Manuel Menor nos envía su nuevo artículo
Tómense estas tres como
referencia posible y mudable: no tienen pretensión de valor absoluto en un
listado aleatorio
El 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, durante muchos
años lo peor no era que nos colaran alguna inocentada, sino que se rieran
porque no habíamos caído en la cuenta de la pifia. En un presente tan
quebradizo como el de este año que termina, lo recomendable es no bajar la
guardia ante la cantidad de trolas que nos pueden estar contando: estas tres
son focos tensos de lo verdadero y lo falso.
1.- El peligro (de la
Covid-19) ha terminado
Cuando estos días oímos afirmaciones de este carácter, parece que se
refieran a la vacuna. En parte, es válida esta si nos referimos a que hay un
inicio de solución para contener la pandemia; la trola consistiría en dar por
hecho que, puesto que ese desenlace ya está ahí, podemos bajar la guardia y
regresar directamente a donde solíamos antes de marzo de 2020. Falta mucho,
probablemente un año, para que la ansiada normalidad, no la “nueva” que unos y
otros se apresuran a vendernos, sino la auténtica, sea posible sin riesgos
mayores que los que habitualmente tiene el vivir.
Esta parte de la trola o inocentada, son propensos a inducirla
quienes se ocupan de rentabilidades económicas de manera compulsiva, tendentes a ver cortapisas a su libre
iniciativa en cuanto es necesario para preservar la salud de todos; no admiten que
la vida y salud (de los demás) son valores superiores. Debiéramos tomar nota de
quiénes son estos audaces emprendedores, inmunes al dolor ajeno, y, por el
mismo sano principio, cortar cualquier tipo de relación comercial, transacional
o del tipo que fuere con ellos: no les importamos nada, salvo como material de desguace
y en condiciones flexibles. Libertad no es esto, y menos cuando
median decisiones políticas que nos atañen a todos; este tipo de utilitarismo
moral no es difícil de ver en estos días de supuestas fiestas de Navidad –no
solo el día de Inocentes-, cuando hay tanto candidato ocupado en que no nos
olvidemos de la falta de sustancia de supuestos halagos que intentan hacer a nuestro
ego. Lo que no debiéramos olvidar es que el voto es una prolongación de
nuestras neuronas, y que no debe ser para quienes solo saben usarlo para reírse
de nuestra inocencia.
2.- El Brexit ya está
arreglado
Es en gran medida otra hipérbole que, antes de que venga el día
uno de enero -y los que falten para que cada sector económico esté encauzado
sin demasiado estropicio-, se ha puesto en circulación para que nos olvidemos
de la hecatombe que han supuesto estos días para los transportistas varados en
el Canal de la Mancha a la espera de los trámites burocráticos; la máquina de las supuestas negociaciones para
apurar los plazos ha dejado mil flacos por remendar.
Lo cierto es que esta historia, como otras muchas de marcha atrás,
es muy desagradable; será difícil que durante un tiempo más bien largo no siga
generando múltiples inconvenientes a unos y otros. Los resabiados cultivadores
de la melancolía imperialista de la Gran Bretaña seguirán diciendo que su Brexit es una victoria; nunca dirán que
el uso de la libertad no es eso ni para
eso. Mientras los dejen funcionar con sus privilegiadas transacciones
internacionales, menos lo explicarán los que controlan la autonomía legal de la City londinense respecto a la propia
Inglaterra, Escocia, Gales, El Ulster y todo lo que resta de la época
victoriana, incluido ese peñasco llamado Gibraltar. Al lado de la preservación
de ese privilegio, lo demás, incluida la pesca y el turismo, son cuestiones
menores, que perjudicarán a los ingleses y europeos del común.
3.- Atacan la libertad
de elección de centro
“No vamos a permitir que se ataque a la enseñanza concertada”: eso decía todavía hace dos días alguien
relevante de la Comunidad de Madrid, en cuya Consejería encabezan –como no
podía ser menos desde el “Tamayazo- los lamentos por que la LOMLOE cercene, a
punto de entrar en el BOE, “la libertad de las familias a la hora de elegir un
centro donde educar a nuestros hijos y proporcionarle la formación necesaria”.
Lo dicen y se quedan tan anchos: ¿qué hay más sagrado que los hijos o que la
libertad? Y, si nos lo creemos sin más explicaciones, es otra santa inocentada
que nos quieren colar; por repetición no queda.
También en esto sucede, sin embargo, que tampoco en educación la libertad es eso que dicen; si no supiéramos
qué se callan les sería más fácil. La cuestión es que, como adultos, ya mayores
y en riesgo, tenemos memoria de que, “cuando carecía de importancia la
diferencia entre el ahora y el antes” –como dice Antonio Gamoneda en sus recomendables
recuerdos de infancia: Un armario lleno
de arena-, siempre querían lo mismo: que sus colegios privados, de pago, se
distinguieran sobradamente del común escolar; ya entonces alegaban como
“función social” la segregación de los “selectos”, en corralitos particulares
hacia los que habían conseguido que se decantara una parte sustantiva de los
recursos que el “Estado Nuevo” detraía del gasto público. Los Pactos de la Moncloa, firmados 40 años
después de aquella infausta Guerra, cuentan los déficits que –no solo de plazas
escolares- faltaban a un enclenque panorama educativo de acceso universal en
equidad para todos; las facilidades que las sucesivas leyes franquistas habían
ido dando a la “iniciativa privada” –con licencias, subvenciones, exenciones
fiscales y otras enjundiosas disposiciones para facilitarles sus negocios “de pago”-, fueron totales,
mientras la deficiencia acumulada, con supresión de centros públicos y, sobre
todo, con la depuración y exilio de tantos y tantos profesionales, habían hecho
del sistema educativo un erial. Hay un Decreto, del día 05.05.1941 (BOE del 17),
que explica que, en adelante, se subvencionaría a la enseñanza privada
–católica entonces en más de un 90%- con un 50% de los recursos de lo que se
destinara a personal y material de las escuelas de primera creación.
Probablemente estos defensores actuales de la libertad de elección
de centro indiscriminada, nos digan que ellos no estaban allí; sí estábamos quienes
tuvimos que sufrir esa penosa historia y nos suena a burla que digan que esta
morigerada LOMLOE les “ataca” o les
roba; ser demócrata –salvo que nos hayamos
equivocado al estudiar la Declaración de
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789- no se compadece bien con
sostener privilegios injustificados a cuenta del dinero del común; si lo miran
bien, el art. 27 de la CE78,
tampoco.
TEMAS: LOMLOE.- Enseñanza concertada.- Libertad e igualdad
educativas.- BREXIT.- Vacunas contra la COVID-19.
Manuel Menor Currás
Madrid, 28,12.2020
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