Reproducimos este artículo publicado en ELSALTODIARIO.COM
En Montecarmelo, hasta dos tercios de los niños van a clase en coche. Los 'caminos escolares' buscan recuperar las calles para los niños creando rutas para ir andando a clase.
Un grupo de niños corretea por la calle a primera hora de la mañana mientras sus padres les acompañan caminando hacia colegio. Podría ser un día cualquiera en un barrio cualquiera, pero estamos en Montecarmelo, camino del colegio Infanta Leonor, donde hasta dos tercios de los niños van a clase en coche. Tres de los padres llevan un peto amarillo en el que se puede leer 'Camino escolar', una iniciativa impulsada por la Junta Municipal y que ellos han asumido como propia para que sus hijos caminen juntos a clase todas las mañanas.
Cada padre ve sus ventajas en caminar juntos al colegio. Desde el clásico “mira cómo se lo pasan” al “llegan más enteros a clase”, son conscientes de que siguen siendo una excepción en el barrio, pero esperan que, organizándose, cunda el ejemplo y la calle de entrada al colegio deje de ser una montonera de automóviles en doble fila. “Nosotros ya íbamos andando de antes y si podemos ayudar a que otros vayan andando, mejor”, declara Arantxa, cuyo portal es el punto de partida de la ruta de unos 15 minutos a pie. “Los niños dicen orgullosos que van al camino escolar y la idea es que cuando se vayan haciendo mayores empiecen a ir solos”.
Los niños y niñas que van andando a clase siguen siendo una excepción en el barrio, pero los promotores de la iniciativa esperan que, organizándose, cunda el ejemplo
Organizados a través de un simple grupo de whatsapp, los caminos escolares también dan la opción de echar una mano a los padres que más complicado tienen para conciliar su vida laboral con llevar a sus hijos a clase y permite que todo el grupo pueda caminar con seguridad por la calle. “Aquí, en el barrio, hay algunas avenidas por las que la gente va bastante rápido y de esta forma, en los pasos de peatones, por el hecho de que vayamos todos en grupo y con el chaleco, llamas más la atención y la gente va un poco más atenta”, explica Salva, que camina empujando un carrito de bebé y con su hija mayor andando a su lado.
El PAU de Montecarmelo, ubicado al noroeste de Madrid y perteneciente al distrito de Fuencarral-El Pardo, fue construido hace una década. Al igual que otros barrios de similares características como Sanchinarro o el PAU de Vallecas, su diseño ha sido criticado por ir en la dirección opuesta a una mayor sostenibilidad en la movilidad de la ciudad. Su alejada ubicación y su deficiente red de transporte público hacen que el coche sea un elemento fundamental para el día a día de los vecinos y eso repercute también en la vida de sus hijos.
Según datos ofrecidos por la empresa En Bici por Madrid (EBxM), contratada por la Junta Municipal local para lanzar el proyecto de los caminos escolares en Montecarmelo, sólo un 25 por ciento de los alumnos quieren ir en coche a clase. “Es descorazonador porque hay una discrepancia entre lo que a ellos les habría gustado hacer y lo que hacen”, declara Iván Villarrubia, consultor de movilidad de EBxM, y añade: “Sobre todo por que lo que ellos les habría gustado hacer es la mejor opción desde todos los puntos de vista, el suyo propio y el del entorno en el que están”.
Los nuevos modelos de urbanismo han convertido muchas aceras en territorios desiertos e incluso hostiles en Madrid
Nuevos modelos de urbanismo como los mencionados PAU, las urbanizaciones cerradas y, en general, la apuesta por la continua ampliación de las infraestructuras para automóviles han convertido muchas aceras en territorios desiertos e incluso hostiles en Madrid. Frente a una movilidad urbana que sitúa al vehículo privado en el centro de todos los desplazamientos, los caminos escolares buscan recuperar las calles para los niños, que siempre son, inevitablemente, peatones.
¿ES NECESARIO EL APOYO INSTITUCIONAL?
La Unión Europea desarrolló un multimillonario proyecto entre 2013 y 2016 bajo el acrónimo STARS, que buscaba fomentar que los niños fueran a clase en bicicleta en lugar de en coche. 21 centros de primaria y 17 de secundaria participaron en Madrid, pero muchos otros se quedaron fuera cuando los fondos se esfumaron. Entre ellos, muchos centros del distrito de Fuencarral-El Pardo, cuya Junta Municipal optó por desarrollar el proyecto con fondos propios a través de EBxM. “¿Realmente hace falta un programa de la UE para esto? - reflexiona Villarrubia- Para que los niños vayan caminando al colegio, que es algo que todos hacíamos naturalmente hace 30 años, es demencial que haya tenido que intervenir la UE, pero eso también te da la escala del problema”.
Existen en Madrid, otros proyectos similares que no han surgido por iniciativa institucional, sino que han sido desarrollados desde el inicio por los propios padres y alumnos. Es el caso del colegio Montserrat, en el barrio de Retiro. El colectivo Biciclistas Montserrat comenzó a organizar un “bici-bus”, una caravana ciclista en las que padres e hijos montaban juntos y al que se iban incorporando el resto de compañeros de camino al colegio.
“Nuestra obsesión es que los chicos puedan tener autonomía y nuestro discurso es que lo que hay que generar es un barrio más amable”
“Nuestra obsesión es que los chicos puedan tener autonomía y nuestro discurso es que lo que hay que generar es un barrio más amable, tomar a nivel público las medidas necesarias para que el coche no tenga una presencia tan invasiva dentro del entorno del colegio”, explica Iván Azaga, uno de los padres que participó en la iniciativa con sus dos hijos. El bici-bus organizado dejó de funcionar cuando los niños crecieron y vieron menos atractivo el ir a clase con sus progenitores, pero la cultura ciclista en el colegio ha perdurado. “Hace ocho años éramos tres bicis las que aparcábamos en la puerta y, a día de hoy, hay un parque con cincuenta y tantas bicis todos los días y se ha generado una cultura muy potente y muy chula”, explica Azaga.
Retiro es, por supuesto, un barrio muy distinto al PAU de Montecarmelo. Su céntrica ubicación y sus amplios bulevares y parques facilitan enormemente que exista allí una mayor cultura de desplazarse caminando o en bici. Tanto para Azaga como Villarrubia, aunque la iniciativa debe ser asumida por padres y alumnos, la intervención del Ayuntamiento a la hora de generar un cambio en la cultura de movilidad es clave. En definitiva, medidas como las restricciones de tráfico en áreas circundantes a los colegios, sumadas al apoyo mutuo vecinal y la auto-organización de los padres deberían bastar para que los niños vuelvan a ir a clase como se hizo durante décadas, con autonomía y por sus propios medios.
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