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domingo, 16 de noviembre de 2014

Cinco tesis para el cambio político (Agustín Moreno)

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El autor del artículo (primero por la derecha), durante su intervención en la mesa ‘Papel de los MMSS en la nueva situación política’, en las jornadas organizadas por Mareas Ciudadanas de Madrid el pasado día 14 / @VenaMareaVerde

El 14 de noviembre el movimiento de Mareas Ciudadanas de Madrid organizó unas Jornadas en la antigua Universidad de San Bernardo para debatir sobre el papel de los movimientos sociales en la nueva situación política. Han participado en ellas una veintena de movimientos como la Marea Blanca, la Marea Verde, Plataforma en Defensa de RTVE PÚBLICA, Plataforma en defensa de la Cultura, Ecologistas en acción, Coca Cola en Lucha, Juventud sin Futuro, ATTAC, FRAVM, Salvemos Telemadrid, Convocatoria Cívica, No Somos Delito, La Comuna, Marchas de la Dignidad, Marea Azul y otras. Entre otros acuerdos están: apoyar un calendario de movilizaciones sectoriales y la semana de lucha del 24 al 29-N de las Marchas dela Dignidad; elaborar un programa de propuestas de los MMSS para dirigir a las fuerzas políticas progresistas que concurran a las elecciones; una llamada a la unidad de todas esas fuerzas de cara a los procesos electorales, incluido el de la Comunidad de Madrid, fundamental para dar cauce a las reivindicaciones de las Mareas y movimientos sociales. Lo que sigue son las notas de mi intervención en nombre de Marea Verde.

La Marea Verde viene luchando desde hace tres años contra los recortes y contra la LOMCE. Nuestras demandas se sitúan en dos planos: a) revertir las medidas regresivas derivadas de una reducción de 6.400 millones de euros, incrementando la inversión educativa al tiempo que se fortalece la educación pública; b) conseguir una nueva ley de educación que asegure el derecho a una enseñanza pública, inclusiva, gratuita, democrática, laica y de calidad.

