EL CONFIDENCIAL.COM: “El ministro Wert es enemigo de lo que representa”
Nunca una oración tuvo un destinatario tan terrenal: “Ministro, ten piedad / Wert, ten piedad / Ministro, óyenos / José Ignacio Wert, ten misericordia de nosotros”. Postrado sobre un pupitre, un falso pastor proclama esta letanía a los asistentes feligreses, que responden: “Ora pro nobis”, ¿Un rezo a Wert? ¿Es el ministro un santo al que dirigir plegarias? La ironía del artista granadino Valeriano López –que resulta ser el pastor que implora piedad al titular de Educación- explota en la galería Juana de Aizpuru de Madrid para criticar la política educativa actual.
La exposición se titula Secuela pública (no es dislexia) y Valeriano López deja claro, por si hay lugar a la confusión, que su obra es una defensa de la “escuela pública, gratuita, laica y de calidad”. Lo hace desde la doble vertiente de artista y de profesor, con el objetivo de mostrar “la situación actual de acoso y derribo al que se somete la escuela pública”.
Vicios y amenazas a lo público
López asegura que buscaba hacer una “autocrítica del sistema educativo; desde dentro sabemos las fisuras y vicios que arrastramos y heredamos”, pero la situación actual, en la que “lo público se está viendo amenazado”, dice, le ha obligado a dar un giro a la exposición.
El artista acusa que los gobernantes ven a los profesores como una amenaza: “La secuela es en lo que se ha convertido la escuela pública para los que nos dirigen. Podemos convertirlo en una secuela porque somos algo preocupante, un peligro en potencia”. Defiende que hay que tomar parte ante una legislación tan compleja, tal y como ponen de manifiesto sus Elementos ridiculares, una crítica irónica a “ese contenido encorsetado que te impide innovar y que ha hecho imposible la libertad de cátedra". "Hay tantos informes que hacer y tanto control de la ley que la burocracia nos paraliza”, afirma.
Siguiendo el mismo hilo, la escena se vuelve actual con el Peda-gogó, una representación en clave de humor que quiere reflejar la tesitura que se plantean algunos profesionales de la educación en su práctica educativa: “Qué hacer, cómo conseguir al menos, utilizando la terminología pedagógica, los llamados objetivos mínimos”. En el Peda-gogó (fotografía y vídeo), el propio artista se convierte en animador del aula ante una pizarra enmarcada con leds y en la que el tradicional globo terráqueo de clase se ha convertido en bola de espejos, tal y como describe el catálogo de la muestra. “Sí, los entretendré”, dice el Peda-gogó, “pero a mi manera”.
La voz del arte para crear debate
En su trabajo, el artista granadino siempre se ha acercado a la realidad de su entorno. En este caso, el tema de la educación –su profesión- es el que más le toca. Pretende mantener vivo el debate, que para él supone el principal motor de impulso del arte: “Creo que es muy importante participar y ser una voz más dentro de lo que estamos viviendo. Los artistas tenemos voz y se la damos a otros colectivos, como mis alumnos", que participaron en Secuela de la medusa.
El buen humor de la muestra contrasta con el duro tono que contra los ministros actuales y en concreto hacia el titular de Educación, Cultura y Deporte, el mismo al que pedía clemencia al inicio. Afirma que haber nombrado a Wert es como “poner al zorro al cuidado del gallinero”, y lo aclara, por si acaso: “Es enemigo de lo que representa”. El mensaje lo extrapola a los responsables políticos de otras comunidades autónomas, como Madrid, donde también piensa que están “desmantelando la escuela pública a la vez que financian la privada”.
Política y arte
Es precisamente en Madrid donde el Gobierno regional y los profesionales de la educación –y de otros sectores- están más distantes, y donde el colectivo que protesta es acusado de estar politizado. El profesor granadino no lo niega y lo defiende. Cree que se debería actuar más: “Es muy fácil crear mala prensa contra los profesores. Estamos politizados sí, y más según pasan los meses”. La relación es directa para López: “El arte es política, aunque hagas flores. Cuando tú te enfrentas a un trabajo que vas a hacer público te estás posicionando”.
Acción educativa es un reflejo del mundo de los deseos, cuyo resultado, explica el catálogo de la muestra firmado por Eusebio Morín, debería ser cambiar la escuela y la práctica docente de arriba abajo. Desafortunadamente, continúa, las situaciones reales se asemejan más a Secuela de la Medusa. En esta pieza, el artista vuelve al motivo de Géricault La balsa de la Medusa que ya había tratado anteriormente. Pero ahora los sujetos ya no son los inmigrantes, sino sus alumnos, que simulan un aula convertida en inducido botellón.
Es arte, pero también un proyecto “que sirve de material didáctico, de impulso reivindicativo y que no se limita a las galerías”. De hecho, la exposición culmina con una poesía de Gabriel Celaya que aclara lo que debería ser la educación pública, para que se inviertan las letras y la “secuela” vuelva a ser "escuela": “Educar es lo mismo / que poner motor a una barca… / hay que medir, pesar, equilibrar... /...y poner todo en marcha. / Para eso, / uno tiene que llevar en el alma / un poco de marino… / un poco de pirata... / un poco de poeta... y un kilo y medio de paciencia concentrada”.
Valeriano López se despide con una declaración de lo que no puede ser la educación: "Una institución al servicio del mercado, para generar mano de obra flexible barata y poco cualificada”. Precisamente, ese es el interés de los gestores y eso es lo que odia López.
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