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jueves, 29 de septiembre de 2011

LOS GRANDES PAÍSES EUROPEOS DEBEN SU SUPREMACÍA CIENTÍFICA A LA ENSEÑANZA PÚBLICA

En el periodo de aclarar ideas, en el que se apela a la libertad sin detalles y que se discute el modelo de escuela y el tipo de educación. Echemos mano de los filósofos, para que nos ayuden a pensar, a tomar sentido crítico en medio del fragor de la batalla.
 
“Para concluir, insistiré en un tema que creo importante: el de la educación en la igualdad y, por consiguiente, en la defensa de la enseñanza pública. Estoy convencido de que algunos de los grandes países europeos deben su indudable supremacía científica y cultural a la ayuda prestada a la enseñanza pública, que ocupa el nivel más importante de todo el sistema educativo. El permitir que el poder económico pueda determinar la calidad de la enseñanza o, lo que es más sarcástico, que el estado subvencione con dinero público ciertos intereses ideológicos de una buena parte de colegios más o menos elitistas, para, en principio, no sólo una aberración pedagógica sino una clamorosa injusticia.” (pág. 61)
 
No hay democracia sin escuela, sin el carácter público y democrático de la escuela. Es importante recordar un texto de Aristóteles que sigue resonando en nuestros tiempos:
Puesto que toda sociedad tiene un solo fin, es claro que también la educación tiene que ser una y la misma para todos los ciudadanos y que el cuidado de ella debe ser cosa de la comunidad y no privada, como lo es en estos tiempos en que cada uno se cuida privadamente de sus hijos y les da la instrucción particular que les parece.[…] Cuál debe ser esa educación son cuestiones que no deben echarse en olvido, porque actualmente se discute sobre estos tema, y no todos están de acuerdo sobre lo que han de aprender los jóvenes, tanto desde el punto de vista de la excelencia humana como de la vida mejor, ni está claro si convine atender a la formación de la inteligencia o la estructura misma de la bondad de cada ser personal. Examinar la cuestión partiendo del actual sistema educativo induce a confusión y no está claro si deben practicarse, únicamente, las disciplinas útiles para la vida, o las que, sobre todo, tienden a formar hombres justos y decentes y que podrían parecer inútiles. (Aristóteles. Política)

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