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sábado, 11 de agosto de 2012

"La educación: inversión en futuro y esperanza" (artículo de opinión)

Reproducimos el artículo publicado en El Periódico Extremadura y firmado por José María Sánchez

La educación: inversión de futuro y esperanza
La educación no es un derroche o un gasto, es una inversión de futuro, de esperanza, de progreso y una vital inversión

Los recortes que está sufriendo la Educación Pública resultan inadmisibles, insufribles, inexplicables y cuantos calificativos similares puedan encontrarse en nuestro vocabulario.

Quiero unirme a la intranquilidad que tiene la comunidad educativa. Como maestro que ha trabajado siempre en la escuela rural, me resulta hasta ofensiva la forma en que el PP hace mercantilismo de un tema tan importante para el avance de los pueblos; nunca entenderé eufemismos como que un sistema educativo "público, universal y gratuito", como se dice desde la consejería, su "viabilidad ineludiblemente pase por hacerlo sostenible". La Educación no es un derroche o un gasto, es una inversión de futuro, de esperanza, de progreso y una vital inversión en el desarrollo de los pueblos. Extremadura tiene una idiosincrasia muy particular debido principalmente a la extensión de su territorio y dispersión de sus pueblos. Siendo esto así, la mejor manera de conseguir una verdadera igualdad entre localidades, es precisamente el facilitar el acceso de todos a una educación pública y de calidad.

COMO LA MAYORIA de mis colegas, o como cada uno de esos padres y madres, considero que las "medidas temporales, transitorias y coherentes" en boca de los dirigentes del Partido Popular, ya sabemos todos lo que representan en realidad: recortes  a diestro y siniestro, sin orden ni control, de espaldas a la ciudadanía y a la comunidad educativa. Unos recortes que suponen: despidos de miles de docentes, aumento de las ratios, endurecimiento de requisitos para los becarios, subidas de tasas universitarias, disminución de ayudas a guarderías, eliminación de programas que daban un plus de excelencia y calidad a nuestro sistema educativo, envuelto todo en un título muy vendible en estos tiempos difíciles: "Plan de Racionalización en el ámbito de la Educación". Si existe un Plan, éste consiste en el progresivo desmantelamiento de la educación pública que nos devolverá 30 años atrás, a una época en la que sólo estudiaban los que tenían dinero, porque se necesitaba más bolsillo que cerebro.

Nada se dice del futuro de las aulas de Educación Especial, de los comedores escolares, etc. Se duda de la importancia de las actividades extraescolares; no saben, al parecer, que en muchos pueblos, los colegios son verdaderos epicentros de vida. Son punto de encuentro y reunión para el alumnado, sus padres y madres que usan las instalaciones para realizar talleres, debates, planificación de actividades culturales para todo el año. Sirven para que los niños aprendan otros deportes considerados minoritarios como la gimnasia artística, el tenis; actividades como el teatro, el folklore popular y muchas más, que desaparecerán.

Nos asusta el hecho de que son ataques directos a un pilar básico de desarrollo y progreso. Atemoriza que se entienda la educación pública en términos de cuánto cuesta formar a un alumno y no como la única inversión verdaderamente de futuro, de igualdad y de libertad. Preocupa que se eliminen bachilleratos, (en aras de la racionalización, según la consejería); esto supondrá unos gastos extraordinarios que muchas familias no podrán asumir, ahondándose las desigualdades, el fracaso y el abandono escolar.

Cada día desayunamos con decisiones contradictorias: como dicen en mi tierra Los experimentos ni con gaseosa . No se puede sacar dinero de Educación para tapar agujeros y afirmar que "se trata de modificaciones presupuestarias normales". Ni acusar a los Rectores Universitarios de no conocer la realidad del país y obligarles a seleccionar a los más válidos. Si hay pocos alumnos y prescindimos de ellos señor Ministro, con todos mis respetos, no creo que eso sea conocer la realidad del país. Quizás sólo conozca la realidad de algunos barrios privilegiados de algunas ciudades, pero no la de las miles de familias extremeñas que, a duras penas, pueden mantener a sus hijos en la UEX, cuanto menos hacerlo en otras Comunidades: tendrían que abandonar sus estudios y sus sueños de un futuro para la región.

 En fin, ahora que he podido formarme en aquello que he querido, parece que estoy volviendo muchos años atrás, cuando era el dinero de los padres el que decidía quién estudiaba y quién se iba al campo o se subía al andamio; quiénes nos dirigían y quiénes nos adoctrinaban.

 ¿O quizás eso es lo que se pretende en realidad?

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