Sábado, 22 de septiembre, por la tarde.
Además
del desalojo de la Biblioteca de la Acampada de Sol, o de la detención
de una parte de los convocantes del 25-S, o de la campaña provocadora (y
objetivamente incitadora de la violencia) para estimular las
delaciones, llevada a cabo por la policía nacional y los mossos en
Cataluña; o de las decenas de intimidaciones y acosos de que estamos
siendo objeto últimamente, promovidos por mandos policiales y mandos
políticos que no ven el momento de que se produzca alguna desgracia para
justificar la represión; además de todo esto, en la tarde del sábado 22
de septiembre, en Alcalá de Henares, hemos sido testigos de un acto de intimidación más, pero cercano, contra los jóvenes que están intentando crear un centro cultural en el local abandonado de la calle Luis de Madrona...
Varias dotaciones policiales los han abordado a ellos y a los vecinos
que casualmente estaban en las proximidades, sellando el local y
exigiéndoles que se identificasen simplemente por estar en la calle, con
un tono propio de otros tiempos (que acaso están volviendo); lo
preocupante ha sido, sin embargo, el tono con que han exigido que se
pusiesen "en fila" para que se les identificase mejor (ciudadanos que no
estában haciendo nada salvo conversar en la acera), y que uno de los
números le haya espetado a uno de los jóvenes que le ha pedido que se
identificase él también, pues al fin es un servidor público que debe
estar al servicio de los ciudadanos y no para amenazarlos e
intimidarlos, la siguiente argumentación: "yo no tengo por qué
identificarme, pues no trabajo para ustedes y usted para mí no es ni
siquiera un ciudadano".
La actividad que en ese momento se realizaba o se pretendía realizar era tan peligrosa como
un curso de pintura al óleo... Los vecinos adultos que han
acudido, interesados por lo que pasaba, se han terminado preguntando:
¿qué quieren realmente de nuestros jóvenes?, ¿que se vayan a un solar a
emborracharse, que vagueen tirados por las aceras o las esquinas
rumiando su desazón?; ¿por qué no les dejan emprender la ilusionante
tarea de dar vida a un espacio muerto, con las actividades culturales,
educativas, sociales y lúdicas que han programado? ¿Cómo puede enviarse a
la policía a arrojar a la calle a un grupo de jóvenes que, por ejemplo,
esa misma mañana habían recogido varias decenas de libros de textos
actualizados, para ofrecerselo a los institutos públicos de la ciudad
para las familias que más lo necesitan?
En estos momentos, no
solamente están en peligro nuestros puestos de trabajo, nuestras
jubilaciones y pensiones, o nuestros servicos sociales; en estos
momentos, viendo algo así de tan cerca, mirando a nuestro entorno, lo
que está en juego, sobre todo, son nuestras libertades.
Por eso, la Asociación de
Profesores de Alcalá, denuncia estos hechos y pide a todas las entidades
ciudadanas que muestren su repulsa y apoyen activamente la labor de
estos jóvenes que han sido, una buena parte de ellos, nuestros alumnos.
APAH
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