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martes, 27 de octubre de 2020

Moción educadora (Manuel Menor)

La moción de censura ha sido esclarecedora 

En el contexto de la Covid-19 y de las normas de prevención comunitaria que vayan a proponerse en el Congreso, resulta muy educadora. 

Que estrenemos cambio de hora, no quiere decir que cambiemos las sinapsis neuronales; puede parecer que cambie mucho cambia cuando todo sigue con el ritmo implacable del tiempo astrológico y, sobre todo, con el que el paso del tiempo histórico deja en los comportamientos y actitudes que nutren eso que los antropólogos (no los economistas y los políticos) suelen llamar “cultura”, un puzzle característico de los humanos cuya sociabilidad se nutre de componentes tan asentados que, a veces, nos resulta ya difícil distinguir lo cultural de lo natural. Es 

Moción constructiva 

De lo acontecido estos días, hubo un momento propicio para que se mezclaran y confundieran ambos planos de la realidad sociopolítica. La moción de censura del pasado día 21 y 22 pretendía lograr,  según el art. 113 de la CE78, una mayoría parlamentaria absoluta que cambiara al Gobierno de coalición existente. Pronto se pudo advertir, sin embargo, en la exposición de motivos de los demandantes que ni había programa a proponer –como exige el art. 177.1 del Reglamento del Congreso- y que lo que pretendían era aprovechar dos días de atención mediática gratuita para echarle un pulso al liderazgo conservador. 

Al Gobierno ni lo rozó el evento, y los votos recabados fueron estrictamente los de la obediente agrupación de exaltados con palabras tan cargadas de su inspiración particular como vacías del sentido actual que le da el común; por otro lado, el líder del partido conservador hegemónico mostró más destreza en manejar esta situación que durante los dos años últimos, en que creyó encontraría en ese campo semántico su propia tierra prometida. Al desmarcarse de la pretensión “constructiva” que sus socios le prestan en varias autonomías y ayuntamientos, dejó descolocado a su competidor sin que, en apariencia, pareciera importarle mucho esa vieja alianza que, desde la fundación de AP existió con este sector político desde dentro del partido. Queda por ver hasta dónde alcance –si por antinatural o por contracultural- la improbable ruptura de relaciones de cooperación “constructiva” en adelante. 

Moción educadora 

De momento, el teatro de alianzas continúa, algo más tenso tal vez, pero prosigue. Sirve de orientación para saberlo lo que acontece en Madrid, territorio en que tanto se pilotan las iniciativas políticas del conservadurismo para el resto de España. En detrimento de la Historia verídica que debe enseñarse en los centros educativos, sin que resulte adoctrinante sino sustentante de las decisiones pertinentes en políticas sociales,  siguen ocupados en defender –de modo similar a lo escuchado en el Congreso estos días-  trincheras combativas de tiempos pasados y no asumidos. Por tal motivo, el discurso de Casado parece meramente táctico, y hace inquietante la posición de perfil que adoptan, tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad, ante las exigencias de sus socios. 

En el Ayuntamiento madrileño, con cesiones en asuntos de Historia que, para mucha gente, están muy vivos, y más para quienes hayan leído análisis razonados y bien documentados sin prejuicios de partida –más allá de lo que contaba la Enciclopedia Álvarez-, transmiten ignorancia provocadora; Prieto, Largo Caballero y, en los últimos días, Tierno Galván, además de poemas de Miguel Hernández, entre otras minucias, han sido atropellados por el alcalde parlante con unas justificaciones impresentables, causantes de rubor en responsables de su propio partido menos antojadizos con lo que debe unir a todos sus representados. 

Desde la presidencia de la Comunidad, a su vez, la gesticulación al estilo que se supone tuvieron los numantinos, busca resquicios defensivos de un Madrid omnicomprensivo del ser español y casi bate el récord de despropósitos al entrar en cómputos y cálculos para parar a la Covid-19; todo vale con tal de que sea distinto de lo que otros tienen averiguado, aunque ponga en riesgo a muchas más personas. Esta actitud, con ser grave, lo es más desde el punto de vista ejemplarizante para estudiantes: la invocación continua a supuestos científicos parece más a propósito para desvaríos pedantes que para dar autoridad a cuantos  profesores y maestros indiquen como conocimiento científico, de modo que no pueda ser objetado por cualquiera que, para jugar un rato, pida que haya de votarse si  es no científico lo que enseñan y exigen saber. 

A este paso, queriendo o sin querer, parece que estén adoctrinando a los adolescentes y jóvenes para el futuro curricular que auspician los del “Pin parental”. En las demostraciones de la presidencia de la Comunidad de Madrid, cuadra bien que las escuelas y colegios, institutos y universidades que dependan de ella pronto acrediten a los negacionistas en muchos campos del saber, a terraplanistas y  diversos conspiranoicos; la ironía del “que inventen ellos”, que esgrimía Unamuno para exigir más atención a la Ciencia, se queda vieja por lo dispar que sigue siendo la dotación de la Ciencia y Educación públicas respecto a otros países de nuestro entorno. Trazas tiene este asunto de que seguirá muy parecido a lo  acontecido con la propia muerte del rector de Salamanca que -según cuenta un reciente documental de Manuel Pachón- tan mal nos han explicado,en gran parte porque su desencuentro con Millán Astray el 12.10.1936 fue  por no querer confundir la cultura y la fuerza. 

Sentidiño

Los guiones de campaña electoral permanente aconsejan mal en lo que a educación cívica corresponde; al continuar con la misma niebla de antaño hacen que sea cada vez sea más difícil vivir sin que se le nuble a nadie lo que propugnaba Aristóteles para el uso de la palabra; a medida que crecen los efectos de la pandemia, se debería insistir en no confundirla con las voces distorsionadoras de la racionalidad democrática. Independientemente de la secuencia del pacto frentista de las derechas donde cogobiernan, si quienes desde la representación política –la que sea- vocean y no hablan, la desconfianza de muchos  ciudadanos crecerá más; por mucho que se proclame un largo “Estado de alarma”, lo comunitario pierde sentido y lo muy privado gana adeptos. 

Manuel Menor Currás

Madrid, 25.10.2020

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