EL CONFIDENCIAL.COM: El futuro de los universitarios: endeudarse de por vida
“Los ilusos que accedimos al Préstamo Renta Universidad durante el
curso 2010/2011, aquel préstamo sin necesidad de aval y de bajos
intereses que el Instituto de Crédito Oficial (ICO) concedía para
estudiar un máster, ahora debemos empezar a devolverlo. Por narices. Da igual que no tengamos trabajo ni dinero para comer”. Esta es la encrucijada económica en la que se encuentra David A. Martín,
licenciado en periodismo y miembro de la Plataforma de Afectados por el
Préstamo Renta Universidad ICO. En su caso accedió a un préstamo
estatal, pero se encuentra en una situación idéntica a la de miles de
jóvenes españoles que accedieron, y acceden, a préstamos bancarios para
poder matricularse en un grado o posgrado. El coste de estas tasas se incrementó el pasado curso en una media del 16,7%.
La disminución de la inversión pública en educación, que se refleja año tras año en los Presupuestos Generales del Estado,
está obligando a buscar alternativas para afrontar los estudios
universitarios. “Endeudarse para estudiar” es una práctica establecida
ya en muchos países del mundo: es el caso de Chile o de Estados Unidos,
donde más de la mitad de los estudiantes prestatarios acumulan, de
media, 10.000 dólares de deudas tras cursar estudios
universitarios. En España, este modelo está avanzando lentamente. Pero
ante la dificultad de recibir créditos bancarios, las familias arriman
el hombro: el debate sobre la financiación del Programa Erasmus, al que
el Estado prevé cortar la ayuda directa desde 2014, ha dejado claro que,
cada vez más, la educación son los padres.
“No volveré a endeudarme en mi vida”
La situación por la que está pasando Martín es semejante a la de Inés Casas,
licenciada en Comunicación Audiovisual, que solicitó un préstamo para
completar sus estudios con un posgrado en una universidad privada de
Madrid. “El banco me dio una cantidad suficiente para pagar la
matrícula, que era de las más caras, y para cubrir los gastos de
manutención durante el año y medio que duraba el máster. Lo acabé y
encontré un trabajo de becaria. No estaba muy tranquila por la deuda,
pero entendía que aún no tenía que comenzar a devolverla porque no
llegaba a la nómina estipulada para ello. Sin embargo, un día me llamaron de la entidad para decirme que podían embargarme la cuenta porque no tenía bastante dinero para pagar”.
Cartel publicitario de los préstamos ICO.Desde
entonces, recuerda la joven, su vida se ha convertido en una agonía.
Todo lo que gana con los trabajos esporádicos que encuentra como freelance
va para pagar su deuda. “Quiero quitarme esta pesadilla de mi cabeza lo
antes posible. Juro que no volveré a endeudarme en mi vida”, apunta
arrepentida. El alquiler del piso compartido, y parte de sus gastos, corren a cuenta de sus padres.
Una situación que, asegura, “hace que te sientas fatal. Yo siempre fui
independiente económicamente, hasta en la universidad me iba apañando
con trabajos por horas y los fines de semana”.
La tendencia al
endeudamiento de los estudiantes “irá sin duda a más”, argumenta el
politólogo y profesor de sociología en la Universidad CEU-San Pablo de
Madrid, Juan Carlos Jiménez. E implicará cambios
radicales. No serán sólo novedades en el modelo educativo, sino también
en el laboral. “Esencialmente, cambiará la valoración de la educación,
sobre todo de la superior, porque al ser más cara se primará que te proporcione un empleo
y que se forme a las élites”, vaticina Jiménez. “A medida que se
incremente el precio de las matrículas, que tendrán que hacerlo
necesariamente, aumentará la tendencia a solicitar préstamos para
estudiar, la universidad dejará de ser de masas y tenderemos más al
modelo universitario anglosajón”, añade.
Los últimos datos
disponibles para analizar esta tendencia son los de la encuesta de gasto
en educación que el Instituto Nacional de Estadística llevó a cabo a
mediados de 2012. En la investigación, las familias españolas declararon gastarse, de media anual, 1.319 euros anuales
por alumno que cursa una enseñanza universitaria. Los datos de la OCDE,
por su parte, aseguran que las instituciones públicas españolas -el
Ministerio, sin contar las comunidades- aportaron alrededor de 990 euros
anuales a los costes formativos de cada estudiante.
Cambio de modelo
¿Qué consecuencias puede tener esta tendencia? “Conseguiríamos parecernos más al modelo norteamericano, con un acceso a la universidad menos masivo
y una formación profesional más valorada. Sin embargo, en España, el
deseo de los padres es que sus hijos acaben en la universidad,
independientemente de qué vayan a estudiar y si responde a las
necesidades del mercado”, explica el politólogo de la CEU-San Pablo.
En
España, el deseo de los padres es que sus hijos acaben en la
universidad, independientemente de qué vayan a estudiar y si responde a
las necesidades del mercadoLa peculiaridad social a la que
se refiere Jiménez, por la que muchos padres anhelan por encima de todo
que sus hijos tengan los estudios que ellos no tuvieron por motivos
históricos, hace que antepongan la inversión en educación frente a otras
cuestiones. Una realidad que hace presuponer que el endeudamiento
estudiantil no dejará de crecer, al menos, durante esta generación.
