Tantas dudas nos animan a leer este artículo de Benigno Blanco, publicado en "La Razón"...
LA RAZÓN.ES: Y la libertad señor Wert*
*No corregimos el titular de este artículo de opinión, aunque creemos que lo correcto es "¿Y la libertad, Señor Wert?"
El Ministro de Educación Sr. Wert ha hecho pública su propuesta para la reforma del sistema educativo español a través de un documento de 50 páginas titulado “Propuestas para el anteproyecto de ley orgánica para la mejora de la calidad educativa”, actualmente sometido a consulta pública. Tras una lectura sosegada de este elenco de propuestas, he sentido una profunda decepción: no se habla nunca ni de la libertad de educación, ni de los derechos de los padres, ni de la familia (que solo es citada de pasada una sola vez en un aspecto absolutamente colateral).
Parece que para el Ministro Wert la escuela española tiene un problema de calidad, pero ninguno de libertad. Yo, por el contrario, pienso que la escuela española tiene un serio problema de calidad, entre otras cosas porque tiene un problema de ausencia de libertades reales. Y me temo que si no se apuesta por la libertad no se conseguirá la calidad, pues la calidad solo se garantiza si hay libertad y competencia.
Si hiciésemos caso al documento del Ministro Wert, parecería que gran parte de los debates sobre educación habidos en España en los últimos años, debates que han girado en gran medida en torno a la libertad y los derechos de la familia en la materia, han sido debates en el aire y ajenos a la realidad de nuestra escuela. Parecería que las banderas levantadas por el PP históricamente en defensa de la libertad de educación, ahora son arriadas para centrarse la reforma solo en aspectos técnicos de autoorganización interna de un sistema que ya no se piensa modificar. Me parece que si el Ministro Wert y su Gobierno renuncian a dotar a la escuela española de libertad real para los titulares del derecho constitucional a educar, los padres de familia, no saldremos tampoco en esta ocasión de la dinámica de degradación a que viene siendo sometida nuestra escuela desde hace décadas.
Entiéndaseme bien: comparto la preocupación del documento ministerial por la calidad y suscribo gran parte de las ideas que se preconizan en ese documento para mejorar, pero me parece un planteamiento seriamente insuficiente y poco ambicioso, pues la propuesta de reforma no apuesta por una verdadera libertad de elección en un sistema abierto, transparente y competitivo, sino que se limita a proponer mejoras técnicas de gestión manteniendo un sistema cerrado, sin libertad real para el usuario, ayuno de competencia real y en el cual se mantendría el insoportable grado de planificación y administrativización que lo viene ahogando desde hace años.
No se si el Ministro Wert tiene un problema de diagnóstico del problema o de falta de audacia política para intentar resolverlo de verdad. Sea cual sea el caso, el resultado es muy preocupante pues -si Wert mantiene sus propuestas y el Gobierno le sigue- resultaría que en un momento de reformas y cambios estructurales radicales en todas las políticas públicas, la educación solo será objeto de un cambio cosmético y superficial, aunque bienintencionado y acertado en sus líneas básicas. Si en esta época de reformas la escuela no es objeto de una reforma sistémica y radical inspirada en la libertad, deberíamos abandonar ya toda esperanza como ante el infierno de Dante. Ahora o nunca; por eso debe ser ahora.
Si la reforma educativa del presidente Rajoy es la tímida y alicorta reforma propuesta por el Ministro Wert, ésta durará en todo caso tanto como dure la mayoría política del PP pues la educación se mantendría en la órbita decisoria del poder de turno y susceptible de que un nuevo dueño del cortijo político cambie otra vez la gestión del sistema para volver a los modelos fracasados una vez y otra. La única forma de hacer irreversible una reforma educativa seria y con vocación de permanencia es apostar por la desadministrativización de nuestro sistema educativo, otorgando el poder decisorio último a los titulares del derecho constitucional a educar, es decir, a los padres de familia. Que a estas alturas del siglo XXI no esté claro que un servicio gestionado por el poder político, sin competencia real entre las unidades prestadoras, sin transparencia en cuanto a costes y resultados de gestión para cada centro, sin autonomía de oferta diferenciada de servicios personalizados por cada unidad gestora y sin libertad plena de elección del servicio y el centro prestador del mismo por parte de usuarios informados y exigentes...; que a estas alturas del siglo XXI no esté claro que un servicio así nunca logrará la calidad que deseamos todos, parece increíble. Pero parece que el Ministro Wert no es consciente de algo que desde 1989 forma parte del patrimonio político común: que sin libertad real del usuario para elegir en un marco de ofertas plurales y en un mercado transparente y competitivo, la calidad y la eficiencia no son posibles.
Me atrevo a pedir al Ministro Wert que no le tenga miedo a la libertad ni se rinda a los poderes fácticos del “seudomonopolio” educativo actual: ni a los funcionarios del Ministerio, ni a los sindicatos de profesores, ni a las patronales del subsidio y la subvención, ni a las mafias de la pedagogía oficializada...y que se atreva a apostar por la libertad de oferta de proyectos educativos y pedagógicos, por la libre elección del usuario como garantía de calidad y por la transparencia y la libre competencia como incentivo para la permanente mejora y la lucha sostenida por una calidad real.
Benigno Blanco Rodríguez
Presidente del Foro Español de la Familia
Y al final nos llevamos una gran sorpresa: la reforma educativa que propone Wert no gusta ni siquiera a sus acólitos votantes ni a sus referentes ideológicos. El problema es que el disgusto del Foro de la Familia es porque la reforma educativa de Wert mantiene con ciertos resquicios de vida a la Educación Pública, en lugar de decretar simple y llanamente que los padres-clientes podrán elegir para sus hijos-usuarios el colegio que más les guste: el de los filipenses, los maristas, salesianos, capuchinos, corazonistas ...
El mundo religioso se ha abonado a un uso tergiversado de la libertad, esa capacidad de los humanos que siempre les pareció tan antipática. "Cuando soy débil, yo os exijo la libertad en nombre de vuestros principios; cuando soy fuerte, yo os la niego en nombre de los míos".
ResponderEliminar