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lunes, 4 de febrero de 2013

"Un insoportable olor a mierda" (artículo de Ramón Lobo)

Mari Ángeles nos propone la lectura de esta entrada publicada en el blog EN LA BOCA DEL LOBO:

Viernes, 18 de Enero de 2013 por Ramón Lobo

Bárcenas y sus cuentas suizas, Gürtel, los amiguitos del alma, el caso Pockémon, Roldán, los ERE de Andalucía, Filesa, el caso Pallerols, la trama de la ITV, el pisito de Ignacio González el Privatizador, Güemes y sus vampiros, Carromero y los indultos exprés…

¿Hay alguien limpio? ¿Son estos los dirigentes que nos tienen que sacar de la crisis económica? ¿Tienen autoridad ética de exigir sacrificios a la ciudadanía? ¿Dónde está la ejemplaridad? ¿Dónde está Rubalcaba? ¿Dónde estaban los jueces? Todo tiene un insoportable olor a corrupción.

Luego se quejan del todos son iguales, pero resulta muy difícil distinguir el trigo limpio, que lo hay, entre tanta mierda.

Los políticos de este país no son peores que la ciudadanía que les vota, perdona, olvida y vitorea sin importar que les roben a espuertas. Hay imágenes de alcaldes imputados entrando en sus ayuntamientos entre aclamaciones de los saqueados.

Este país arrastra un déficit ciudadano, de educación y cultura que se explica en el lamentable siglo XIX que padecimos, en el que las luces fueron pocas, breves y violentamente apagadas; con un siglo XX lastrado por una guerra civil, una dictadura y una amnesia colectiva mientras que decenas de miles de desaparecidos siguen sin nombre en las cunetas.

No somos un gran país, como proclama Mariano Rajoy. Él tampoco es un gran presidente; solo un mentiroso que engañó con un programa falso para llegar al poder después de dos derrotas y hacer lo contrario de lo que dijo en la campaña, lo contrario de lo que dijo ayer y anteayer. Un presidente legal, pero ilegítimo protegido por unos medios de comunicación, salvo excepciones, más atentos a la declaración que a la investigación.

Somos un país con unas tragaderas enormes.

Las democracias serias tienen tolerancia cero frente a la corrupción. Siempre hay corrupción. Nosotros mismos la practicamos a diario en las cosas pequeñas: colas que se saltan en los mercados, dobles filas, engaños con las cuentas… El problema es la ausencia escandalosa de mecanismos eficientes para descubrirla, castigarla y erradicarla.

¿Quién nos va a educar? ¿Wert? ¿Rouco? Todo es corrupción, hasta los que venden moralidad: abusos sexuales desde las sotanas impunes, robo de patrimonios a los moribundos aterrados con la promesa de una salvación, la enseñanza sectaria en nombre de dios.

Este país necesita una revolución mental, que los ciudadanos sean ciudadanos y ejerzan de tales, que expulsen de la cosa pública a los que llegan a ella para beneficio privado, que salgan a la calle a proteger sus derechos, sus hospitales, escuelas, que controlen cada euro gastado con sus impuestos, que expulsen de la vida política y social a los mentirosos, a los ladrones.

¿Cuando empezamos?

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