Precisamente por esto, el catedrático de economía en la Universidad de
Sevilla Juan Torres entiende que los préstamos a
estudiantes son un negocio para la banca. “Se dice que no hay dinero
suficiente y se suben los precios de las matrículas hasta llegar a
niveles que hacen imposible que puedan pagarlos familias de ingresos
medios o bajos que, sin embargo, siempre van a estar dispuestas a todo con tal de que sus hijos estudien”,
explica. De este forma, “miles de estudiantes piden préstamos y así
aumenta aún más el negocio y el beneficio de los bancos”.
En
Estados Unidos este negocio bancario de los préstamos estudiantiles ha
crecido extraordinariamente en los últimos años. “La matrícula de los colleges
públicos ha subido un 73% de 1999 a 2009, y la de los privados un 34%,
mientras que los ingresos familiares medios han descendido un 7%”,
apunta Torres. De hecho, el 60% de los estudiantes se ve obligado a
pedir un préstamo bancario, según los datos de la American Student Assistance, el doble que en 2005 en números absolutos. Sus deudas, apuntan los datos de la Federal Reserve Bank of New York,
ya superan las que se generan por créditos concedidos por la compra de
coches. Según Torres, “se incentiva un sistema de préstamos a los
estudiantes que se presenta aparentemente como muy atractivo y generoso,
pero que a la larga se convierte en una losa de la que miles de jóvenes no pueden liberarse”.
¿Merece la pena?
Con una entera generación sobrecualificada, la universidad ya no es un passepartout
para el mercado laboral. “Las familias de clase media, acostumbradas a
considerar los estudios como un valor que dejar en herencia sus hijos,
están perdiendo la confianza”, analiza José Félix Tezanos, catedrático de sociología de la UNED y coordinador del libro Juventud, cultura y educación. Perspectiva comparada en España y Chile (Biblioteca
Nueva). “Hasta ahora nos habíamos acostumbrado a una sociedad basada en
una movilidad ascendente, pero de repente esta tendencia ha cambiado:
ya vemos que aunque estudiemos, no llegaremos a tener lo que han tenido nuestros padres”, argumenta Tezanos. “Es un espejo de la crisis de la sociedad”.
En
el citado libro, Tezanos compara el estado del sistema educativo en
España con el camino que ha tomado Chile. El cambio de modelo educativo
llevado a cabo por el último Gobierno de Sebastián Piñera, ante una fuerte contestación social, ha convertido el país en uno de los más caros del mundo para estudiar una carrera. Los bancos conceden la mayoría de los préstamos, con tipos de interés que pueden fácilmente alcanzar el 7%.
Pero
la economía está creciendo a un ritmo de un 5% anual, “algo que genera
expectativas de futuro, haciendo que los padres puedan pensar en
inversiones a largo plazo para el mañana de sus hijos”, explica Tezanos a
El Confidencial. En la España actual, sin embargo, la realidad
es diferente. Los salarios, según los datos de la Agencia Tributaria
difundidos esta semana, han caído, de media, 570 euros con respecto a
2011.
Es por ello que un recorte aparentemente pequeño, el de 200 euros de la ayuda estatal a la beca Erasmus para los estudiantes españoles,
que será realidad desde el próximo año, ha vuelto a abrir la caja de
Pandora. Es un peso que no todas las familias podrán asumir,
desvirtuando así la idea fundadora del programa: que cada estudiante de
la UE pueda cursar seis meses en otro estado comunitario.
Protestas por la educación en Chile
Basándose en los datos del Ministerio de Educación, el profesor Emilio García Prieto ha analizado el peso de esta beca sobre las familias en el libro Qué es el programa Erasmus
(Pirámide): “Después de unos años de tendencia alcista del apoyo
público, nos encontramos con una situación en la que las familias tienen
que aportar el 80% del coste del programa”, explica a El Confidencial.
“El
dinero europeo empieza así a llegar a menos estudiantes, algo que está
provocando las reacciones irritadas de la UE a las decisiones
españolas”, añade. Los datos lo confirman: las estimaciones de
estudiantes que accederán al programa Erasmus en el presente curso
prevén una bajada del 6%. El número irá probablemente a más, ya que se
estimó antes de que se anunciara el recorte. Será la primera vez desde que instauró el programa que disminuyan los “Erasmus” españoles en la Unión Europea.
Ante
la merma de la posibilidad de aguante de las familias, se abren dudas
sobre las consecuencias a largo plazo de este cambio de modelo. Tras
conocer la realidad de Chile, Tezanos esboza una imagen: “Cuando
presentamos el libro, uno de los autores chilenos contó una anécdota.
Habló de una joven embarazada que vio en las últimas protestas del país y
que llevaba una pancarta con el escrito: ‘Cuando acabe de pagar mi crédito empezaré a pagar el de mi hijo’. Probablemente nos estamos encaminando hacia esto”.
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