Wert se salió con la suya. La LOMCE, finalmente, es ley. El rodillo del PP impone su polémico modelo educativo contestado desde todos los sectores de la sociedad. Rajoy tiene motivos suficientes para (cuando le dé puerta) agradecerle los servicios prestados. Y no sólo por imponer la LOMCE contra viento y mareas verdes.
José Ignacio Wert, ministro de Educación, Cultura y Deporte, del Gobierno Rajoy, asume habitualmente el papel de ser el ministro peor valorado, incluso más que Ana Mato que está destruyendo la sanidad pública. El extertuliano de la Cadena Ser, que cultivó una imagen de hombre moderado, de derechas, pero civilizado, que de manera exquisita y educada daba cordialmente su opinión sobre diversos temas sabiendo que estaba en minoría con sus colegas de programa, se ha sacado definitivamente la careta. Cuando Rajoy organizaba su Gobierno un rumor colocaba a Wert, que no está afiliado al Partido Popular, como candidato a director de Televisión Española, y parecía una persona adecuada para semejante responsabilidad, pero el presidente (son muy amigos) decidió entregarle el territorio de la educación, de la cultura, del deporte. De «entrada» pareció una medida inteligente, pero resulta que su misión era la de organizar oportunas «cortinas de humo»: españolizar a los niños y niñas catalanes, dejar sin becas retroactivamente (Erasmus) a los jóvenes españoles que están estudiando en tantos países (pobre Marca España).
Y en cuanto a la LOMCE, su «proyecto estrella», logró algo inédito: poner de acuerdo y movilizar a toda la comunidad educativa en su contra, promoviendo una ley que en la práctica, seguramente, jamás se aplicará. Incluso toda la oposición se ha comprometido que en cuanto cambien las tornas políticas en las próximas elecciones lo primero que harán es derogarla. Lo cierto es que Wert hace un gran servicio a Rajoy oficiando de frontón o pararrayos al atraer sobre sí la atención de todo el país, y regalando titulares día a día a los medios de comunicación que centran la mirada sobre su ministerio. Wert tiene la habilidad de atraer sobre su persona todos los focos, lo hace mejor que Margallo con el conflicto de Gibraltar (¿quién se acuerda ahora de los pescadores?); es capaz de opacar el escándalo del «caso Bárcenas».
No se equivocó Rajoy y la operación becas Erasmus parece diseñada por el mismísimo Maquiavelo: Rajoy es el bueno y Wert es el malo. Conviene recordar que es un ministro del Gobierno y que se dedica en su ámbito a aplicar el programa (no el electoral, el oculto) del Gobierno: un cambio de modelo que pretende ser justificado por la crisis y que favorece exclusivamente a los causantes de la misma.
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