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miércoles, 19 de diciembre de 2012

Más incongruencias de la LOMCE: en materia de lengua castellana, los alumnos catalanes ya están por encima de la media


EL DIARIO.ES: Los mitos sobre la inmersión lingüística 

Los alumnos catalanes se sitúan por encima de la media española en conocimiento del castellano

La demanda de educación en castellano es mínima

La inmersión ha contado con el apoyo de la mayoría de las fuerzas políticas



Cataluña se ha rebelado contra el anteproyecto de la reforma educativa planteado por el ministro de Educación, José Ignacio Wert. Muchos son los aspectos de la norma criticados por la comunidad educativa catalana, pero uno solo ha provocado que miles de personas salieran a la calle en dos ocasiones y que la mayoría de  partidos políticos cerrara filas en torno a la legislación catalana: el ataque a la inmersión. El borrador de la LOMCE obliga a introducir el castellano como lengua vehicular en las aulas. De este modo, su aplicación supondría el desmantelamiento de facto del modelo de escuela catalana, un sistema defendido por amplias capas de la sociedad catalana, que encuentran en los resultados un buen aliado.

 Los alumnos catalanes, por encima de la media

 Uno de los grandes argumentos de los defensores de la escuela en catalán es que el modelo de inmersión no afecta al nivel de lengua castellana de los alumnos. El último informe ajeno a la Generalitat –y por lo tanto, libre de toda sospecha de favorecer la inmersión– muestra cómo los alumnos catalanes se sitúan levemente por encima de la media española en lengua castellana. El estudio es del Instituto Nacional de Evaluación Educativa, y se basa en los resultados de una misma prueba que realizaron en 2010 los alumnos de Segundo de ESO de todo el país. En materia de comunicación lingüística (expresión y compresión oral y escrita del castellano), los colegios catalanes obtuvieron 502 puntos –la media se situó en 500–, un nivel superior al de muchas comunidades autónomas que cuentan con el castellano como lengua vehicular.

 También se ha demostrado, en este caso en los exámenes PISA, que los alumnos castellanohablantes, pese a no aprender en su lengua materna, obtienen unos resultados parecidos a los de los alumnos catalanohablantes. Es decir, que la lengua vehicular no les perjudica en su aprendizaje. Así lo recogió en 2009 la Fundació Jaume Bofill, en un estudio basado en estas pruebas internacionales. Si se tienen en cuenta los alumnos de un mismo nivel socioeconómico y cultural, aquellos que hablan catalán en casa quedan tan solo 10 puntos –sobre 600– por encima de los que hablan en castellano, una diferencia que “no es significativa”, según el estudio.

 La demanda de castellano

 Aunque las formaciones partidarias de acabar con la inmersión (PP, Ciutadans y UPyD) han obtenido 760.674 votos en las últimas elecciones al Parlament de Cataluña, la demanda de escolarización bilingüe o en castellano sigue siendo ínfima. Según los datos difundidos por la Generalitat, de las cerca de 50.000 familias que empezaron a escolarizar a sus hijos en el primer curso de infantil este año, tan solo 12 han elaborado una instancia para pedir la enseñanza en castellano. Sin embargo, los números que baraja la entidad Convivencia Cívica, abanderada del desmontaje de la inmersión, son mayores. La entidad asegura que alrededor de 2.000 familias –en todos los niveles educativos– se han puesto en contacto con ellos para pedir escolarización en castellano. La cifra, con todo, queda lejos de los 1.293.167 alumnos que desde este septiembre llenan las aulas catalanas.


El llamado consenso

 Pese a la actual oposición de algunas entidades y de partidos como PP o Ciutadans, la política lingüística catalana ha gozado históricamente de una aprobación mayoritaria en materia educativa, cuando no unánime. La Ley de Normalización Lingüística de Cataluña de 1983, que sentaba las bases de la inmersión, fue aprobada por el pleno del Parlament (CiU, PSC, PSUC, ERC, UCD y PSA). Incluso Alianza Popular, que contó con representación a partir de 1984, se mostró favorable –con reticencias puntuales– a la llamada ley del catalán. Aunque en sus programas electorales apostaba por el bilingüismo en las aulas, a menudo apoyó la norma en aras del consenso.

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