Que imponga usted una asignatura llamada Iniciación a la Actividad Emprendedora es una desvergüenza casi delictiva. Que quiera que se hagan cargo de ella los profesores de Filosofía quizá sea la única esperanza de corregir semejante disparate. Le propongo que lo hagan también los de Matemáticas.
Al parecer usted cree que España debe ser un país de emprendedores, o en otras palabras, de capitalistas y empresarios. Allá usted. El artículo primero de la Constitución Española de 1931 decía: “España es una República democrática de trabajadores de toda clase”. Usted prefiere una monarquía (corrupta) de emprendedores de toda clase. Según dice, eso crearía riqueza y empleo.
Sin embargo, cualquier profe de Mates les enseñaría aritmética sencilla a los chicos, que preguntarían con la lucidez que les caracteriza: oiga, profe, si todos emprendemos, ¿quiénes van a ser nuestros empleados? ¿O unos pocos de cada clase la emprenderán contra todos los demás, a los que explotarán para crear riqueza, toda de su propiedad?
Luego vendría el de Filosofía, que les explicaría que la “cultura del emprendimiento” no es más que la cultura de la explotación capitalista. Les haría preguntarse quién narices es un emprendedor para decidir si una persona trabaja o no trabaja, cuando hasta esta Constitución reconoce que el trabajo es un derecho fundamental. Se preguntarían también, sin duda (conozco a muchos profes de Filosofía), por qué nos resignamos a vivir en una sociedad basada en la explotación, donde unos pocos tienen todos los medios de producción y todo el beneficio, mientras los demás nos quedamos con el paro, los desahucios, los contratos temporales, los ERES, el salario mínimo, el consumo que nos empobrece y el fútbol en la tele de plasma.
El de Mates le echaría una mano, explicándoles cómo esa seudocultura del emprendimiento ha hecho aumentar día a día la desigualdad.
Luego el de Filosofía dejaría bien claro, con una simple lectura en clase de la prensa, que hablar de “ética empresarial”, o bien es un chiste, o bien es un oxímoron, como “música militar” o aquella cabecera de prensa: El Pensamiento Navarro.
Los estudiantes preguntarían por qué, con la crisis, los ricos son más ricos y todos los demás estamos más cerca de la miseria. Los profes, como siempre hacen, les dirían la verdad.
Los estudiantes, se lo aseguro (participo en muchas charlas en Institutos), de inmediato se preguntarían también si no es posible otra forma de vivir, otras relaciones de producción, otra cultura de la libertad, la igualdad y el trabajo, y por consiguiente otras relaciones humanas.
Acabarían hablando de la alienación y volverían a leer a Marta Harnecker, como cuando yo estudiaba BUP, lo estoy viendo venir. En cuanto les ponga como asignatura Iniciación al Capitalismo, se harán revolucionarios. ¿Cuántos ateos ha conseguido la Formación Religiosa? Entre los de mi edad, cuento y no acabo.
Por cierto, no sea tan gazmoño. No diga Iniciación a la Actividad Emprendedora, diga la verdad: Iniciación a la Explotación Capitalista. No diga emprendedor, diga capitalista. No diga inversor, diga rentista. Hable en román paladino y en castellano recto, haga el favor, que los jóvenes una cosa no son: idiotas al alcance de sus galimatías de vendedor de crecepelos.
De todas formas, le aplaudo. Encargar a profes de Filosofía que enseñen Iniciación al Capitalismo es la mejor forma de crear conciencia. Por eso le pregunto: ¿no será usted un impostor? ¿Su verdadero objetivo es la insurrección de los jóvenes?
Acabo de llegar de París, donde me alojé en en la Rue de l’Espérance, una pequeña calle en el distrito 13. Al salir del hotel, eché a andar a ver a dónde daba la calle. Desemboca en la Place la Commune de Paris.
Qué sorpresa, ¿verdad? Toda esperanza lleva a la revolución.
Por eso aplaudo una asignatura tan esperanzadora.
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