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lunes, 26 de mayo de 2014

Discurso leído durante la Graduación de Sociología en la URJC: "Este templo, que es la Universidad, lo llevan saqueando años (...) Sigan haciendo Sociología allá donde estén, compartan, aprendan y enseñen; que a nosotras, ya no nos podrán arrebatar lo aprendido"

Ana Martínez Pérez, Profesora de Sociología en la Universidad Rey Juan Carlos, nos envía un emotivo correo en el que nos hace llegar el discurso que ha escrito y leído Sonia, la alumna con mejor expediente del grupo, en el acto de graduación de su promoción:


Buenas tardes a todas y todos. En primer lugar decir que, aunque se me haya avisado con tan sólo un día de antelación para preparar este discurso y aunque el profesorado de nuestro grado tampoco haya sido formalmente invitado, aquí estamos haciendo sociología, como deporte de combate, una vez más.

Comienzo diciendo que desde el momento que entré en esta universidad quería estudiar sociología, escogí sociología y sigo queriendo aprender más y más sobre la sociología después de terminar esta etapa universitaria de mi vida. Hace cuatro años quise estudiar esta rama de conocimiento por gusto, por curiosidad, por comprometerme a nivel teórico y práctico con la transformación social, para
mejorar a nivel individual y colectivo, para resolver inquietudes que empezaban a despertar en mi conciencia de lo social. Gracias al profesorado y a mis compañeras y compañeros me he dado cuenta de que no ha sido un error escoger Sociología como primera opción, que he aprendido mucho más de lo que podría haber esperado. Ahora he asumido una mayor responsabilidad social, he reforzado mi
compromiso por el cambio y he visto como la sociología es útil, vital y urgente.

Sinceramente, siento si este discurso no cumple con las expectativas de algunas personas que, tal vez, preferirían que no hablásemos o que dijéramos lo bonita y maravillosa que es la vida académica en esta universidad. Pero vamos a ser valientes y dar la cara, aunque no les guste. Creo que es preciso que este discurso sea crítico, como nos han enseñado y hemos aprendido a ser críticas y críticos.
Demasiada corrupción, demasiada censura, demasiada impunidad para que se oculte. Por eso, nos vemos con la obligación moral de denunciar la degradación y devaluación de la educación universitaria tanto en esta universidad como en el ámbito estatal. En estos cuatro años hemos visto como el acceso a la educación superior no es universal ni gratuito. Los requisitos cada vez mayores para la concesión de becas o el aumento de las tasas de la matrícula son tan sólo dos de los indicadores que muestran como el acceso se restringe, cada vez más, a tan sólo un sector de la población que tiene la capacidad económica para afrontar tal coste.

En estos cuatro años hemos visto como el precio de la matrícula se ha duplicado, hemos pasado de pagar 800 euros a pagar 1600 por 10 asignaturas. De esta forma, se continúan reforzando y reproduciendo las desigualdades ya que se limita el acceso al conocimiento, un conocimiento que nos podría enriquecer como personas, que nos podría enseñar a pensar, a ser conscientes, a ser un poco más libres.

Sin embargo, tampoco nos quieren conscientes. A las y los estudiantes nos quieren
dóciles, obedientes, eficaces, rentables como mano de obra pero ignorantes en cuanto a lo que se refiere al conocimiento crítico. Porque cuestionar el poder, cuestionar los privilegios, hace que peligren las posiciones de dominación. Por eso dicen que no somos rentables, ni empleables... ¿Pero rentables y empleables para quién? ¿por qué se nos educa en la competencia? ¿Tal vez existan unos intereses económicos por parte de las empresas que andan detrás de la gestión de la educación universitaria? Esto explicaría el por qué la financiación de la universidad tiende a tener como base los resultados económicos y no tanto los académicos; o el por qué la oferta de titulaciones se modifica en función de demandas mercantiles. Resulta curioso que cierren un grado como el nuestro y, al
mismo tiempo, se abra uno en diseño de videojuegos en un centro adscrito, PRIVADO. Y es que, citando a Paulo Freire: “sería en verdad una actitud ingenua esperar que las clases dominantes desarrollasen una forma de educación que permitiese a las clases dominadas percibir las injusticias sociales en forma crítica”.

