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lunes, 25 de agosto de 2014

La contrarreforma de Wert reduce a la mínima expresión la educación sexual

Gracias a  leemos ese artículo

DIAGONAL PERIÓDICO.NET: Lomce: una ley que recorta los cuerpos, los derechos y también las emociones

¿Qué es la educación sexual? La educación sexual no es solo educación de los genitales, ni educación "coital", ni mucho menos educación para prevenir embarazos y/o infecciones: la educación sexual atiende a los procesos por los cuales las personas interaccionamos con las demás y con nosotras mismas desde una identidad sexual que nos sitúa en un mundo global. En esas interacciones entran en juego aspectos relacionados con lo físico, lo emocional y lo social, así como dimensiones que van desde la reproducción, lo lúdico y lo relacional. En definitiva, la educación sexual pretende que nos entendamos, que nos conozcamos y que convivamos.
Mucho se ha escrito sobre los cambios que la aprobación de la LOMCE trae al sistema educativo así como sobre las repercusiones que estos cambios tendrán en las vidas de una generación. Estos análisis se han centrado en criticar multitud de aspectos relacionados principalmente con su tendencia mercantilizadora, pero en esta ocasión abordaremos lo que esta ley va a significar para el auto concepto, la identidad y la expresión emocional de futuros hombres y futuras mujeres.
La educación sexual siempre ha formado parte de lo "extraescolar" y de lo "transversal". Los contenidos relacionados con la educación sexual eran incorporados dentro de los de los contenidos generales de aquellas asignaturas obligatorias comunes para todos y todas: en Biología se trataba la reproducción, en Lengua la comunicación, en Educación Física el cuidado del cuerpo, etc. Para reforzar el trabajo llevado a cabo desde la transversalidad, en la LOE (anterior ley educativa, aprobada en 2006) se explicitó, dentro de los objetivos generales de cada etapa educativa obligatoria, la necesidad de trabajar en el proceso de enseñanza con los cuerpos, las capacidades afectivas o el valor y el respeto entre los sexos.En esta línea irrumpió la asignatura obligatoria de Educación para la Ciudada­nía, estructura formal en la que sí se consideraban contenidos relativos a la sexualidad humana y su aspecto más social: nuevos modelos de familia y de relaciones, derechos reproductivos y sexuales, posicionamiento de las identidades y orientaciones, etc. A pesar de la polémica que esta asignatura levantó entre los colectivos vinculados a la iglesia católica y los partidos más conservadores, la realidad es que los contenidos explicitados en los libros de texto no su­ponían una amenaza a las es­tructuras patriarcales y heteronormativas. Buenas intenciones que se quedaron en un intento que se olvidó de partir desde la raíz, que no tuvo en cuenta la sexualidad como proceso vital y que se limitó a dar unas pinceladas superficiales y políticamente correctas sobre los cambios sociales que ya llevaban años siendo visibles.
¿Dónde queda la educación sexual en el currículum LOMCE? Con la LOMCE el abanico de posibilidades para dedicar tiempo en el aula a la educación de los sexos se limita a la mínima expresión. Se suprime Educación para la Ciudadanía y se sustituye por la asignatura Edu­ca­ción Cívica y Cons­titucional, que en palabras del propio Wert, está libre «de cuestiones controvertidas» y borrará del plan de estudios aspectos como la homosexualidad o la visión crítica de género. En cuanto a las etapas educativas y sus contenidos específicos, hasta el momento solamente se ha publicado la modificación detallada en forma de “Real decreto” del currículo específico de educación primaria, en donde no se hace ningún tipo de referencia a la sexualidad humana más allá del concepto de “abuso sexual” y su prevención.
La Ley Wert es centralista y reduce las competencias de las comunidades autónomas en materia de educación tal y como ya lo han denunciado varios gobiernos autonómicos, como el de Asturies. Esta realidad también limitará las posibilidades de las mismas para desarrollar proyectos curriculares que incluyan la educación sexual en el marco formal, relegando esta materia a posibles proyectos extraescolares, o al interés propio del profesorado y equipos directivos, generando desequilibrios y desigualdades entre alumnado y centros educativos. El resultado es que estos posibles proyectos no llegarán a todos los centros, no existirá unicidad de criterios de actuación y lo que es más importante, no todo el profesorado estará involucrado.
La educación es mucho más que el currículum explícito y que el sistema reglado: la LOMCE abre las puertas a los conciertos para centros que segregan por sexos, vinculados en su mayoría a la prelatura del Opus Dei y justificando esta decisión como una medida para garantizar la libertad de las familias a decidir. Actualmente los dos centros que segregan por sexos y están vinculados a esta orden religiosa en Asturies, Peñamayor y Los Robles, están concertados con dinero público, por lo que las asturianas y los asturianos estamos pagando ya desde hace varios años una edu­cación sexista. Así mismo, la Con­ferencia Episcopal ha contribuido al desarrollo de esta ley, participando activamente en su redacción y consiguiendo que la asignatura de Religión contabilice dentro de la nota media del alumnado. No olvidemos que esta iglesia se opone oficialmente al uso del preservativo, único método anticonceptivo que, además, previene de las ITG como el SIDA. En contra de lo que el gobierno del PP y la Con­ferncia Episcopal quiere hacer creer, hablar de sexualidad en la escuela no es centrar un discurso en las bondades del aborto y del condón. Detrás de la educación sexual, y de la E­ducación en general desde una perspectiva liberadora y basada en el desarrollo humano, se asienta una idea clave: el conocimiento nos hace libres para poder decidir. ¿Está entre los objetivos de la LOMCE construir una ciudadanía con capacidad para decidir, o es más bien una ley educativa destinada a perpetuar un sistema político y productivo concreto?

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