SOY PÚBLICA.ES: MIENTRAS TÚ TE RÍES ELLOS PRIVATIZAN
¿Por qué provincias pasan los ríos Duero, Ebro y Guadalquivir? No se preocupe si no conoce la respuesta exacta a esta pregunta, el 98,17 por ciento de los aspirantes a maestro de la Comunidad de Madrid que opositaron en 2011 tampoco la sabe. No se sienta acomplejado ni culpable por ello, la gran mayoría de los periodistas, opinantes inopinados y tertulianos de baratillo que hacen befa a cuenta de la ignorancia de nuestros maestros en potencia también desconocen cuáles son las provincias atravesadas por estos ríos.
En este país se disfruta con deleite con las muestras de incultura ajenas; nosotros, por ejemplo, no podemos dejar de sonreír cada vez que recordamos aquella carta firmada por Esperanza Aguirre repleta de faltas de ortografía, o aquel otro momento sublime en que la consejera de Educación madrileña, Lucía Figar, afirmó que un profesor de Lengua podía perfectamente dar también Literatura, dejando en evidencia su ignorancia sobre el hecho de que Lengua y Literatura es una única materia en el currículo desde hace más de quince años.
Reírse del otro como manifestación carpetovetónica. En principio esta podría servirnos como explicación a por qué la Consejería de Educación de Madrid ha tenido a bien airear año y pico después de su realización estos resultados de una prueba de oposición. También aclararía por qué los medios de comunicación, empezando por el periódico de extrema izquierda El País pasando por el canal de centro moderado de TeleMadrid y acabando por el ejemplo de derecha moderna de La Razón, se han unido con tanta saña a esta carcajada horrísona que todavía resuena para escarnio de nuestros maestros ignorantes. Pero no solo eso. A la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid tan solo hay algo que le guste más que hacer mofa de los conocimientos fluviales de nuestros futuros maestros: privatizar la educación pública.
Para acabar con los servicios comunes, públicos, de educación universal y gratuita, el gobierno del PP en Madrid está siguiendo al pie de la letra la hoja de ruta marcada por los ideólogos del nuevo liberalismo; a saber, (1) degradar y encarecer los servicios públicos, (2) promover una campaña de comunicación para extender la idea de que la gestión privada es más rentable y eficiente que la pública y (3) privatizar el servicio público. (Algunas veces, tras el punto (3) viene el de darle la concesión a un amigo y, si le va mal, sanear con dinero público la empresa). Pues bien, ahora estamos más o menos entre el punto (2) y (3) y lo que toca es desprestigiar la labor docente. Hasta ahora sabíamos que los profesores eran unos privilegiados, que cobraban mucho y trabajaban poco; ahora ya tenemos un informe que confirma lo que sospechábamos, que además son unos idiotas. ¿Y cómo es posible que estos haraganes, enriquecidos e ignorantes estén al cargo de la educación de nuestros hijos? Para evitarlo hay que cambiar el proceso de selección de nuestros maestros. El concurso público de méritos y valores ya no es efectivo. ¿Y cuál es la propuesta de la Consejería? Efectivamente, la designación digital por parte de la dirección de los centros de enseñanza, la contratación mediante ETTs, fundaciones o demás entidades vinculadas a la empresa privada, la elección subjetiva del personal, la sustitución de docentes por un voluntariado poco costoso, etcétera.
Pero aunque no sepamos por dónde discurren los ríos españoles, no somos tan tontos como para no darnos cuenta de las aviesas intenciones que se esconden tras la campaña de escarnio orquestada por la Consejería de Educación en connivencia con los medios de comunicación. De poco vale decir que la información publicada es torticera, manipuladora y, en ocasiones, rematadamente engañosa y falsa. Suponemos que ya es tarde para pedir, ya que la risa es contagiosa, que se publique el informe entero al que se hace referencia, informe a todas luces inexistente, puesto que la consejería no lo ha hecho (ni lo hará, créannos) público. Tampoco resultaría superfluo que se explicara por qué se anularon varias de las preguntas que conformaron el examen tras numerosas denuncias de irregularidades (cuando se pide al examinando «Clasifique los siguientes animales que se citan en el texto: serpiente, gavilán, caracol, gallina, gato», pero no se especifica con base a qué criterios se quiere esta taxonomía, ¿de quién es la culpa de que no se responda correctamente? ¿Del opositor o del examinador?) No estaría de más queEl País rectificara el titular de la noticia que dice «Maestros suspensos en primaria», ya que el examen precisamente lo realizaron en su mayoría quienes optaban por ser maestros pero que todavía no lo eran. Una matización nada superflua también estaría bien con respecto a los porcentajes de suspensos que se dan, ya que la nota del primer examen fue el resultado de la suma de tres pruebas, entre las que solo una consistía en la prueba de nivel a la que se alude.
Quizá se fueran congelando unas cuantas risas al saber que los resultados de estas pruebas se mantienen opacamente en poder de la Consejería, la cual no ha informado ni a los propios opositores de sus notas independientes en cada prueba, lo que puede hacer suponer que solo la propia Consejería puede contrastar si los datos que ella misma da son ciertos.
Por si todavía queda algún risueño, le aconsejamos reflexionar sobre ciertos elementos de manipulación estadística de manual que se emplean en la noticia mencionada: se seleccionan respuestas erróneas llamativas, que proporcionalmente sobre el total son anecdóticas, y se hacen pasar por la norma general; no se publican el informe ni las puntuaciones, ni tampoco el baremo de corrección (es una oposición, no un examen de facultad, se puntúa mucho más bajo y se exige mucho más para aprobar).
Lo dicho, el sistema de acceso al empleo público por medio de una oposición objetiva y limpia ya no es válido porque permite que estólidos que no conocen ni sus ríos impartan magisterio en las escuelas. Aquellos que quieran desarrollar su profesión en el mundo de la docencia vayan abandonando sus temarios, son cosa del pasado; mejor ingresen en un partido, consigan el carné de turno, abonen las tasas de tal curso, agasajen con embutidos al director de su instituto, pidan un préstamo, bautícense en la siguiente congregación, soliciten favores, y sobre todo, aprendan un poco de geografía, no vaya a ser que luego les saquen los colores.
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