Curioso que el día 28 de febrero se supriman diez titulaciones, entre ellas Sociología e igualdad de género, y el Rector nos hable de rentabilidad. ¿Rentabilidad en la educación? Resulta que la universidad no es una empresa, que los parámetros no han de ser la rentabilidad o la empleabilidad del estudiantado para las empresas. La actual situación social precisa, hoy más que nunca, de un análisis sociológico y, detrás de este, un grupo de sociólogas y sociólogos que traten de comprender, de transformar, de mejorar, de buscar soluciones a un sistema que no se sostiene. Necesitamos teoría y práctica sociológica, necesitamos tener más conciencia, ser más críticas y críticos, cuestionarlo todo, aunque a veces analizar la sociedad resulte amargo. Porque necesitamos demostrar que podemos
andar por otros caminos, que no podemos aceptar ser sumisas y sumisos olvidando cualquier esperanza de vivir de forma diferente. Tenemos que perder el miedo y atrevernos a ser valientes, para defender la educación y el conocimiento crítico y para cuestionar la visión parcial y sesgada de la cultura, de la historia y de la sociedad que intentan imponer como pensamiento único.

Por ello, también quiero aprovechar este discurso para animar a mis compañeras y compañeros a que continúen siendo como son, a que continúen siendo valientes y que continúen cuestionándolo todo. Agradeceros a cada una de vosotras y vosotros, las que estáis aquí y a las que no han podido venir, todo lo que me habéis enseñado, todo lo que hemos aprendido juntas, con nuestras diferencias y con
nuestras afinidades. Sólo puedo daros un consejo: sed libres. Por otra parte, agradecer al profesorado que tanto se ha esforzado por intentar enseñarnos todo lo que sabían, por comprometerse e implicarse y por dar un ejemplo de valentía estos últimos meses. Tampoco hay que olvidar a las familias que nos han apoyado durante estos cuatro años.

Para acabar, me gustaría leer un texto que redactó para esta ocasión nuestro compañero Andrés.

Vergüenza porque han vendido la Universidad al mejor postor; vergüenza porque han logrado que la gente con menos recursos tenga que abandonar sus estudios por no poder pagárselos; vergüenza de cómo han dejado la Sociología, 4 grados y 5 dobles grados sin espacio para desarrollarse. De cómo somos el segundo grupo de sociología en graduarse en esta Universidad y cómo sólo quedan otros 4 cursos de este grado; después, se acabó. Se acabó el conocer la realidad social, se acabó el
cuestionarse, el crear un espíritu crítico, la pasión por conocer y compartir espacios. Se echa por tierra el trabajo de muchas profesoras y profesores. A las que estamos inmensamente agradecidas. Esto ha sido la gota que colma el vaso de unas acciones que se llevan realizando en esta Institución desde hace años. El despido de profesores y profesoras, la bajada de sueldo a bedeles, la masificación
de aulas, la propaganda religiosa y la censura. La censura. “La irresponsabilidad por los daños forma parte de la esencia del terrorismo” decía Habermas. Saben perfectamente lo que la eliminación de estos grados conlleva. La mercantilización de la Universidad lo sabíamos desde hace años. Ustedes, con su censura, no nos han dejado dar a conocer esta realidad. Así, mediante el silencio obligado y
aprovechando el desconocimiento, lo han hecho. Y esto tiene un nombre: cobardía.

Se supone que en este discurso tendríamos que agradecer explícitamente a los y las docentes el habernos inculcado los conocimientos que hoy día tenemos, el habernos mostrado el camino. Creemos, no obstante, que se sentirán más orgullosas de nosotras si hacemos uso de estos conocimientos. Por ellos y ellas lo hacemos, por nosotras. No sirve con tener conocimientos, es necesario saberlos
utilizar, modificar nuestra realidad. Por eso que, hoy, estamos leyendo esto. Porque ya somos capaces de analizar, de crear una opinión propia, de no dejarnos manipular tan fácilmente. Tal vez, por eso, no es rentable este Grado. Este templo, que es la Universidad, lo llevan saqueando años. Lo exprimen hasta su última gota.

Mientras tanto, en estos pocos años, hemos crecido. Viendo y sufriendo a aquellas que hoy ríen, que nos dirán que aman lo de todos y todas; que nos darán un apretón de manos o dos besos y nos desearan suerte. Pero ya hemos formado parte de la Universidad, y lo que es más importante, la Universidad forma parte de nosotras. Por esto que, sólo tenemos palabras de agradecimiento a aquellas personas que han hecho lo imposible para que hoy podamos ser lo que somos. Hoy con vergüenza nos despedimos, pero con una ilusión por cambiar el mundo, de la misma forma que la Sociología nos ha cambiado a nosotras. Sigan haciendo Sociología allá donde estén, compartan, aprendan y enseñen; que a nosotras, ya no nos podrán arrebatar lo aprendido.

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