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MAGAZINE DIGITAL.COM: La escuela erosionada
Texto de Alicia Rodríguez de Paz, Josep Playà, Anxo Lugilde y Salvador Enguix
Crisis y recortes han dejado los presupuestos educativos al mínimo y, sobre todo, han reducido el profesorado de los centros, lo que comporta una miríada de cambios en el día a día de los docentes y sus alumnos en las aulas. Son dificultades que minan la motivación y la calidad educativa en un país más falto que nunca de educar para mejorar
Invertir en educación es invertir en futuro. Esta es una máxima que nadie parece discutir, ni pedagogos, ni políticos ni economistas. No hace tanto, unos dos años y poco, antes de las elecciones del 20-N, el anterior ministro, Ángel Gabilondo, aún decía: “La educación debería quedar al margen de las políticas de recorte”. Y sin embargo, como el resto de las políticas sociales, la educación lleva tiempo sufriendo rigores presupuestarios.
Bastan dos cifras para tener una idea de la magnitud del problema: el gasto público en educación en España se ha reducido en torno a 6.000 millones de euros. Y las plantillas de los centros educativos han disminuido en unos 50.000 docentes, pese a que la población escolarizada aumenta.
Primero llegó la preocupación, pronto se sumaron el enfado y las protestas de los docentes y muchas familias, y ahora se está ya en otro estadio en que se habla del desgaste por el esfuerzo realizado para amortiguar el impacto de los recortes y del desánimo ante la falta de perspectivas de mejora. Es lo que pasa cuando llueve sobre mojado. Nunca una nueva ley educativa, como la que el ministro José Ignacio Wert intentar impulsar, había levantado tan pocas expectativas. Y eso que se llama de Mejora de la Calidad Educativa.
La pinza es durísima: la cúpula dirigente europea, los controles de Hacienda y la estricta supervisión que también sufren los gobiernos autonómicos y municipales. No hay dinero, repiten unos y otros, y la educación, por ser una de las partidas más amplias, recibe nuevos hachazos.
Este curso ya se han desplegado completamente las medidas de ahorro fijadas por el ministerio el año pasado: elevar la ratio de 25 a 30 alumnos por aula en infantil y primaria y de 30 a 36 en secundaria; aumentar el horario lectivo de los docentes así como postergar las sustituciones por baja de los profesores hasta pasadas dos semanas.
Además, se mantiene la tasa de reposición de sólo el 10% en educación, lo que supone sustituir sólo a uno de cada diez maestros y profesores que se jubilan. Muchos interinos se han quedado sin dar clases. Las oposiciones para nuevas plazas prácticamente han desaparecido, y la posibilidad de encontrar trabajo para los jóvenes maestros se esfuma. En conjunto, menos recursos humanos y materiales.
A la retahíla de malas noticias se suma una situación ya de por sí preocupante de la escuela en España con tasas de abandono y fracaso escolar del 25%; con resultados escasamente satisfactorios en las pruebas internacionales PISA de Matemáticas y Lengua; con una formación profesional (FP) que nunca acaba de arrancar, y con advertencias de los expertos sobre un aumento de las desigualdades internas entre alumnos. Ya no es cuestión de nivel de conocimientos sino que peligra la cohesión social.
La propia comisaria europea de Educación, Androulla Vassiliou, ha advertido que la reducción del presupuesto en educación dificultará la salida de la crisis y la recuperación del empleo juvenil. Entre el 2010 y el 2012, Grecia, Hungría, Italia, Lituania y Portugal redujeron más de un 5% su presupuesto educativo. Tras ellos está otro grupo de países encabezado por España, Estonia y Polonia.
Ante este panorama general, a menudo se olvidan las repercusiones de los recortes y las medidas en el día a día de los alumnos (y sus familias) y los docentes; aspectos como la carga de trabajo y el estrés ante la imposibilidad de hacer la clase que se querría o las renuncias que deben aceptar cada día más las familias de los alumnos... Magazine ha querido condensar algunos de estos efectos de la crisis y los recortes en las aulas.
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