Los movimientos sociales (MMSS) llevan años resistiendo las políticas neoliberales, los recortes y los intentos de desmantelar y privatizar lo público. Esta intensa lucha ha cuajado en un impulso por el cambio político del país dentro de la sociedad española. Este cambio pasa por desplazar a la derecha del poder y para ello es necesario crear nuevas mayorías electorales. Aun siendo muy importante, no basta con echar al PP de los gobiernos, hace falta crear una nueva mayoría social que permita que el cambio político sea real y tenga todo el recorrido que la sociedad española necesita. De lo contrario, si falta la fuerza necesaria para hacer frente a los obstáculos y resistencias que se producirán, las actuales esperanzas se pueden convertir en falsa ilusión y derrota. Para intentar reflexionar sobre esto, planteo cinco ideas para el debate:
  1. Tener claro el objetivo: derrotar a la derecha y quitarla el poder, que ha utilizado para saquear el país y a sus ciudadanos. La prioridad es conquistar el poder para hacer otra política. El objetivo no puede ser ganar en la izquierda. También habría que desterrar un escenario de poder desde la debilidad que llevase a caer en las redes del neoliberales por pragmatismo, a hacer pequeñas reformas ‘lampedusianas’ que no cambien nada de lo esencial. Dicho de otra manera, de nada vale la autosatisfacción por un buen resultado electoral de la izquierda, si no se traduce en poder político e institucional; porque lo que nos robaron con el BOE hay que recuperarlo con el BOE.
  2. Contar con un programa de transformación. La situación en la que va a dejar el PP al país es muy calamitosa. De ahí que una apuesta por el cambio obliga: a) a abordar grandes cuestiones como la deuda, la creación de empleo, la lucha contra la pobreza, el fortalecimiento de los servicios públicos, del estado de bienestar y del tejido industrial, el acceso de todos a la energía, la sostenibilidad ecológica, la apuesta por la cultura…; b) revertir los recortes en educación, sanidad, dependencia, etc.; c) un buen paquete de derogaciones: artículo 135 de la Constitución, LOMCE, reforma laboral y de pensiones, Ley mordaza, etc.; d) el fortalecimiento de la democracia participativa, y la lucha contra la corrupción y por la ejemplaridad en el ejercicio de las responsabilidades públicas. Hacer bandera de un programa de transformación social y de regeneración ética participado en su elaboración por la ciudadanía, que establezca una serie de compromisos claros y concretos de los representantes de las fuerzas de cambio que vayan a las instituciones. La magnitud del saqueo hace que se necesiten cambios profundos y no un simple posibilismo que derive en frustración y melancolía popular.
  3. Necesidad de mantener la movilización. Primero para conseguir la victoria electoral y política, ya que sin movilización no está asegurado que ésta se produzca. Después, para tener fuerza para poder aplicar el programa de cambio y vencer las dudas de unos, las resistencias de otros y las presiones de la troika. Sería un suicidio que todo se fiase al juego de las urnas en la recta final de 2015, después de tres años de intensa movilización. Es por ello necesario impulsar las movilizaciones contra los desahucios, de las mareas, de las marchas de la dignidad y de todos los movimientos y colectivos que resisten a las agresiones sociales y luchan por la recuperación democrática.
  4. Unidad de las fuerzas de progreso. Porque nadie solo puede. Porque para el cambio no sobra nadie, falta mucha gente, para ganar las elecciones, para organizar la nueva política y la reconstrucción necesaria del país. Claro que la unidad suma, porque crea ilusión y compromiso por el cambio, porque evita el enfrentamiento electoral entre las fuerzas políticas afines y porque hace que se aprovechen todos los votos en todas las circunscripciones. Y hay otra cuestión clave: si hay unidad es más fácil que los MMSS se posicionen como tales por estas opciones político-electorales. Si no la hay, la independencia y la pluralidad de los movimientos solo permite dejar libertad de acción, y recomendar que se estudien los programas y se vote a las fuerzas que recojan sus demandas. Y por supuesto, negar expresamente el apoyo a los responsables de las agresiones. Hace falta una mayoría social para cambiar el país, y no solo una mayoría electoral y una vanguardia en el poder.
  5. Autonomía de los movimientos sociales. Los movimientos sociales son autónomos y deben de seguir funcionando y fortaleciéndose en toda circunstancia política, gobierne quien gobierne. Desde su independencia, son la garantía de seguir defendiendo sus reivindicaciones, no hipotecar su futuro y ayudar a las nuevas fuerzas políticas progresistas a que se atrevan a actuar por la transformación social. Ya se han conocido experiencias históricas donde los movimientos se han arruinado por haberse plegado al poder “amigo” o porque éste les ha instrumentalizado.
Los movimientos sociales son los puntales más sólidos en estos momentos. Porque están pegados al terreno de los problemas concretos y de la gente; porque aglutinan a muchos miles de personas comprometidas con buenas causas y que resisten al neoliberalismo y son capaces de generar mayorías sociales en la opinión pública y en la movilización; porque no solo resisten sino que tienen capacidad de formular propuestas y alternativas. El cambio político que se produzca en España se apoyará en los hombros de los MMSS y de su lucha.

En conclusión, echar al PP es relativamente fácil con mucha movilización en la calle, y con una eficaz maquinaria electoral. Cambiar el país, ser capaces de abrir un proceso constituyente para una Segunda Transición al servicio del pueblo, es otra cosa. Para ello se necesita el apoyo y consenso de mucha gente, movimientos, organizaciones, partidos progresistas. Todas las fuerzas son necesarias para crear una mayoría social y política, que aplique un programa avanzado de gobierno que aborde los principales problemas de unos trabajadores empobrecidos, un país roto, unos ciudadanos desmoralizados y una juventud sin futuro. No podemos permitirnos el lujo de frustrar la ilusión de cambio, como hizo el PSOE de Felipe González después de 1982. Porque de aquellos polvos tenemos hoy estos lodos.

Artículo de Agustín Moreno publicado en

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