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viernes, 28 de septiembre de 2012

Prestigio (artículo de Agustín Moreno)

Comienza un curso caótico y ya habrá tiempo de hablar de los nuevos recortes y de la contrarreforma educativa que nos espera. Por eso me gustaría empezar con una buena noticia: el periódico El País (1 de julio de 2012) hizo pública una encuesta reflejando que el tercer colectivo más valorado en España era el profesorado de la escuela pública. Por el 88% de los ciudadanos, al mismo nivel que científicos y médicos y muy por delante de instituciones y entidades como el gobierno, la banca, la iglesia o la justicia. Esta apreciación de la labor del profesorado tiene que ver, sin duda, con la existencia de excelentes profesionales, muy bien seleccionados, y con un nivel alto de vocación.

Pero sorprende que se dé a pesar de la campaña de la derecha política (Aguirre, Fígar, Wert), de los insultos y el intento de desprestigio hacia el profesorado, con su campaña para imponer recortes, despidos, aumento de horas lectivas y ratios.

A pesar de un curso pasado muy conflictivo, o precisamente por eso, hemos ganado el favor de la opinión pública. En las asambleas con las familias para explicarles las agresiones a la escuela pública, padres y madres agradecían al profesorado que se movilizase por sus hijos y la calidad educativa, perdiendo salario (hasta doce jornadas de huelga en comunidades como Madrid), gastando zapatos y tiempo en múltiples manifestaciones y haciendo “huelga a la japonesa” al recuperar clases en 2º de bachillerato, para afrontar la selectividad con las máximas garantías. En expresión oída a un padre, “con un profesorado competente y que se moviliza en defensa del servicio público educativo mi hijo está en buenas manos, en mejores manos que si fuera un profesorado que acepta pasivamente los recortes”.

Por ello creo que esta encuesta refleja la capacidad de unir protesta y profesionalidad, para defender en la calle y trabajar en los centros por la calidad de la educación aún en tiempos de recortes. Este reconocimiento social debería traducirse en medidas concretas de apoyo que faciliten su trabajo, formación y retribución digna. Se puede afirmar que no hay enseñanza de calidad sin un buen profesorado y todo gobierno debería estar obligado a cuidarle.

Artículo de Agustín Moreno publicado en Escuela (20-9-12).

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