del “diálogo”. Lo ha vuelto a repetir el pasado día 13, aunque también añadió que este Gobierno “tampoco comprará tiempo político a cambio de hacer política de otros”. Téngase en cuenta este extremo y contextualícese con las exuberantes muestras de mala educación que este 2017 está generando. El mal ejemplo que los españoles reciben de sus responsables políticos augura una continuidad de la mediocridad política con que despedimos el año 2016. En los pocos días que llevamos de nuevo año, tan pronto nos enteramos de que en los últimos catorce meses han sido acusadas 1378 personas por delitos de corrupción, como de que la CEOE tiene un modo de dialogar con los sindicatos que recuerda los monólogos políticos habituales: su decisión respecto a la subida salarial de los muy recortados salarios existentes es otra “subida” que es “bajada” porque la inflación ha subido al 1,6%.


Y para que aprendamos que todo va bien, ahí tenemos la guardia vigilante de dos o tres periodistas permanentes en la SEXTA-NOCHE, que siguen exacerbando la mala educación, el grito y el insulto. Ahí sí que hay oxitocina de sobra hacia cuanto pueda oler contrario a sus manipulaciones. “Bochornoso espectáculo poco edificante” para el debate político, lo ha calificado Vicenç Navarro, de la Universidad Pompeu Fabra, a propósito de cómo trataron al prestigioso catedrático de Economía de Sevilla, Juan Torres, el día 12 en esa cadena. No menos guardianes de las esencias patrias siguen sintiéndose en FAES Aznar y sus seguidores. Amenazan con “seguir trabajando por España”, después de haberse desconectado tácticamente del PP, e instan a Rajoy a reconectar con “la realidad” (¿) y a que abandone su “indefinición ideológica”. Todavía andan a vueltas con El crepúsculo de las ideologías de Fernández de la Mora (1965), pero ahora en versión elegíaca lamentan que se hayan escondido cuando la indefinición “permitía aumentar la base electoral”. Ahí continúan, de guardia sobre los luceros, testimoniando sus creencias desde posiciones bien acolchadas frente a la intemperie. Y por si fuera poco tanto martilleo educador, también prosiguen su adoctrinamiento social los portavoces oficiales de la Jerarquía católica, desde su posición privilegiada respecto a los presupuestos del Estado y con el apoyo del Tribunal de Cuentas.



La Camisa del hombre feliz
Tampoco en los terrenos estrictamente educativos las cosas han empezado con mejor pie en este 2017. La URJC (Universidad Rey Juan Carlos) sigue por derroteros de mal ejemplo para todo el sistema educativo, con su responsable enfangado en cuestiones plagiarias del corta y pega, deshonrosas para cualquier docente mínimamente respetable, y con el compadreo del Consejo rector de esta entidad supuestamente docente, dispuesto a secundar a su jefe en lo que diga y haga para perpetuarse. Una cosa es pensar en positivo y otra muy distinta que la terquedad de los acontecimientos no dé para mucho optimismo. Tampoco lo genera la secuencia de lo descubierto en la Universidad de Sevilla. El ejemplo pedagógico el de un catedrático de la Facultad de Pedagogía, se ve amplificado por la gestión administrativa de su asunto y, sobre todo, por el casi nulo apoyo de los compañeros de las víctimas ante el atropello de que fueron objeto. Y como el mal ejemplo se propaga, hay que añadir que, desgraciadamente, nada de esto es excepción. Como en los delitos de violencia de género, son, además, exponentes de otras violencias generalizadas o exceso de oxitocina. Según Save The Children, sólo en 2015 hubo 3.919 denuncias por abusos sexuales a menores, es decir, una media de 10 denuncias diarias y un aumento del 5% respecto al año anterior. Esto sin contar la explotación mediática de casos como el de Nadia.


Decía Jesús Cintora hace poco que “en la primera parte del año van ganando Trillo, la banca, las constructoras, las eléctricas. Ganan los de siempre, pero sufren”. Deberían ser más sufridores a cuenta de su propio peculio, porque lo de que los ricos también lloran –como pretendió una telenovela emitida en España en 1985- no deja de ser una fábula sin escrúpulos para que la ciudadanía tenga paciencia con los abusos de los poderosos. Eso pretendía el cuento, muy reiterado por escritores de variadas épocas: La camisa del hombre feliz. Por no contar algunas amortiguadoras versiones sobre el papel futuro del cielo, compensador de las duras condiciones de este “valle de lágrimas”.



Políticas de otros
Con estos primeros atisbos didácticos que nos ha traído el recién estrenado 2017, sería gran pretensión que la Conferencia de Presidentes del inminente 17 de enero fuera a cambiar mucho el panorama que traemos de atrás. Cuando en La Moncloa hablan de la “cordialidad" y "colaboración" en que se han llevado a cabo las reuniones preparatorias de esa cita, y que "los ciudadanos deben saber que estamos trabajando conjuntamente para resolver sus problemas", no se debería olvidar que, en este Consejo de Ministros último, anterior a dicha reunión, además de un borrador premonitorio se ha aprobado plantear ante el Tribunal Constitucional sendos conflictos de atribuciones por la decisión de la Mesa del Congreso de los Diputados de admitir a trámite dos proposiciones de ley, una referida al calendario de aplicación de la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) y otra sobre las condiciones laborales de los trabajadores subcontratados.



Es decir, que la voluntad del partido gobernante es sostener mientras pueda lo que ha venido haciendo desde 2011. No se han convertido, sino que no tienen mayoría holgada. Por eso el ministro de las cosas educativas ha dicho: nada de “hacer políticas de otros”. Mientras, el PSOE repasa sus heridas internas y Podemos mira para el PSOE, cuando Trump ya ha empezado a reeducarnos intensamente a todos a base de más oxitocina…

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